FG enfila su salida en BBVA tras sanear el ladrillo y con la digitalización pendiente

  • El banquero, presidente de Argentaria desde 1996 y del grupo fusionado desde el año 2000, ya comparte con allegados que dejará el puesto en breve. 
Francisco González asegura que BBVA cumplirá "con holgura" los nuevos requerimientos de capital
Francisco González asegura que BBVA cumplirá "con holgura" los nuevos requerimientos de capital

No buscará otra nueva enmienda en los estatutos de BBVA para perpetuarse en el cargo. Francisco González ya comparte con sus allegados que enfila la recta final. Son casi dos décadas al frente del grupo -primero en Argentaria y desde el ejercicio 2000 en BBVA-, cuyas reglas de gobierno imponen el retiro al cumplir los 75 años, un umbral que el banquero de Chantada (Lugo) alcanzará en el otoño de 2019.

La suspicacia ha estado largos años en el aire porque, después de ser pionero en fijar ya en un lejano 2002 edad para retiro de la cúpula cuando el Santander la removía de estatutos al fusionarse con el Central Hispano, González la amplió dos veces. La había limitado a 65 para ser el presidente de BBVA -contaba con 58-, pero en 2007 dio prórroga hasta los 70 y en 2011 la extendería a los 75 actuales.

Sin variar el guión original hace ocho años habría tenido que ceder el timón y, aunque ya sostenía desde hace tiempo que esta vez sería la buena, en círculos financieros se barruntaba hace no tanto un sondeo al Banco Central Europeo (BCE) para pulsar su receptividad a conservar regencia aunque tuviese que renunciar a los máximos poderes ejecutivos que todavía hoy acompañan al cargo.

Convencido, según sus allegados, no es descartable que acelere el relevo sin llegar al día marcado en calendario. De ahí, se comenta, el empeño también en resolver con celeridad el punto más débil de BBVA, transfiriendo el 80% de la exposición inmobiliaria a Cerberus -una cartera por 13.000 millones de euros brutos-.

Venta inmobiliaria a Cerberus

Con la operación, el grupo ingresa un cheque de 4.000 millones y despeja su digestión sacándose de una tacada el lastre al desconsolidar los activos, pero aún tiene dos asignaturas en el debe: la gran operación corporativa que siempre se ha esperado de su cuño y cristalizar en resultados su tan defendida transformación digital.

Este corredor de comercio que dio el salto a la presidencia de una Argentaria pública bajo Gobierno del PP tras erigir a su propia sociedad FG Inversiones Bursátiles en la primera firma independiente de bolsa, es el ‘visionario’ tecnológico del sector. Sus discursos pivotan desde casi siempre sobre la mutación online de la banca y apertura a caudales nuevos de negocio, esto es, aprovechar esa minería de datos que hoy todo banco desea lograr. Él no solo lo recetaba hace décadas, sino que además trató, sin éxito, de convertir la sucursal del BBVA en un supermercado con atención dental, para vender coches o viajes.

Miles de millones de euros en inversiones tecnológicas después y apuestas claras siguen sin verse en beneficios aunque cataloga de digital al 21% de los clientes del grupo, en un 25,4% las transacciones que ya solo hace online o en un tercio los créditos al consumo que firma.

Buena parte de la nueva generación de expansión la fía, de hecho, al click con adquisiciones como la del banco online de Finlandia Holvil; el 25% del británico Atom, solo operativo por móvil, y con el que ha irrumpido también en Alemania; Openpay, la start up mexicana de servicios de pago; o Madiva, para big data o cloud computing. Pero son firmas que requieren inyecciones de capital para su desarrollo, sin rendir beneficio alguno.

El grupo Argentaria firmó en el primer ejercicio bajo su presidencia en 1996 un beneficio de 342,98 millones de euros, con 62.574 millones en tamaño por activos. Hoy BBVA, con datos de 2016, alcanza los 3.475 millones y 731.856 millones, respectivamente. Entre medias, la expansión que en Latinoamérica se ocupó casi personalmente de diseñar. Pero aquel BBV (sin sumar aún Argentaria) que rivalizaba de tú a tú con Santander se ha quedado descolgado en tamaño, resultado -el cántabro ganó 6.204 millones ese mismo 2016, un 78% más- y valor bursátil por, precisamente, no acometer grandes adquisiciones.

Tras pujar con éxito por Catalunya Banc y Unnim dejó pasar la subasta del Popular, aunque intentase absorberlo meses antes. No ha dejado de rumorearse un encaje de Bankia que resolvería su privatización y el reto sucesorio en BBVA, si bien José Ignacio Goirigolzarri fue su ‘número dos’, al que cercenó las aspiraciones de promover en uno de esos cambios estatutarios para mantenerse al timón.

"El banco va a dar muy buenas sorpresas en lo que me queda de mandato", señalaba González al chileno El Mercurio hace ahora un año, poniendo fecha a una gran compra “entre dos y cuatro años” y destino: EEUU y Chile. En este último ha tirado la toalla por imposibilidad de adquirir otro banco y vende a Scotiabank su propia filial a cambio de 1.850 millones, un talón que bien podría aprovechar si encuentra ocasión para rematar la deseada compra-otros 4.000 millones sumará Cerberus-.

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