Echenique: "Popular era bueno hace 30 años, no cuando revisamos la operación"

  • El banquero dice que analizó la entidad y no formuló oferta porque le salía negativa. Defiende las cuentas de Ron: "no hay ocultación ni falsedades" 
Rodrigo Echenique comparece en la Comisión de Investigación en el Congreso sobre la crisis
Rodrigo Echenique comparece en la Comisión de Investigación en el Congreso sobre la crisis
EFE

El presidente del Santander y del Popular, Rodrigo Echenique, explicó este miércoles que el grupo cántabro arrojó la toalla y decidió no hacer la operación de compra cuando el equipo liderado por Emilio Saracho abrió sus libros ante los problemas que arrastraba el sexto banco nacional. “Este banco era bueno hace 30 años”, pero no en el momento en el que "analizamos la transacción", según aseguró durante la Comisión de Investigación sobre la crisis en el Congreso de los Diputados. 

El banquero relató que el grupo seguía al Popular como a otras muchas entidades en los distintos mercados donde opera ante la obligación de estar atento a oportunidades, sin que en ese momento tuviese intención ni deseo de adquirirlo. El interés se debía a que el Popular copaba un 6-7% del mercado en España, el 2% en Portugal y con presencia importante en regiones donde el Santander tiene menor posición o su peso en pymes. Sin embargo, relató que accedió a mirar sus números por invitación de Saracho y tras revisarlos el 18 de mayo declinó formalmente en una carta del consejero delegado presentar oferta porque no le otorgaba un valor positivo, y difícilmente su consejo de administración habría apoyado una oferta que diluía al accionista.

Sin embargo, relató que aceptó la invitación del Frob ofreciendo un euro, que otro postor podría haberle arrebatado con solo presentar dos euros - aseguró que desconocía si existía o no otras propuestas-, y se lo adjudicó evitando un grave problema para el país. “La estabilidad y credibilidad se hubiera visto gravemente afectada y nos habríamos visto afectado a todos”, refirió en alusión al sistema financiero, país, clientes y accionistas.

"No hay ocultación" en las cuentas de 2016

“Hay consenso nacional e internacional que fue la mejor solución posible”, sostuvo, reiterando en varias ocasiones que de no estar el Santander habría sido “una desgracia”, causando “alarma y perjuicios muy importantes” para el país, para la sociedad y la banca porque hubiese sido inevitable aplicar quitas a los depositantes.

Durante su intervención subrayó que pese a la situación "crítica" en la que se encontraba la entidad, no ha encontrado "inexactitudes ni falsedades" en las últimas cuentas de Ángel Ron correspondientes a 2016. "No hay ocultación. Hay una mala operativa de procesos internos" en alusión a los sistemas de control de riesgos que, a su juicio, sí adolecían de una insuficiente dotación de medios" humanos y recursos, refirió en contra de la investigación abierta por la CNMV para averiguar si escondió pérdidas en ejercicios pasados. 

En el mismo sentido refirió que tampoco ha encontrado activos o un patrimonio mejor del esperado: "No nos hemos encontrado ninguna joya en el cajón", dijo. El veterano banquero fue el ejecutivo al que Ana Botín encomendó el timón de la filial española cuando se adjudicó el Popular el 7 de junio de 2017 durante el proceso de resolución decidido por el organismo liderado por Elke König.

El Santander recibió ese día un banco al que Junta Europea de Resolución (JUR) había aplicado 12.400 millones en saneamientos y que será responsable de que concluya el año con 13.560 millones en ‘números rojos’. Se lo adjudicó al simbólico precio de un euro al ser la oferta del Santander, la única presentada aún cuando BBVA estuvo mirando sus números hasta el último minuto y anteriormente lo había hecho Sabadell y Bankia en el proceso lanzado por el equipo de Emilio Saracho.

En la asignación influyó su capacidad para estabilizar el problema y resolverlo. Esa misma noche el Santander tuvo que llenar sus vacías cañerías inyectando 13.000 millones en liquidez que le permitirían abrir con normalidad sus oficinas al día siguiente. Las incesantes y crecientes dudas sobre su viabilidad habían provocado una estampida de depósitos cercana a los 18.560 millones entre enero y junio, y el Banco de España negó financiación de emergencia ante su incapacidad de presentar avales.

El banco ya venía de anotarse pérdidas de 3.260 millones en 2016, cuando todavía estaba capitaneado por Ángel Ron por otro esfuerzo de 5.700 millones en saneamientos dentro de una estrategia para solucionar de raíz sus problemas que no llegó a ejecutar, al precipitarse su salida. Le sustituyó Saracho, que en el mismo Congreso sostuvo que el Popular ya estaba “condenado” por la losa inmobiliaria y los nuevos requisitos regulatorios, y culpó a la JUR de provocar la"corrida de depósitos" al filtrar que estaba vigilando el Popular por si debía intervenir.

El Santander estima que la transacción le reportará una rentabilidad del 13-14% a los tres años. Con apenas un año transcurrido, ha resuelto todas sus alianzas comerciales (seguros, cajeros, tarjetas…), ha desconsolidado los 30.000 millones brutos en activos inmobiliarios heredados gracias a una operación con Blackstone, y avanza en la integración. Un proceso que arrancó en servicios centrales y prevé concluir pasado el próximo verano, cuando la marca Popular desaparecerá de sus oficinas e integrará la red en España.

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