¿Burbuja de valoraciones?

Airbnb, Doordash, Zoom... Así se vive el frenesí inversor entre las grandes tech

La gran liquidez en el mercado junto con las altas expectativas de crecimiento de los negocios digitales tras la pandemia disparan las cotizaciones con valoraciones astronómicas.

EFE
El estreno de Airbnb se ha saldado con una subida enorme en bolsa.
Agencia EFE | EFE

Brian Chesky, cofundador y consejero delegado de Airbnb, balbuceó durante unos segundos. La presentadora de Bloomberg TV Emily Chang le pregunta en directo por el precio al que iniciarán su andadura bursátil las acciones de la plataforma de alojamientos turísticos. Su cara lo decía todo. Los títulos se preparaban para arrancar a 139 dólares, más del doble del fijado tras el 'roadshow' con inversores en los días previos. Iba a ser otra jornada muy movida en Wall Street, después de la vivida sólo un día antes con la compañía de comida a domicilio DoorDash. El frenesí no ha cesado, con unas valoraciones totalmente disparadas. La gran liquidez en el mercado, junto con una euforia por las compañías de servicios digitales ante las expectativas de recuperación en 2021 con las diferentes vacunas contra el coronavirus, han ejercido de cerilla para encender la mecha.

Esas expectativas 'post-pandemia' para la industria tecnológica se resumen en una cifra que el propio Chesky dijo en esa entrevista en televisión justo el día del estreno. En abril, cuando el mundo estaba boca abajo en lo peor de la pandemia del coronavirus, su empresa se encontraba al borde del precipicio. Necesitaba efectivo para sobrevivir. Dos fondos internacionales prestaron 1.000 millones de dólares, con una tasa de interés de entorno al 10%, con garantías que se podían ejercer a unos 30 dólares la acción. Seis meses después, esos títulos se cotizan en el Nasdaq estadounidense por encima de los 140 dólares. Eso supone una valoración muy superior a la de las 'megacadenas' de hoteles Hilton y Marriot juntas. El consejero delegado sabe que esto implica mucha presión Y se la trató de sacudir en una entrevista en el prestigioso diario Financial Times. "Mucha gente que compra las acciones sabe que el mundo es muy incierto; las cosas van a subir, las cosas van a bajar... no sabemos cuándo se van a reabrir los viajes; creo que tendremos que dar un paso atrás". 

Esta excitación podría ser casualidad, si no fuera porque un día antes el patrón se repitió de manera casi milimétrica. Doordash, la plataforma líder de entregas de comida a domicilio en Estados Unidos, se estrenaba también en la bolsa de Nueva York y el resultado fue similar. La primera jornada se saldó con las acciones disparadas más de un 86%. Y esa enorme subida venía después de que el viernes anterior, ante el enorme interés de los inversores institucionales detectado por los bancos colocados, revisaran al alza el precio de salida. Hoy, la capitalización de la empresa -que ronda los 55.000 millones de dólares- representa más del triple de la que fijaron gigantes de la inversión con Fidelity o T Rowe en junio en una ronda de financiación privada en la que inyectaron 400 millones de dólares.

Airbnb y Doordash son los casos más sonados. Pero en este 2020 también se han vivido otros estrenos con fuertes subidas como el que protagonizó en septiembre la empresa de almacenamiento de datos en la nube Snowflake, que hoy coquetea con una valoración de 100.000 millones de dólares con unos ingresos en el año fiscal acabado en enero de 2020 de 264 millones de dólares y unas pérdidas de 348 millones, pero con unas tasas de crecimiento muy elevadas. La plataforma de videoconferencias Zoom, que aterrizó en el parqué a mediados del año pasado, también vivió un auténtico rally desde el final del verano. Todo esto se ha producido en un mercado de capitales que ha sido esquivado una y otra vez por los unicornios tecnológicos. ¿La razón? Los equipos gestores temían el castigo de los inversores y la visión excesivamente cortoplacista en compañías en plena expansión.

