Los aspirantes olvidados del Banco de España en la carrera para suceder a Linde

  • El subgobernador Javier Alonso, el responsable de Conducta Fernando Tejada y la consejera Ana María Martinez Pina se cuelan en las quinielas.
Linde desvincula la corrupción de la recuperación económica, que ve en camino
Linde desvincula la corrupción de la recuperación económica, que ve en camino

Queda menos de un mes para el relevo de Luis María Linde al frente del Banco de España. Salvo sorpresa, hay convicción de que regirá la vieja tradición donde el Gobierno designa al sucesor y el PSOE, al parecer obsesionado con sentar en dicho sillón a una mujer, elegirá al subgobernador. Frente al secretismo de una decisión que muchos elevan a un pacto directo Mariano Rajoy-Pedro Sánchez, la carrera sucesoria lleva semanas alimentado cábalas con decenas de perfiles, más técnicos o políticos, e, incluso, en los pasillos del organismo supervisor se airea la disponibilidad de ciertos altos cargos para tomar el timón al término de su mandato (el 11 de junio se cumplen los seis años al cargo de Linde).

El actual subgobernador, Javier Alonso, podría continuar en el cargo otros cuatro años dado que ocupó el puesto con el estreno de 2017 por la marcha de Fernando Restoy a la presidencia del Instituto de Estabilidad Financiera del Banco de Pagos Internacionales. La intención del entonces ministro de Economía y hoy vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, era hacer coincidir, sin embargo, su salida con la de Linde para retomar la tradición de acuerdo PP-PSOE en la renovación completa de la cúpula y que los mandatos -léase estrategia o dirección- caminen acompasados.

La opción de que promueva al sillón del principal inquilino del edificio de Cibeles sería, según fuentes financieras, del agrado de Alonso, responsable durante muchos años del área que construye el beneficio de la institución y garantiza las transacciones del día a día en el sistema financiero -Operaciones, Mercados y Sistemas de Pago- sin la visibilidad ni el reconocimiento que sí ofrece la división de Supervisión.

Hay precedentes: Mariano Rubio y Ángel Rojo ejercieron de subgobernador, una responsabilidad técnica para bregar a fondo con el sistema financiero, antes de escalar al primer nivel con cometidos añadidos institucionales. Jaime Caruana se ocupaba, en cambio, de la supervisión cuando fue designado gobernador; Luis María Linde regresó al organismo desde la dirección general del Banco Interamericano de Desarrollo, y en los casos de José Ramón Álvarez Rendueles y Miguel Ángel Fernández Ordóñez su última función previa a asumir la responsabilidad de gobernador fue la de secretarios de Estado de Economía o de Hacienda y Presupuestos.

En ámbitos financieros se atribuye a Fernando Tejada, el director de Conducta de Mercados y Reclamaciones que ha tenido que corregir malos hábitos y abusos en comercialización de productos de la banca, interés vivo aún en ejercer de ‘número dos’ después del desencanto de caerse de la terna barajada con el relevo de Restoy junto a Alonso y Julio Durán, director general de estabilidad financiera. En 'pseudocantera', otro perfil de máxima capacidad que cuelan expertos técnicos consultados es Ana María Martínez Pina, consejera del Banco de España por su cargo de vicepresidenta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

De carácter firme en decisiones y profundo conocimiento del sector financiero como inspectora de seguros de carrera y expresidenta del Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC), daría el perfil ideal para subgobernador y la cuota femenina exigida por el PSOE en el recambio de Linde para avalar el pacto. Ahí, Margarita Delgado, directora general adjunta del Mecanismo Único de Supervisión (MUS), suena con fuerza. Respetada por el sector financiero y técnico comercial de cantera del Banco de España sonó para la vicepresidencia del BCE junto a Luis de Guindos; aunque su involucración hace unos años en la inspección del Popular no juega a su favor con la resolución altamente judicializada.

