Draghi torpedea a Bankia y complica al Gobierno de Sánchez su privatización

  • La firma nacionalizada precipitó su caída tras escucharse la nueva ruta impuesta por el BCE, que vuelve a poner en duda su rentabilidad futura
Fotografía Goirigolzarri, Bankia
Fotografía Goirigolzarri, Bankia
EFE

A Bankia no le sentó nada bien la comparecencia del Banco Central Europeo (BCE). La entidad cerró cómo farolillo rojo de la sesión de este pasado jueves con un retroceso del 2,02%, y ya es la peor entidad del Ibex en lo que va de año. Todo ello, pese a permanecer casi plano a lo largo de toda la sesión. La nueva ruta en materia de política económica que ha tomado el BCE ha levantado de nuevo dudas de la rentabilidad futura de la entidad nacionalizada, que además en los próximos meses se enfrentará a los mercados en una hipotética privatización.

La secuencia temporal ha sido más que evidente: unos minutos antes de la comparecencia de Mario Draghi en Riga, alrededor de las 13.45, la acción de Bankia marcaba los 3,417 euros por acción. Poco más de una hora después, el valor se había desplomado un 1,6%. Incluso en algún momento la cotización de la entidad nacionalizada ha llegado a caer ampliamente por debajo del 2,5%. La razón es que el BCE ha decidido que mantendrá los tipos de interés en el 0% “al menos, hasta verano de 2019”. Con ello, ha borrado de un plumazo las especulaciones que existían de que la subida de tipos llegará antes o durante el verano del año que viene.

La comparecencia de Draghi no solo ha sentado mal a Bankia, sino que ha arrastrado al rojo a la práctica totalidad de los bancos españoles: Bankinter he perdido un 1,79%, Caixabank ha caído una centésima menos y Banco Sabadell cerró con un 1,71% por debajo de su valor inicial. Los que menos han sentido el golpe han sido BBVA (ha caído una décima) y Banco Santander que ha terminado la sesión con una ligera alza. Una situación lógica, puesto que cerca de un 80% del beneficio de ambas entidades viene de fuera del euro.

Las dificultades de Bankia con el actual nivel de tipos, con un euríbor históricamente bajo aunque parece que ha empezado a darse la vuelta, lo resumió a la perfección el consejero delegado de la Entidad, Jordi Sevilla: “Los tipos bajos nos encantan, pero los negativos nos están matando”.

Al contrario que ocurre con BBVA o Banco Santander, y en menor medida Sabadell, Bankia está muy apegado a las decisiones en materia de tipos de interés del BCE por dos razones. La primera y más importante, su único mercado es el español, por lo que prácticamente todos sus préstamos e hipotecas están referenciadas al euríbor. En segundo lugar, porque Bankia es la entidad que más hipotecas a tipo variable tiene en su cartera, cerca de 9 de cada 10. De hecho, el 40% de la rentabilidad que espera obtener Bankia hasta 2020 está directamente relacionada con que suban con cierta fuerza los tipos de interés.

En peligro la privatización

La decisión del BCE de posponer la subida de tipos tiene un impacto directo sobre el proceso de privatización de Bankia. La explicación de este efecto colateral es sencillo, al fin y al cabo lo que se busca es vender la firma a los inversores (que prácticamente es lo mismo que privatizarla) por un precio que pone el mercado. Dicho precio no es más que la suma, entre otros componentes, de la corriente futura de beneficios de la entidad.

En este último punto, el flujo de beneficios futuros de la firma, entra de lleno el juego de los tipos de interés. De hecho, esos tipos que imponen los bancos centrales es el precio que pagan los bancos por la materia prima con la que trabajan: el dinero. El negocio bancario, al fin y al cabo, no es más que comprar, lo que paga por los depósitos, y vender, lo que cobra por prestarlo, dinero y apuntarse el diferencial.

En ese juego de comprar y vender dinero es donde los tipos de interés, más en concreto la denominada curva de tipos, tiene un papel esencial. La clave radica en qué punto de la curva está el banco y la evolución futura de la misma, ya que el corto plazo representa el coste para las entidades (remunera los depósitos cómo mucho a dos años), mientras que a largo plazo representa los beneficios (por ejemplo una hipoteca a 30 años). Cuando la curva es ascendente, la entidad se muestra en buena disposición para el futuro, el problema aparece cuando los tipos que parecían que iban a subir no lo hacen y se mantienen planos. En ese momento, el que se temen los inversores, los resultados se resienten.

Por último, todo ello tiene una influencia directa en el precio de la entidad, y con ello obviamente en lo que se va a pagar por privatizarla. Una de las fórmulas académicas para conocer el valor de un activo es la que hallaron Gordon y Shapiro, que recibe su nombre, que relaciona hasta tres elementos: el valor contable, en principio dado, una rentabilidad del capital, que también viene en parte de manera exógena, y el denominado ROE (beneficios dividido entre fondos propios). Obviamente y salvo desastre, los fondos propios varían poco, por lo que al final el mayor peso sobre el valor real de un activo recae sobre los beneficios y estos vienen influidos por la curva de tipos. Por ello, la decisión de Draghi ha pesado tanto sobre la banca y en especial sobre Bankia.

Con el precio tambaleándose, en lo que va de año Bankia ha perdido más de un 12,4%, la privatización se complica cada vez más. Meses atrás, con la entidad hundida alrededor del 6%, el anterior ejecutivo liderado por Mariano Rajoy ya advirtió que había riesgo real de aplazar el proceso de privatización. Ahora, con una caída muy superior y el cambio de Gobierno es cada vez más probable alargar los ya 17 meses de plazo para finalizarla.

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