Economía da manga ancha al Tesoro para gestionar con libertad 'la caja' del Estado

  • El Gobierno quiso mantener el corsé que le obliga a pedir autorizaciones en su actuación para garantizarse un 'colchón' de recursos durante la crisis
El Ministerio de Economía ejercerá el protectorado de fundaciones que tengan más del 40% de depósitos fuera de su CCAA
El Ministerio de Economía ejercerá el protectorado de fundaciones que tengan más del 40% de depósitos fuera de su CCAA

Era una vieja reivindicación del Tesoro e, incluso, reconocida como aspiración lógica. Pero la crisis disuadió al Gobierno de retirar el corsé que impide al organismo gestionar con libertad la tesorería del Estado. Y es ahora, pasada página del peor bache atravesado por la economía, cuando el Ministerio de Economía ultima una regulación que le dejará manos libres tanto para aprovechar las mejores ocasiones para invertir el excedente de caja y rentabilizarlo, como a la hora de captar nuevos recursos a fin de atender necesidades puntuales de fondos a corto plazo.

“Se elimina la burocracia y podrá ser más ágil, sin riesgos a perder oportunidades”, refieren fuentes al corriente del Anteproyecto de Orden Ministerial. En la actualidad se da la contradicción de que, aún siendo el Tesoro el organismo que diseña la estrategia en materia de financiación y emisión de deuda; las condiciones para poder concertar las operaciones se establecen programáticamente cada año y debe recibir permisos para transacciones fuera del plan.

La ley 47/2003, de 26 de noviembre, habilita al Ministerio de Economía, Industria y Competitividad a fijar ciertos supuestos de mayor libertad para el Tesoro, como captar fondos a plazos no superiores a tres meses o abrir cuentas en entidades distintas al ICO y al Banco de España. Una opción, esta última, que hasta hace un par de años resultaba interesante porque los bancos privados retribuían la tesorería, aunque ahora repercuten la comisión que el Banco Central Europeo (BCE) les aplica cuando llevan sus excedentes a la ventanilla.

En la práctica, sin embargo, el organismo se tropieza con dificultades para improvisar decisiones, al tener que recibir el preceptivo trámite de autorización del Gobierno. Durante la crisis ha sido una ‘hipoteca’ mantenida a propósito por el Ejecutivo porque le permitía anclar en la cuenta del Banco de España un volumen de fondos que le proporciona cierto confort querido frente a imprevistos -básicamente desfases entre pagos e ingresos del Erario-.

Una estrategia que facilitó transitar la crisis sin excesivos sobresaltos, sin menoscabo de que el organismo tuviese que improvisar algún remedio puntual. En noviembre de 2016, por ejemplo, el Tesoro negoció un préstamo de 10.000 millones de euros a 18 días con los principales bancos españoles para cubrir un desfase entre ingresos y gastos del Estado. La fórmula rompía con la estrategia usual de colocación de deuda por vez primera en favor de abaratar la financiación, ya que suponía un menor coste para las arcas públicas que emitir letras o bonos.

Ganar agilidad puede ser un plus para aprovechar la mejor ventana del mercado cuando todo apunta a que a los tipos más bajos de la historia les queda escaso recorrido ante la normalización de la política monetaria con el fin del ‘tapering’ del BCE (ha reducido desde 60.000 a 30.000 millones los recursos destinados a comprar títulos de deuda de los países), y la convicción en que el precio del dinero volverá a subir a finales de 2018 ó principios de 2019.

Actuación en previsión de subidas de tipos

En previsión de la inflexión el Tesoro ha puesto toda la carne en el asador durante los últimos ejercicios y de forma particular en 2017 con una colocación superior a la proyectada en bonos y obligaciones, en detrimento de las letras, aún estos últimos títulos los emite con rentabilidades negativas. La última pretensión detrás de esa apuesta es alargar la vida de la financiación con cupones que difícilmente volverán a repetirse. El pasado ejercicio captó, de hecho, casi el 60% de los 233.900 millones de euro levantados con títulos vía bonos y obligaciones -levantó 139.500 millones, cuantía un 4,9% superior a la proyectada-.

La contrapartida es que el coste medio de las nuevas emisiones de deuda repuntó ligeramente desde el 0,61 al 0,62%; pero aún así abarató la carga financiera del saldo vivo desde un 2,77 al 2,55% y alargó la vida de la deuda de 6,81 a 7,17 años de media. Un balón de oxígeno para el Erario de cara al esperado aumento de tipos.

La labor del Tesoro bascula entre financiar el déficit de las Administraciones Públicas y atender los vencimientos de deuda. Con libertad de actuación puede jugar casi en lid con las entidades privadas y buscar la mejor ocasión para rentabilizar la liquidez sobrante en algún momento o apelar a nuevos fondos aprovechando ventanas especiales como las que se abren con una subida de rating. Sin ir más lejos Standard & Poor’s (S&P) dio el viernes un espaldarazo a España con la mejora de la nota desde ‘BBB+’ a ‘A-’, con perspectiva positiva -que no es otra cosa que un indicativo de que vendrán mejoras posteriores si nada se tuerce-, la calificación más alta desde abril de 2012 que a buen seguro permitirá al Tesoro abaratar aún más los costes de financiación.

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