Las autopistas italianas: los peajes más elevados y el mantenimiento en mínimos

  • El alto precio de los peajes y las menores inversiones generan una importante rentabilidad para los accionistas de concesionarias como Atlantia. 
Autopistas
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La red de autopistas italiana, que se extiende más allá de los 7.000 kilómetros, se ha convertido en una mina de oro. El país transalpino cuenta con el dudoso honor de tener las autopistas más caras de Europa y ser a su vez uno de los países de la OCDE que menos invierte en mantenimiento. Por todo ello, las concesionarias no han hecho más que engordar sus resultados hasta convertirse en uno de los negocios más rentables del país.

Con el inició del nuevo siglo, Italia cambió su manera de proceder hacia su red de carreteras. La totalidad seguiría siendo de dominio público, pero su gestión pasó a ser privada. En aquel momento, emergió la figura de una de las familias más poderosas de Italia, los Benetton, para ir sumando concesiones a su negocio. En la actualidad, el vasto territorio que tienen bajo su poder ocupa cerca del 50% de los 7.000 kilómetros de autopistas que hay en Italia. Hasta tal punto, que es difícil moverse por el país transalpino sin que los Benetton se lleven un pequeño beneficio por ello.

Entre el 2001, año que se privatizó la red de autopistas, y el 2017, Atlantia se ha embolsado cerca de 45.000 millones de euros. Aunque pueda parecer pequeño, en realidad el volumen ha sido creciente: en los primeros años, fueron más pequeños y en los últimos se ha disparado gracias a que la red ha sido mayor y el precio cada vez más alto.

Italia, bajo su sistema de concesiones, tiene la red de carreteras más cara de toda Europa. En países como Holanda, Alemania, Bélgica o próximamente en más zonas de España, recorrer la red de carreteras es gratis. En otros países, se debe abonar una tasa que varía según zonas. Por ejemplo, en el caso de Austria y Suiza el pago es un abono anual con el que no entra en juego el número de kilómetros. En Italia o Francia se prefiere un régimen de peaje más clásico, en el que se paga en función de los kilómetros recorridos. En el caso del país transalpino, la media de recorrer 400 kilómetros supera los 40 euros, mientras que en Francia está por debajo de los 35.

La presión de las concesionarias, dígase Atlantia y la familia Benetton, está detrás del alto coste que pagan los italianos por el uso de sus carreteras. Las propias leyes italianas, con el beneplácito político, regulan que la rentabilidad del capital a la inversión en concesiones debe ser superior al 7%, una repago 'oficial' muy por encima por ejemplo de los peajes eléctricos. De hecho, para este año el régimen de prórroga que tienen las concesionarias las permite un aumento anual del precio del 2,75%, una cantidad que multiplica por cinco la recomendación de subida que hace la Comisión Europea.

Todo lo anterior lleva a que Atlantia, y con ellos la familia Benetton, han incrementado con fuerza su patrimonio gracias a la jugosa política de dividendos de la firma italiana. Aunque claro, va por escalones. La primera en generar ingresos es Autostrade, la filial; tras ella, prácticamente todos sus beneficios salen en forma de dividendos hacia Atlantia. Finalmente, salen de la matriz a los bolsillos de los Benetton y el resto de socios. En 2017, la firma italiana decidió pagar aun más dividendos y pasó de remunerar cada acción de 0,97 euros a 1,22 euros, otorgando 63 millones extras a la familia italiana. Según los cálculos de la propia prensa italiana, la familia Benetton se ha embolsado entre 600 y 1.000 millones desde que el Gobierno privatizó las carreteras.

El mantenimiento cae a mínimos

Pese a la dificultad de poner en relieve los datos, las cifras apuntan a que lo invertido en mantenimiento por Autostrade es pequeño en comparación con su volumen de negocio. Las cifras revelan que la firma italiana solo ha gastado uno de cada nueve euros que ha ingresado en el mantenimiento de las carreteras; esto son unos 5.000 millones de euros en 17 años. Además, el volumen total de dicho gasto en Italia es de los más bajos de OCDE, según sus propios datos, solo superado (a la baja) por España y según la misma organización. Por último, desde 2009 la inversión en mantenimiento ha caído un 10%, desde los 715 a los 640 millones, pese al fuerte crecimiento de las tarifas.

El coste del mantenimiento de las carreteras es algo complicado de simular, porque tiene excesivos factores que inciden en él. Desde el terreno en el que está asentado, el clima, el tráfico que tiene y demás parámetros lo hacen difícil. Uno de los mejores trabajos al respecto, fue el de el Departamento de Transportes de EEUU que señalaba que el coste varía desde los 0,06 céntimos de dólar por milla (1,6 kilómetros) en el caso de vehículos y de 2,7 céntimos de dólar la milla, de media, para camiones.

Si se suma toda la distancia de vehículos que transitaron por las autovías de Autostrade: la cifra supone cerca de 230 millones en coches y 160 en camiones. En total, más allá de lo que gasta la firma italiana sin tener en cuanta otros muchos gastos que suponen mantener una vía, desde señales a acondicionamiento exterior o limpieza. En definitiva, el aumento de los precios de las tarifas, junto a unos costes cada vez menores, han terminado por erigir el negocio de los peajes italianos como la verdadera gallina de los huevos de oro.

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