De Santander a CaixaBank: la banca sella la crisis y vuelve a la fiesta del dividendo

  • La gran banca garantizan a los accionistas subidas, abonos extras o pagos íntegros en efectivo. Buscan recuperar su atractivo.
El consejero delegado de Caixabank, Gonzálo Gortázar, y el presidente, Jordi Gual, en la junta de accionistas..
El consejero delegado de Caixabank, Gonzálo Gortázar, y el presidente, Jordi Gual, en la junta de accionistas..

La recesión torpedeó la rentabilidad que la banca exhibía casi desde siempre de cara al inversor, obligando a las entidades a colocar toda la carne en el asador para ‘sujetar’ su interés. A pesar de los severos esfuerzos, el desplome de resultados golpeó cotizaciones y drenó dividendo. Han encadenado años buscando aumentar el abono, pero es ahora cuando coinciden casi al unísono en garantizar una mejora en la remuneración a sus propietarios. CaixaBank lo firmó ayer en junta, el mismo foro utilizado por BBVA y Santander, mientras Bankia descubrió su propósito como pieza de bóveda del recién estrenado plan estratégico.

En palabras del presidente de CaixaBank, Jordi Gual, los accionistas deben ser “los principales beneficiarios” con la recuperación de las cuentas, como también fueron “los mayores perjudicados” con la pérdida de rentabilidad. Las distintas ‘hipotecas’ de la crisis deprimieron al 3,4% una rentabilidad del banco de La Caixa al 3,4%, que este año promete colocar entre el 9 y 11%.

La preocupación de los mercados por la rentabilidad obedece a que, por debajo del dígito, las entidades financieras ni siquiera cubren el coste de levantar el exigido capital. CaixaBank rebasará dicha frontera este año y se compromete a continuar distribuyendo “como mínimo” la mitad del beneficio consolidado. Con cargo al ejercicio 2017 repartió el 53% de la ganancia, pero la mejora vendrá ahora dada con el desempeño proyectado del beneficio y un abono íntegro en efectivo.

Ha sido el primero en recuperar el pago completo en cash, junto con el Sabadell, que lo reinstauró el pasado ejercicio. El Santander lo hará en 2019, según anunció la presidenta del grupo cántabro, Ana Botín, en junta. El mismo foro donde Francisco González garantizó a los accionistas de BBVA que “en el futuro, el dividendo crecerá de igual forma de los resultados del grupo y se pagará cien por cien en efectivo”. Se pondrá así fin al recurso al denominado ‘scrip dividend’, fórmula que ha permitido al inversor elegir entre ingresar el cupón en cash o recibir títulos, y que casi se generalizó entre la banca precisamente para mantener el interés del inversor cuando la crisis aplastaba los resultados.

Su utilización permitió a las entidades entregar el mismo cupón, algo imposible de sostener de haber tenido que echar mano exclusivamente de resultados menguantes; pero diluía al inversor al multiplicar el número de valores en circulación. Y, si bien ofrecía al sector la ventaja de reforzar la solvencia regulatoria por la simple emisión de nuevos títulos, el Banco de España tomó cartas en el asunto y le puso coto limitando su utilización por ese pernicioso efecto multiplicador de las acciones.

La carta que jugará Bankia -y puede que Liberbank y otras entidades- es distinta. La entidad presidida por José Ignacio Goirigolzarri está decidida a ‘endulzar’ su privatización duplicando el dividendo con un reparto que superará los 2.500 millones en tres años. Parte saldrá de ganancias y parte del abultado cofre de capital.

Su ratio de solvencia regulatoria alcanzó el 16,84% al cierre de 2017, frente al 11,375% exigible, lo que traducido a dinero significa que esconde 4.700 millones de euros de capital sobrante. Un ‘anzuelo’ para elevar la aún pobre factura del Estado, que apenas ha ingresado 2.656 millones entre dividendos y venta de acciones en un grupo receptor de 24.069 millones en ayudas y donde tiene hasta diciembre de 2019 para enajenar el 61% que controla de la enseña.

El exceso de capital está llamado a servir de hucha a otros bancos para el mismo cometido. Liberbank, por ejemplo, baraja distribuir parte de los recursos si cuando el BCE verifique su modelo de gestión de riesgo afloran el excedente que espera, como ha ocurrido en otras entidades. Es algo que está sucediendo igualmente en seguros -VidaCaixa, por ejemplo, proyecta devolver al grupo parte de sus 800 millones de más-.

Fin a la insaciable carga regulatoria y el saneamiento 

¿Qué detona la situación? Una multiplicidad de factores y una determinante: la industria comienza a sentir que la insaciable sed regulatoria está llegando a su fin. Con el propósito de evitar que futuras crisis financieras corran a cargo del bolsillo del contribuyente se inició una escalada normativa que ha obligado a las entidades a echar mano de todos los cauces para sanear balances y crear colchones para eventuales autorrescates. Desde 2008, la banca española ha comprometido más de 300.000 millones en este doble ejercicio.

Una montaña de dinero que ha salido de unos resultados que sufría a la vez con la caída del negocio y los tipos a cero. Ahora comienza, sin embargo, a verse el final a la factura porque los reguladores están acabando las normas y el saneamiento del ladrillo ya ha quedado atrás. Son igualmente optimistas sobre el fin en la destrucción del negocio. Gual auguró una pronta inflexión en el crédito y su vuelta al crecimiento tras casi una década de reducción -el desendeudamiento de familias y empresas ha hecho desaparecer prácticamente un tercio de la tarta-.

Casi la única rémora es que nadie espera que el Banco Central Europeo (BCE) suba tipos antes de mediados del próximo año, de forma que el euríbor negativo seguirá pesando. Pero hay expectativas de mejora de las cuentas porque la recuperación está animando a que los clientes compren y consuman más productos generadores de comisiones.

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