Telefónica devora un tercio del beneficio de BBVA por su mala racha en bolsa

  • El banco carga contra resultados 1.123 millones en minusvalías por su 6,69% en la operadora. No afectará al capital ni al reparto de dividendos
Fotografía de Francisco González, presidente del BBVA
Fotografía de Francisco González, presidente del BBVA

Cierre de ejercicio amargo para BBVA. La mala racha en bolsa de Telefónica le obligará a cargar contra resultados minusvalías por importe de 1.123 millones de euros o el equivalente a casi un tercio de los 3.475 millones ganados por el grupo a lo largo de 2016.

Entre enero y septiembre del presente ejercicio la entidad presidida por Francisco González se acercaba a dicho umbral, con 3.449 millones de ganancia y que fácilmente superarían los 4.600 millones al cierre del ejercicio con, simplemente, mantener la inercia de generación. De conseguirlo, el desplome de su histórica participada barrería casi la cuarta parte, salvo extraordinarios positivos que mitiguen la sacudida. En la recámara tiene, por ejemplo, la venta de la filial en Chile y la megaoperación inmobiliaria con Cerberus.

El impacto lo desveló la entidad avanzada la noche de ayer en comunicado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) con dos salvedades: afea las cuentas, sí, pero sin diluir el ahora preciado colchón de capital ni interferir en la política de retribución al accionista. Su estrategia pasa por repartir entre un 35 y 40% anual en dividendo de caja.

El bocado es producto de un cambio de guión regulatorio por aplicación de la normativa internacional IAS 39, que obliga a convertir las minusvalías latentes en impactos materiales cuando el desplome de la inversión supera el 40% y encadena un mínimo de 18 meses. Las reglas hasta ahora vigentes permitían pasar la factura contra patrimonio sin deslucir la cuenta, a la sazón, la rúbrica que suele influir en la remuneración al inversor de forma directa, y donde tocará aplicarlas a partir de ahora.

En BBVA la situación es palmaria porque ha cotizado 22,4 meses a un precio inferior al que efectuó su histórica incursión. Caixabank, en cambio, su otro banco socio, se librará casi por azar técnico porque la operadora cotizó en algún momento de dicho cómputo por encima del precio de compra colocando en kilómetro cero el contador. Es un suma y sigue porque ambos tuvieron que encajar el pasado ejercicio 440 millones de factura a cuenta de la normativa, aunque sobre las espaldas de su mullido colchón de solvencia.

Socio estratégico desde hace décadas, el banco azul atesora un 6,96% de Telefónica que a precios de mercado alcanza los 3.000 millones de euros. La operadora que capitaliza a 43.400 millones de euros en los mercados ha logrado recuperar un 2,17% en las escasas sesiones de 2018, aunque aún cotiza a un 9,96% por debajo del valor que marcaba cuando José María Álvarez-Pallete llegó a la presidencia el 8 de abril de 2016. Se resiente de la dificultad para enajenar activos y reducir la deuda, conforme al plan proyectado y comunicado a los inversores, y que le ha valido degradación de los ratings de solvencia por parte de Moody’s o Fitch.

El aciago tránsito, por el revés en numerosos de sus planes, ha hundido su cotización en algún momento por debajo de los 7,7 euros en los últimos meses, mientras que los buenos indicadores en resultados concedieron respiros que también condujeron en volandas su cotización a ras de los 10,6 euros en otras sesiones. Muy lejos, en cualquier caso, de los entre 15 y 20 euros a los que BBVA hizo crecer su presencia en el accionariado desde los años noventa, cuando forjó una alianza donde llegó a copar un 9% de su propiedad y la teleco proyectaba acopiar el 3% del banco.

La dificultad para reducir deuda atenaza la cotización

El foco sobre la operadora se estrecha a medida que corre el tiempo y fracasan planes para reducir el apalancamiento con la venta de la filial británica O2 o el revés en la salida a bolsa de Telxius, enajenada después en parte a KKR. Apenas cala gestos como el compromiso del presidente, con más de 5,3 millones de euros invertidos en sus acciones en espaldarazo al proyecto.

Para el BBVA se repite la historia. Sus cuentas en varios de los últimos ejercicios se han visto empañadas por tener que reconocer la mala evolución de sus inversiones. En 2011 segó 1.000 millones contra el patrimonio por la depreciación de su participación en la filial de EEUU, un episodio que volvería a sufrir en 2015 y con su apuesta estrategica Garanti de Turquía, con una factura de 1.840 millones, y que ha presidido su repliegue en Asia. La franquicia otomana genera el 14% de la cuenta global después de haber consumido más de 6.000 millones entre inversión y saneamientos por pérdida de valor de las acciones. 

La aventura china le costó casi 3.000 millones, entre la incursión y posterior venta de su posición accionarial en Citi Bank. Anunciada a bombo y plantillo hace una década, llego a tener un 15% de aquella entidad y el 30% de su filial internacional afincada en Hong Kong. Ahora bien: sí que se reserva algunas cartas con la desinversión de la filial en Chile y las plusvalías de la transferencia del ladrillo a Cerberus, aunque el cierre de esta última operación se tomará algunos meses en el tiempo. 

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