Una figura emergente es Pablo Hernández de Cos. Joven, bien preparado y sin ‘mochilas’ porque su cometido ha sido ajeno a la supervisión -un rol pesado y discutido con la crisis- y ocupa la dirección general de Economía y Estadísticas en la institución. Reconocido por el sector financiero y ambos partidos, aunque ha hecho carrera a la sombra del PP, reúne igualmente el perfil técnico que cada vez más voces en el sector financiero y la propia institución reclaman ante el miedo a que se impongan criterios políticos en la elección cuando el Banco de España, la banca y España se juegan mucho en la partida.

De ahí la aparente desconfianza en Fernando Becker, expresidente del ICO y director corporativo de Iberdrola hasta hace tres meses, aún cuando está muy bien posicionado. Más que un hombre próximo al PP sería apuesta personal de Mariano Rajoy, con cuyos lazos se remontan a la infancia y barajó como ‘ministrable’ con la salida de Guindos al BCE al que tomó el relevo Román Escolano. Otra persona reconocida por el sector financiero pero que colaboró estrechamente hace años con el presidente del Gobierno y está en quinielas es Rosa Sánchez-Yebra, ex secretaria general del Tesoro y muy próxima a Guindos -su número dos Íñigo Fernández de Mesa, hoy asesor de Rothschild, se ha ido diluyendo en las cábalas con el paso del tiempo-.

Mientras, surgen nombres nuevos. El de José Luis Escrivá, presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), gusta en el sector para subgobernador por su profundo conocimiento de la industria desde que inició carrera en el Banco de España y con las responsabilidades ejercidas durante años en BBVA. Su desencuentro con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, sería un escollo, aunque hay quien ve puntos ahí para buscar el apoyo en Guindos y próximos.

Alguien con mando en plaza

El desenlace se acerca por la tozuda realidad de que a Linde que le restan 22 días de mandato. Se ironiza con la dificultad para desentrañar la incógnita cuando depende directamente de Rajoy, acostumbrado a mantener férreo secreto con nombramientos significativos; a la vez que se multiplican las voces que exigen “meter cordura”. La operativa del Banco de España en España es ardua: debe recuperar la reputación dañada con la crisis y poner apaciguar el enfrentamiento con los inspectores. Pero, sobre todo, trasciende fronteras: las decisiones de supervisión y política monetaria se fijan en Fráncfort para aplicarlas aquí con todo lo que eso implica y obliga a afinar bien las candidaturas.

“Hace falta un gobernador y un subgobernador que no se anden con paños calientes, sí que sean diplomáticos, pero firmes. Tienen que saber leer bien un balance. Con sistemas bancarios tan gigantescos, en el MUS, se controlan bien al banco Santander, BBVA, Caixabank o Bankia. Nuestras entidades medianas, que aquí son muy importantes, allí son pulgas”, explica un solvente conocedor del sector financiero y supervisor, quien desliza el riesgo de asumir medidas dictadas a miles de kilómetros sin calibrar la repercusión cuando el sector español hoy destaca por los deberes hechos frente a otros menos escrutados.

El subgobernador tiene por misión principal controlar y vigilar la supervisión de las entidades, evitando problemas de solvencia. Su voz y voto es directo en el MUS, brazo con que se dotó el BCE para supervisar a las entidades financieras del euro desde 2014. A juzgar por los expertos lo ideal es un perfil duro en casa para que la banca mantenga negocio y balance robustos, y la defienda con pulso firme fuera: “Se ponen alertas sobre una entidad y miras fuera y nuestra banca está genial en la comparativa. Se necesita alguien que cuando le pongan exigencias a un banco mediano tenga el coraje de decir: los tuyos están peor”.

Al gobernador le corresponde el rol de ser “mitad ministro de Economía, mitad supervisor” por una exposición más pública, el deber de compendiar responsabilidades macro y micro de la institución y una participación en BCE y MUS donde le toca defender lo que mejor conviene en política monetaria a la zona euro…. y de nuevo, a España. Dentro, evitar la siempre tentación de usar la atalaya del Banco de España y su caja de herramientas como instrumento político.

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