Los gigantes del sector en EEUU

El automóvil de Detroit tiene prisa por recuperar la actividad... en una semana

  • General Motors, Chrysler y Ford tienen efectivo para aguantar el parón, pero Tesla y Trump les aprietan para volver a las fábricas. 
Detroit tiene prisa por recuperar la actividad del motor
Detroit tiene prisa por recuperar la actividad del motor

La industria del motor atraviesa por un momento similar al que se vivió durante la Segunda Guerra Mundial. Entonces, la producción se paralizó y las cadenas de ensamblaje se transformaron para fabricar componentes que iban al frente. Siete décadas después, Paul Cole forma parte del equipo que en General Motors produce los respiradores para luchar contra el coronavirus. “Son críticos para salvar vidas”, comenta. Sonríe, sin embargo, al hacerse la analogía con el "arsenal de la democracia", el eslogan que utilizó Franklin D. Roosevelt al referirse a los suministros militares que movilizó Estados Unidos para combatir al régimen Nazi.

Es otro tipo de guerra. En la planta donde trabaja Paul se producen camionetas 'pickup', el modelo más rentable para los fabricantes de Detroit. El propio sindicato United Auto Workers quiso que se cerraran las fábricas para proteger a los empleados. Eso provocó que la industria entrara en modo de supervivencia. Durante las últimas semanas, sin embargo, presionaron para que se retome la actividad.

La decisión de Elon Musk de desobedecer a las autoridades locales en la localidad californiana de Alameda y reiniciar este lunes pasado la producción de coches eléctricos en la fábrica de Tesla en Fremont refleja hasta donde llega el nivel de desesperación. El excéntrico empresario acudió a las redes sociales para criticar el confinamiento en términos similares a los del presidente Donald Trump.

El coste financiero es colosal y los fabricantes necesitan con urgencia que les entre capital fresco. GM quemando efectivo a un ritmo de 150 millones de dólares diarios. A una cifra similar lo hace Ford Motor. “Por eso es importante que empiecen a funcionar”, advierten los analistas de Morningstar. Esperaban haber retomado la producción a final de marzo. Lo harán dos meses después de cerrar, el 18 de mayo.

Los resultados del primer trimestre reflejan la dificultad. Ford cerró las cuentas con pérdidas de 2.000 millones, las primeras desde la Gran Recesión. Las de Chrysler rondaron los 1.850 millones. GM redujo el beneficio casi en un 90%, a 290 millones. Pero más tiempo tengan que tirar de las líneas de crédito, más profunda será la deuda y el coste crecerá. Los tipos al 0% son una ayuda temporal.

Los fabricantes de Detroit pactaron con la UAW retomar la actividad con el 25% de la capacidad. Deberán adoptar protocolos de seguridad para reducir el riesgo de contagio. Lo mismo se aplica a Tesla. Esperaba haber vuelto a operar el 30% de la plantilla el viernes. Pero las autoridades locales se lo impidieron. Musk las demandó y amenazó incluso con trasladar la producción a Texas o Nevada.

La clave para retomar la actividad son los suministradores. Podrán operar ya esta semana para preparar el terreno. Pero el 40% de los componentes procede de México, donde el virus afecta a las fábricas que nutren a Detroit. “Necesitan que lleguen todos a la vez”, como indican desde el Center for Automotive Research. El inventario debería permitir retomar la actividad de forma gradual si la demanda es baja.

La pausa de la producción es, de hecho, una parte del problema. La pandemia está deprimiendo seriamente las ventas, que se desplomaron un 35% en marzo, a un ritmo de 11,35 millones de unidades anuales, según Autodata. Es una cifra que no se veía desde abril de 2010, coincidiendo con la crisis financiera. En abril se agravó al 48%, a 8,6 millones de unidades, el nivel más bajo en 40 años.

Antes de la pandemia, se matriculaban coches a un ritmo próximo a los 17 millones de unidades anuales. “Cualquier gran compra se retrasará hasta que el panorama está más claro”, señalan desde Bank of America. IHS Markit anticipa así para 2020 una contracción a 12,5 millones. Está en línea con lo que proyecta JD Power. Es el límite para que el negocio de los fabricantes de Detroit sea rentable.

Será el volumen más bajo desde la anterior recesión. Los fabricantes, por lo tanto, necesitan que los concesionarios vuelvan a abrir y vender coches. Muchos tantearon los canales online, pero no es suficiente para compensar la caída del tráfico en las tiendas físicas. La buena noticia, según, JD Power, es que se giró ya la esquina a final de abril, con un incremento de las ventas del 11% respecto a final de marzo.

El confinamiento económico provocó 33 millones de parados y los que conservaron sus empleos sufrieron recortes en los salarios. La pandemia, por tanto, crea un estrés sin precedentes por la disrupción provocada tanto en la cadena de suministro como en la demanda. Los fabricantes, sin embargo, están en una mejor posición financiera para capear la crisis que durante la Gran Recesión.

La última crisis enseñó a los gestores de Detroit que debía actuar rápido para mantenerse a flote y conservar efectivo. GM buscó durante la última década blindar su balance para hacer frente a otra recesión severa o una brusca caída de las ventas, para evitar declararse de nuevo en la bancarrota. Ford Motor la logró esquivarla pero la compañía tenía serios problemas de ejecución antes de la pandemia.

Chrysler, que tuvo que ser rescatada por Fiat, acaba de asegurarse también una línea de crédito adicional para soportar los costes. Además se adoptaron otras medidas de ahorro, como rebajas en los sueldos y la suspensión del dividendo. En cualquier caso, los tres fabricantes cuentan con efectivo hasta la Navidad. Adam Jones, cree por todo esto desde Morgan Stanley que sobrevivirán a las dificultades financieras.

Hay cosas que pueden permitirles sobrevivir a medio plazo. El paquete de estímulos económicos incluye un pago directo a los estadunidenses. Los cheques son de 1.200 dólares para contribuyentes con menos de 75.000 dólares y 2.400 para parejas con 150.000 dólares, además de 500 dólares por hijo. Eso les permitirá vender más coches a final de año si la economía y el empleo se recuperan.

La gran incógnita es cómo afectará la pandemia a los hábitos de consumo y a las inversiones para desarrollar futuros productos, como el coche eléctrico o la tecnología de conducción autónoma. Ahí existe el riesgo añadido de que China podría aprovechar para acelerar la producción con otros competidores, lo que llevaría a los tres de Detroit a perder cuota de mercado. Tesla juega ahí con ventaja.

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