Recta final para la fusión

Azuaga apela al 'andalucismo' para salvar su plan de fusión con Liberbank

El presidente de Unicaja tira de las fuerzas políticas y sociales de Andalucía para tumbar el reparto de poder que él mismo planteó en la negociación.

Manuel Azuaga, presidente ejecutivo de Unicaja.
Manuel Azuaga, presidente ejecutivo de Unicaja.
Efe

El tiempo sigue corriendo para Unicaja y Liberbank. Queda justo una semana de margen para alcanzar un acuerdo con el que sellar de una vez su fusión si no se quiere volver a la casilla de salida en la tramitación. El gobierno corporativo ha sido el principal escollo. Y en este tira y afloja, el presidente de Unicaja, Manuel Azuaga, ha apelado a las principales instituciones y sindicatos en Andalucía con el objetivo de sacar adelante su plan. Una hoja de ruta que pasa por mantener el poder en tierras malagueñas después de su retirada dentro de dos años. Paradójicamente, el planteamiento supone remendar la propuesta que él mismo puso sobre la mesa en el arranque de la negociación. Y es que algo ha cambiado en estas semanas.

Con la ecuación de canje ya pactada entre ambas partes, donde Unicaja tendría en torno al 59,5% de la entidad resultante por su mayor peso, toda la batalla entre ambas partes se circunscribe al reparto de poder. El Banco Central Europeo le da un periodo de 'gracia' de dos años para mantener la bicefalia entre presidente ejecutivo y consejero delegado, en tanto el regulador es partidario de que la primera figura termine siendo meramente institucional, el cargo conocido en el mundo anglosajón como 'chairman'.

 El problema es que Azuaga está ahora abocado a una jubilación dentro de dos años, cuando cumplirá 75. En un principio, el presidente de la entidad malagueña tenía previsto compartir de manera indefinida la bicefalia con Manuel Menéndez, quien está llamado a ocupar el cargo de consejero delegado. Sin embargo, ahora, y tras los requerimientos del regulador, Azuaga no quiere que el banco combinado de la fusión quede bajo el control ejecutivo del actual CEO de Liberbank y ha exigido que para esa fecha se nombre un nuevo responsable de la entidad a instancias de Unicaja.

En definitiva, Azuaga quiere retocar ese primer compromiso de gobierno corporativo en la entidad resultante de la fusión. Busca, tal y como adelantó La Información, tener manos libres para poder nombrar el consejero delegado en representación de Unicaja, manteniendo el poder en Málaga. En el lado asturiano, no recibieron bien este cambio de última hora, tras meses de negociaciones en los que se ha aceptado una ecuación de canje claramente más favorable a Unicaja -por su mayor peso en el negocio-; la ubicación de la sede del banco resultante en Málaga, y la elección de Unicaja como marca.

El andalucismo

Para tratar de meter una mayor presión, el presidente de la entidad malagueña ha apelado a todas las fuerzas políticas y sociales andaluzas, que han salido en tromba a defender su propuesta bajo el argumento de que con él se mantendría el 'ADN andaluz'. Más allá del Estado, las tres administraciones 'locales' de territorio andaluz, en las que gobierna el PP junto con Ciudadanos, se han sumado a este batallón. El consejero de Presidencia, Elías Bendodo, fue claro esta semana: "Nos gustaría que el liderazgo de los últimos años que se ha hecho por andaluces y desde Andalucía se mantenga en la nueva entidad resultante, ahora y a partir de los dos próximos años". Es decir, respaldaba claramente la propuesta de Azuaga.

Después llegaron otras posiciones más. Quizás la más llamativa es la de Francisco Salado, presidente de la Diputación de Málaga, administración que estuvo en el germen de la antigua Unicaja. "Esto no es una fusión entre iguales, sino una fusión por absorción en la que se ha sido muy generoso ya con el reparto de acciones con el reparto de acciones, en el que la entidad con sede en Madrid ha recibido más peso del que le correspondería por volumen de negocio, oficinas y depósitos", apuntó. La tesis de Salado induce a pensar a los analistas que quizá la operación debería sustanciarse a partir de una OPA, de modo y manera que Unicaja comprase Liberbank con todas las consecuencias.

Susana Díaz defiende que la nueva entidad sea malagueña pero elude una posición clara de apoyo al plan de Manuel Azuaga

También salió al paso el alcalde de la capital malagueña, Francisco de la Torre, quien argumentó que el control y la cultura de Unicaja "deben seguir no solamente estos dos primeros años en que estará Azuaga de presidente, sino más allá". Igualmente los partidos políticos en Andalucía también se han sumado a esta batalla. Al margen de Ciudadanos, que gobierna con el PP en todas esas administraciones, el PSOE andaluz también de ha pronunciado, aunque de una manera más tibia.

La secretaria general del partido en la comunidad y expresidenta de la Junta, Susana Díaz, defendió en declaraciones al Diario Sur la necesidad de mantener el "ADN andaluz por su vinculación social, económica y cultura que Unicaja ha tenido y tiene con nuestra tierra". Pero en ningún momento respaldó a Azuaga con su plan de extender más allá de los dos años el liderazgo ejecutivo de los malagueños en la entidad resultante. Unicaja, según ella, se ha convertido en un "referente" y eso debe visualizarse de cara al futuro "tanto en su proyección empresarial como con caras y nombres de nuestra tierra en su staff directivo"

La cuenta atrás

La mayoría de estos apoyos van dirigidos no tanto a Unicaja como entidad, sino a Azuaga y su propuesta, en particular. Es significativo el respaldo de Bendodo, 'número 2' de la Junta de Andalucía, que se refiere a la propuesta del actual presidente del banco malagueño. Y la razón hay que encontrarla en que la administración regional, gobernada con PP y Ciudadanos, forma parte del patronato de la Fundación Unicaja y ha querido desmarcarse ante las diferencias entre el presidente del organismo que fue también presidente durante muchos años de Unicaja, Braulio Medel, y su actual sucesor, Manuel Azuaga. Como ya señaló este periódico, la Fundación Unicaja es partidaria de cerrar el acuerdo sin entrar en mayores conflictos por razones de gobierno corporativo.

Mientras tanto, el tiempo pasa y el acuerdo sigue sin formalizarse por los consejos de administración de ambos. Hoy por hoy existen tres posibles escenarios ante este 'tira y afloja' por el gobierno corporativo. Uno de ellos es que se firme el pacto y se selle la paz definitiva antes del 31 de diciembre y, por tanto, sigan vivos todos los cálculos y canjes negociados en base al negocio de los primeros seis meses del año. Otro es que se pospongan las conversaciones a las primeras semanas de enero y, por tanto, haya que renegociar el grueso de los términos en base a los números posteriores porque habría que actualizar la vigencia de los estados financieros y, por tanto, sería necesario volver a poner el contador a cero en las preceptivas 'due diligences'.

El tercero de esos escenarios es el de la ruptura total. Sería la segunda vez en menos de dos años en la que ambas partes deciden levantarse de la mesa de negociación sin pactar una unión. La primera ocasión se produjo en mayo de 2019, cuando el reparto accionarial fue el escollo. Ahora, el gobierno corporativo puede ser una piedra insalvable. La cuenta atrás está a punto de acabar.

Mostrar comentarios