Fondos de Goldman Sachs desconfiaron del Popular tras cesar Larena y vendieron

  • Los gestores de uno de sus vehículos desvelan que la sorpresiva salida del consejero delegado fue el detonante que sembró dudas sobre su estrategia.
Fotografía Banco Popular
Fotografía Banco Popular
L.I.

La resolución del Popular cogió desprevenido a todo observador de a pie aquel 7 de junio del año pasado. Pero la espiral de noticias negativas que rodearon la entidad llevaban meses alejando a los inversores del valor y convirtieron en quimera la macroampliación de capital con que algunos accionistas significativos soñaban con salvar la situación. ¿Hubo algún hito crítico que abonase la ‘desafección’? Sí para ciertos gestores de Goldman Sachs que sitúan el punto de inflexión en la inesperada salida del consejero delegado, Pedro Larena.

“El banco había desarrollado un balance deficiente debido a su incapacidad para hacer frente a los préstamos improductivos existentes y su posición de capital débil. Después de la renuncia de su consejero delegado a principios de abril de 2017, nos volvimos menos confiados sobre la estrategia de avanzar y el fondo optó por salir”, revela la gestora en documentación remitida al organismo supervisor de los mercados en Estados Unidos (Sec, por sus siglas en inglés), donde reconoce que el rendimiento de las acciones ya venía siendo "deficiente" por el aumento de las presiones regulatorias.

El comentario lo efectúan los gestores del pequeño vehículo de inversión Goldman Sachs Focused International Equity Fund, cuyo patrimonio administrado apenas rozaba los 182 millones de dólares en octubre cuando dan cuenta del movimiento. Aunque la inversión del Popular no figuraba entre las principales posiciones el interés de la referencia es por el criterio que detonó la salida en un inversor cualificado.

La salida de Larena el 4 de abril cayó como un jarro de agua fría en el parqué y azuzada por la fatal coincidencia con la reexpresión de las cuentas. Hasta ese momento y pese a la incertidumbre que ya rodeaba al banco la cotización se había mantenido en el umbral de los 0,91 euros de cierre de 2016, pero esa jornada el parqué se amanece con la dimisión y que el banco destapa ajustes contables por valor de 694 millones por déficits de provisiones y el título colapsa. 

Ni siquiera el reconocimiento de que los ‘números rojos’ de 2016 ascendieron a 3.485 millones frente a los 2.500 millones que espera el parqué habían originado tal sacudida. Ese día la capitalización cae a plomo el 10,44%, quizá alentada por cierre de posiciones como el que desvela Goldman. Sorprendió la renuncia de Larena que apenas llevaba siete meses en un cargo, en apariencia ratificado por Emilio Saracho tras relevar a Ángel Ron, y que se vinculó con la pérdida de poder en favor del nuevo hombre fuerte del presidente, Miguel Escrig. 

Detrás del cese circuló la segunda interpretación de que no se validaron las cuentas de su gestión en 2016 con la reexpresión y el banco por el que había fichado el otoño anterior para sanearlo y relanzarlo ahora no solo trabajaba en la dirección de ampliar capital sino también, si fracasaba dicho empeño, acabar engullido en una fusión. La corrección de la cotización no saltó, de hecho, excesivas alarmas con la entidad volcada en esa directriz. Incluso se especuló con un interés, nunca confirmado, de abaratar la franquicia para facilitar la compra por parte de un gran banco.

Cuando la entidad se entrega el día 6 de junio al Banco de España ante la imposibilidad de abrir al día siguiente por falta de liquidez su cotización estaba hundida en 0,338 euros. El título se había desangrado en paralelo a la fuga de depósitos, con el incesante goteo de informaciones negativas, algunas certificando el repliegue de grandes inversores -el 31 de mayo aún cotizaba a 0,65 euros-. Blackrock, la mayor gestora de activos del mundo, redujo de hecho la posición en plena debacle del valor desde el 4,09% que tenía registrado el 25 de mayo en la CNMV a un 1,77% casi de golpe, acrecentando las dudas.

El mismo 6 de junio, antesala de la intervención, fue Crédit Mutuel quien asestó el golpe con el abandonabo del consejo de administración del Popular donde ocupó sillón durante años porque deshacían alianza en la filial conjunta Targobank. Ese día el título colapsó un 18,16%. Al siguiente y tras su rescate, ya ni había cotización y la Junta Europea de Resolución (JUR) adjudicó la entidad por un euro.

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