Guindos exigió a Rato que dimitiera tras negarse Goiri a ser su 'número dos'

  • El ministro se escuda en el FMI, G-20, BCE y la UE para forzar el saneamiento agresivo de la banca. Dice que apuntaron a Bankia como "el problema". 
Guindos contraataca y recuerda que Bankia manipuló la cotización y las cuentas con Rato
Guindos contraataca y recuerda que Bankia manipuló la cotización y las cuentas con Rato
Guindos contraataca y recuerda que Bankia manipuló la cotización y las cuentas con Rato
Guindos antes de comenzar su comparecencia. EFE

La salida de Rodrigo Rato de Bankia o cómo se decidió comienza a tener tantas versiones como involucrados en la misma. El expresidente culpó al ministro de Economía de forzarla (haciendo, según sus tesis, colapsar al banco en bolsa). Pero según Luis de Guindos, el exvicepresidente de Economía en el Ejecutivo de José María Aznar le comunicó su salida voluntaria y luego quiso retractarse pero él lo impidió porque ya se la había notificado a la CNMV. En ese momento José Ignacio Goirigolzarri había condicionado además su fichaje para gestionar una entidad que estaba a punto de ser nacionalizada a situarse al frente de la dirección.

Los acontecimientos, en palabras del titular de Economía, fueron los siguientes: Rato le informó que dejaba los cargos voluntariamente “porque veía lo que se le venía encima”, había presentado unas cuentas sin auditar y conocía que se avecinaba una conversión de los 4.465 millones emitidos en preferentes por el Frob en acciones. “Hay una primera conclusión evidente: la nacionalización” y cuando eso ocurre, lo primero que cambia es la gestión, indicó de Guindos en la Comisión de Investigación sobre el rescate financiero del Congreso. Es decir: sabía que si no se iba le sustituirían. 

La salida se comunica a la CNMV y es entonces, desveló, cuando Rato intenta retroceder con el deseo de mantener la presidencia hasta que la entidad celebre la junta de accionistas. Pero para entonces Goirigolzarri, propuesto al parecer por el Banco de España como ‘número dos’ de Rato en su empeño de profesionalizar la gestión, ya había dejado claro sus reservas a ejercer tal posición. Guindos ve razonable que buscase la presidencia para tener libertad sobre la tarea titánica que se le viene encima. Y es bajo este escenario cuando admite que exigió "inmediatamente" la dimisión que Rato había denunciado silenciando su supuesto amago de ida y vuelta en la presidencia.

El ministro refutó casi punto por punto las acusaciones del que fuera su jefe entre 1996 y 2004 sin mencionarlo directamente ni una sola vez y buscó desmontar la “teoría conspiranoica” forjada sobre su rol en la evolución de la crisis y resolución. Las fricciones estallan con Bankia, cuya caída reprochó Rato al ministro cuando aireó que la banca necesitaba 50.000 millones de euros sin especificar de qué manera y cifró un agujero "no justificable" en 19.000 millones después de reunirse con los principales banqueros del país (Emilio Botin, Francisco Gonzalez e Isidro Fainé).

“Sería irresponsable”, se defendió el ministro, no reunirse con la gran banca cuando el sector financiero atravesaba “una crisis de caballo”. La razón declarada es que nadaban en liquidez gracias a las inyecciones extraordinarias de fondos casi gratuitos surtidas por el BCE y el Gobierno necesitaba que le prestasen porque estaba ultimando los planes de liquidez para el pago de proveedores de ayuntamientos y autonomías, incapaces de levantar fondos en los mercados de capitales.

El ministro atribuyó la cuantificación de los 50.000 millones al Banco de España, aunque la aireó él en entrevista al Financial Times, y la de los 19.000 millones a la prueba de resistencia de Oliver Wyman a la banca, después de que varios bancos de inversión llevasen desde septiembre de 2011 indicando que Bankia precisaba entre 12.000 y 24.000 millones -el PP ganó las elecciones en noviembre de ese ejercicio-.

En  apoyo de que el problema lo hereda el PP con crudeza subraya que el Banco de Valencia resulta intervenido un día después de los comicios que perdió el PSOE, subrayando que Bankia se había puesto de lado para auxiliarlo pese a ser dueña del 40%. La entidad acaba adjudicada a Caixabank con 4.000 millones de ayudas en su balance.  

Guindos contraatacó en un momento de su relato recordando que la CNMV investigó operaciones de la entidad por manipular la cotización bajo la etapa de Rato y subrayó la sentencia que considera irreales las cuentas de la salida a Bolsa. Pero con un discurso en el que buscó relativizar su rol en la crisis, descargó la intervención en Bankia en la preocupación creciente de organismos internacionales.

El FMI, junto al BCE o la Comisión Europea, requirieron conforme a su relato tomar medidas en la banca para sofocar las dudas sobre la salud del sector después de que tres grupos de entidades (Bankia, Novagalicia -hoy Abanca- y CatalunyaCaixa) precisasen nuevo capital después de haber recibido ayudas. En aquel momento se apuntó precisamente a Guindos como el inductor de que el FMI apuntase a Bankia como el epicentro del problema en un desfavorable informe sobre la banca española. “Me sobrevalora -espetó a un diputado en la Comisión-: ¿Tener la capacidad de, en un comunicado del FMI, meter una referencia… No he llegado a eso todavía, no tengo tal capacidad de influencia”, ironizó.

El caso Popular

Con un relato parecido buscó desmontar otras “conspiraciones” pero ya en el caso del Popular. Negó haber cerrado la venta al Santander: “Usted se cree que soy capaz de convencer a un banco en una noche y que lleva a cabo una ampliación de capital de 7.000 millones (...) No sé si me está insultando o me sobrevalora".

El ministro se desmarcó de la crisis y resolución del banco, atribuyendo al Banco Central Europeo, a través del Banco de España, y a la Junta de Resolución, a través del Frob, su supervisión y la decisión adoptada el día de su colapso. “El Gobierno no tiene capacidad de valorar el colateral, estábamos a lo que decía el Banco de España (...) En el Ministerio de Economía no tenemos inspectores”, se excusó.

Guindos fue el que lanzó la voz de alarma sobre la salida de depósitos procedentes de Administraciones Públicas entre los detonantes del agravamiento de una situación que obligó a tomar una decisión precipitada en la noche del 6 al 7 de junio, sin poder esperar a su venta al fin de semana siguiente. Ayer minimizó la fuga, señalando que solo el 30% de las salidas de fondos se produjeron de inversores institucionales y el 70% de clientes minoristas y negó implicación alguna en ellas. 

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