Las oficinas bancarias siguen bajando la persiana en toda España y ya quedan menos de 24.000 en todo el territorio nacional, según los datos del Banco de España. Las entidades financieras de nuestro país han sufrido cambios estructurales en los últimos años. Prueba de ello han sido las fusiones y absorciones que se han llevado a cabo en el mercado nacional y que han terminado con el cierre de muchas de las sucursales que, tras estas operaciones, no fueron consideradas como necesarias.
El pico en el número de oficinas se alcanzó en septiembre de 2008, cuando se contabilizaban en España 47.707, según los datos del supervisor bancario. Entonces comenzaba una crisis económica que cambiaría radicalmente el devenir del sector y del conjunto de los españoles. Si se comparan estas cifras con las últimas que ha hecho públicas el Banco de España, 23.851 oficinas activas a cierre de 2019, se observa una caída de más del 45% en el número total. Casi la mitad de ellas desaparecieron en apenas doce años.
Pero en los últimos tiempos esta caída se ha ido incrementando cada vez más. Tanto es así que desde 2015, es decir, en solo cinco años, esta reducción ha sido del 25%, o lo que es lo mismo, casi 10.000 oficinas bancarias menos. A día de hoy, y de acuerdo con los repartos de población, la mayoría siguen concentrándose en Andalucía, Cataluña y Madrid, por este orden. Pese a ello, es precisamente la segunda de estas comunidades autónomas la que sigue concentrando un mayor número de cierres, en parte por la alta densidad con la que contaba hace años debido a la proliferación de cajas de ahorros.
Pero sea como fuere, este proceso es imparable, confirman fuentes del sector financiero a La Información. La desaparición de decenas de entidades tras la crisis de 2008, la oleada de fusiones y absorciones que han llevado a cabo en los últimos años, la cada vez más importante digitalización del sector unida a la importancia que ha adquirido la reducción de costes hace preveer que el número se seguirá reduciendo año a año, según confirman a este medio.
En los últimos años, algunas de los cierres masivos más importantes han sido los de oficinas de las antiguas cajas de ahorros tras pasar a manos de sus nuevos propietarios. La crisis irrumpió en España en medio de la expansión de su negocio y lo cortó completamente. En septiembre de 2007, momento en que se alcanzó el pico de oficinas bancarias en España, este tipo de entidades copaban el 55% del total. Es decir, tenían más de 25.000 espacios en los que atendían a sus clientes, muchos de ellos, en la España rural.
El ejemplo más claro de la desaparición de estas sucursales se puede ver en Cataluña. Este territorio contaba con una decena de cajas de ahorros -La Caixa (CaixaBank), Caixa Catalunya, Caixa Penedès, Caixa Terrassa, Caixa Sabadell, Caixa Girona, Caixa Tarragona, Caixa Manresa, Caixa Laietana y Caixa Manlleu- que se integraron mayoritariamente en Catalunya Caixa y Unnim -dos entidades que ahora forman parte de BBVA- y en BMN, absorbida por Bankia, pero que previamente había vendido su negocio en Cataluña y Aragón a Banco Sabadell.
Así por ejemplo, y volviendo a tomar como referencia los números de todo el país, Bankia cerró más de un centenar de oficinas como resultado de la integración de BMN, Banco Santander lanzó un plan para cerrar más de un millar tras la operación de Popular, Caixabank puso sobre la mesa una planificación en la que preveía la clausura de más de 800 sucursales... muchos ajustes han sido los que se han ido haciendo realidad en los últimos años, pero quedan más. Por ejemplo, Sabadell anunció hace apenas unos meses que su hoja de ruta conlleva el cierre de 200 de sus puntos de atención al público este año y BBVA hará lo propio con un número similar de ellas. Suma y sigue.
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