Deja atrás las amarguras de la crisis

La banca empieza un nuevo amanecer tras superar el 'rubicón' de la Covid-19

Las entidades financieras constatan en sus cuentas anuales de 2021 un punto de inflexión tras la incertidumbre y las restricciones regulatorias sufridas por la pandemia. 

El nuevo presidente de CaixaBank, José Ignacio Goirigolzarri, junto a la presidenta de Banco Santander, Ana Botín, y el presidente de BBVA, Carlos Torres
El presidente de CaixaBank, José Ignacio Goirigolzarri, junto a la presidenta de Banco Santander, Ana Botín, y el presidente de BBVA, Carlos Torres
EFE

La gran banca espanta la tormenta del coronavirus. Después de un 2020 confuso y unas cuentas quebrantadas por la fuerte dotación de provisiones extraordinarias que las entidades tuvieron que realizar para atender los potenciales riesgos, el sector deja atrás las amarguras y las tribulaciones para emprender una nueva era en la que los beneficios cosechados en 2021 no solo superan a los obtenidos antes de la pandemia, sino que se impulsan hasta unos niveles no vistos en una década con un resultado conjunto cercano a los 20.000 millones de euros. 

Esta nueva etapa marca un punto de inflexión en la recesión desatada por el virus dando señales de recuperación económica. El año 2021 queda ya atrás y se convierte en uno de los mejores ejercicios de la historia bancaria española más reciente. Todo ello en un contexto en el que han tratado de adelgazar sus estructuras lo máximo posible, pues ha sido también el 'annus horribilis' para el empleo bancario y en términos de reducción de oficinas. Las fusiones igualmente han sido protagonistas, destacando el nacimiento de uno de los grupos más grandes del país conformado por CaixaBank y Bankia. 

Aunque es evidente que el año ha estado tintado de elementos extraordinarios que en 2022 poco a poco acabarán normalizándose, la banca española se siente más saneada que nunca. La plana mayor de Bankinter, Banco Sabadell, CaixaBank, Banco Santander y BBVA dejó entrever en sus respectivas presentaciones al mercado en relación al cierre de año celebradas durante estos últimos días que su estado anímico había mutado radicalmente hacia un enérgico optimismo, que compara con el sentimiento de cierto desánimo mostrado en trimestres anteriores ante la falta de visibilidad por lo que pudiera pasar. 

El ciclo actual está marcado, además, por la gran lluvia de dividendos comprometida con los accionistas. Los bancos ansiaban poder volver a remunerar tras el veto impuesto nada más estallar la crisis de la Covid en marzo de 2020. El Banco Central Europeo (BCE) decidió que esta era la mejor medida de prudencia para hacer frente a cualquier turbulencia financiera, pues el objetivo era que en ningún momento se cerrara el grifo a los hogares y a las empresas. 

Pese a que acató la 'recomendación' cuasi impuesta, el sector siempre pensó que se trataba de una decisión injusta y no dejaron de lanzar promesas para trasladar que la remuneración estaba garantizada en cuanto tuviesen la puerta abierta. Y así ha sido. La retirada de prohibiciones sobre el uso de capital incluso ha desatado una nueva moda entre los bancos: las recompras de acciones. En España, BBVA y Banco Santander fueron los primeros en complementar sus dividendos con esta fórmula. Ahora CaixaBank quiere hacer lo mismo. 

Las fusiones y los recortes empezarán a dar sus frutos a toda potencia en 2022, llegarán los fondos europeos de los que prevén aprovecharse y la era de tipos en mínimos históricos se acerca a su fin

Y el futuro más próximo está cargado de una mayor ilusión y euforia. Las reestructuraciones y fusiones empezarán a dar sus frutos a toda potencia en 2022, se espera que más pronto que tarde llegarán los fondos europeos con los que la banca tratará de sacar provecho mediante el efecto multiplicador y, por si fuera poco, parece que el truculento escenario de tipos en mínimos históricos empieza a ver su fin. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, lanzó esta semana una frase con la que dejó abierta la puerta a subir los tipos de interés este mismo año siempre que lo justifiquen los datos económicos. Posteriormente tuvo que matizar ante el revuelo en los mercados, pero los analistas empiezan a descontar que el regulador podría acelerar sus planes.

Los equipos de los bancos, aunque todavía trabajan con un presupuesto conservador, empiezan a ver luz al final del túnel. Los movimientos al alza en el precio del dinero suponen un revulsivo para el margen de intereses. Cualquier alteración será muy gradual y existe un efecto de decalaje con el que el resultado podría no quedar reflejado en las cuentas bancarias hasta pasado al menos un año. Pero en todo caso se prevé que impacte de manera positiva y suponga una palanca para lograr los objetivos financieros que se han marcado la mayoría de entidades en sus planes estratégicos para el próximo trienio. 

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