Airbnb vale hoy más en bolsa tras el frenesí de su estreno que las dos grandes cadenas de hoteles Hilton y Marriot, juntas

Si el entusiasmo extremo se ha vivido en el mercado de capitales, tradicionalmente mucho más exigente, el de las transacciones privadas no se queda atrás. Salesforce va a sacar la chequera y pagará -entre efectivo y acciones- 27.700 millones de dólares por la plataforma de comunicación para equipos Slack. Ésta, que cotiza hoy en bolsa tras un estreno también marcado por la euforia a mediados del año pasado, ingresó 652 millones de dólares en los nueve primeros meses de este 2020 -un 45% más que un año antes- y obtuvo unas pérdidas netas de 212 millones. No es la única. El fondo Sequoia Capital -el más exitoso fondo de capital riesgo de Silicon Valley- y KKR lideran una nueva inyección de capital en Bytedance, holding dueño de la aplicación TikTok, a una valoración de 180.000 millones de dólares. Los ingresos sólo en China por publicidad rondarán los 27.000 millones de dólares este año, según desveló la agencia Reuters.

Pero si hay un caso curioso es el de Hopin. La startup tenía una plantilla de apenas siete empleados y estaba valorada en 38 millones de dólares a principios de año. Desde sus oficinas en Londres (Reino Unido) desarrollaban una plataforma para poder desarrollar eventos virtuales. No tenían intención de levantar más dinero. Pero llegó la 'oportunidad' de la pandemia. Y con ella se desató la locura de los inversores. En junio captó 40 millones de dólares de dinero fresco de fondos del calibre de Accel Partners. El pasado mes de noviembre levantó otros 125 millones de dólares, en una transacción que disparó su valoración hasta los 2.100 millones de dólares. En menos de un año. Su consejero delegado y fundador, John Boufarhat, explicaba en el diario The New York Times que los inversores llaman a su puerta prácticamente todos los días. Ese 'precio' fijado por los inversores representa 100 veces los ingresos recurrentes anuales (conocido en el argot como 'ARR') de 20 millones

Con todos estos casos, han resurgido las voces que alertan sobre una posible burbuja similar a las 'puntocom' de principios de los años 2000. Entre inversores y analistas. La realidad es que desde hace más de un lustro hay mucho debate sobre si los precios que se ven en el sector tecnológico se corresponden con la realidad. Y, salvo algunos ajustes y golpes como los de Uber o WeWork durante el pasado año, no se ha producido ningún pinchazo importante pese a los augurios. En este caso, frente al año 2000, se trata de negocios con ingresos con fuertes crecimientos y unas expectativas de un mercado digital en explosión. Pero la realidad es que lo que hoy se está pagando es en base a unas previsiones especialmente optimistas. "Cualquiera que invierte lo hace esperando que en algún momento del camino se controle el virus, el negocio despegue y esas valoraciones se justifiquen", explicaba a Bloomberg un analista del Centro Schwab de Investigación Financiera. "A menudo invertimos tal vez anticipándonos un trimestre; ahora lo hacemos anticipándonos tres o cuatro".

Esa anticipación se produce en un mercado marcado por dos factores determinantes. Por un lado, la liquidez extrema que hoy existe, con abundancia de estímulos económicos y unos tipos de interés bajo mínimos. Mucho dinero que invertir, en definitiva. Por otro, se encuentra un mundo que, como aseguraba recientemente el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, se ha metido en una máquina del tiempo y ha avanzado cinco años en términos de digitalización. Sin embargo, aunque ambas circunstancias se dan más o menos por igual en todas las plazas, la inflación de los precios y valoraciones está mucho más acentuada en Estados Unidos que en otros lugares. Por ejemplo, en España, salvo algunas excepciones, no se ha producido un frenesí similar al vivido al otro lado del Atlántico.

"Casi todas las empresas calientes en este momento están siendo perseguidas como locas", aseguraba hace unos días Matt Murphy, un socio de la firma de capital de riesgo Menlo Ventures, accionistas de compañías como Uber . “Más que nunca, existe esta tendencia de estar en los activos a cualquier precio”. Y esa es la clave. Como explicaba el periodista del medio estadounidense Axios y experto en inversión de capital riesgo, Dan Primack, el capital riesgo cambió hace años a un modelo "menos sensible a los precios, decidiendo que era mejor pagar en exceso por todo que mantener la línea y perderse una 'megaganancia'". Esto está acentuado por la pandemia. Ahora queda por ver si se cumplen las expectativas de recuperación y si el frenesí que se vive estos días acaba o no en desilusión.

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