Bankia doblará el reparto de dividendo en tres años para premiar a sus accionistas

  • El banco quiere alcanzar una rentabilidad del 10,8% para entonces con aumentos del negocio y un modelo más volcado en la tecnología.
Fotografía de José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia
Fotografía de José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia
EFE

Bankia ya tiene la ruta trazada para el próximo trienio. A final de 2020 la entidad presidida por José Ignacio Goirigolzarri proyecta ganar 1.300 millones de euros netos, lo que implica un incremento del 62% sobre las cuentas cerradas el pasado ejercicio, con intención de repartir 2.500 millones completamente en efectivo entre sus accionistas. Un esfuerzo que lanza precisamente cuando el Estado se encuentra en plena desinversión, dado que para ese ejercicio debería haber enajenado el 60% que posee en la nueva Bankia, tras la integración de BMN, salvo que decida volver ampliar el plazo de la privatización.

La entidad enseña sus cartas tras haber tenido que aplazar en 2016 y 2017 el diseño de un nuevo plan estratégico, ante las incertidumbres de negocio bancario en un primer momento y el cierre de la absorción del grupo de cajas liderado por Caja Murcia cuando lo decidió después para elevar su atractivo de cara a la privatización.

El banco confía en elevar para finales del trienio su rentabilidad medida sobre recursos propios al 10,8% (Roe) desde el 6,6% con que finalizó el pasado ejercicio, con vocación de repartir entre inversores alrededor del 45-50% del resultado que genere anualmente (pay out) e íntegramente en metálico.

La mejora espera lograrla con una apuesta muy decidida por el nicho de negocio con compañías. Su hoja de ruta fija un incremento del 5% en la base de clientes particulares y del 20% en las empresas con las que trabaja, y lograr al tiempo reforzar la cuota de negocio que tiene con particulares en consumo, fondos y seguros, las actividades generadoras de comisiones, al 7%; y mientras lleva al 8% su participación en la tarta bancaria con los clientes compañías.

El plan se basa en un modelo de negocio donde potenciará al máximo la digitalización -proyecta invertir 1.000 millones en tecnología- buscando máxima eficiencia y favorecer la relación remota con clientes. La entidad espera que las ventas digitales se incremente desde el 16% que representan en la actualidad al 35% y el número de clientes que utilizan canales distintos a la sucursal aumenten desde el 40 al 65%. Una apuesta que le permitirá aquilatar los costes y que el porcentaje de ingresos que consumen los gastos ordinarios quede por debajo del 47% -tasa de eficiencia-.

Bankia da por casi cerrado el lastre de los impagos. En 2012 se deshizo de la mayoría de la cartera con su transferencia en bloque a la Sareb, pero aún mantiene exposición de los activos tóxicos que no recibió la Sareb y los declarados después con el aumento de la morosidad bancaria en Bankia y BMN. Su intención es reducir la morosidad por debajo del 4% y mantener una hucha de provisiones que alcance el 55% de la exposición, de forma que podrá enajenar los inmuebles uno a uno o con portfolios en el mercado mayorista al 45% de su valor si quisiese sin incurrir en quebrantos.

Bankia ha reformulado los números iniciales de la integración prevista con BMN y ahora confía en extraer 190 millones de euros en sinergias, una cuantía un 22% superior a la estimada en un inicio. El plan contempla ganar espacio en el mercado en cuota a los competidores en hipotecas, crédito a empresas, préstamo al consumo, fondos de inversión, tarjetas y seguros, ampliando su cartera de clientes con 400.000 nuevos particulares y 12.500 empresas. Su intención es acometer el crecimiento y reparto de dividendos sin perder el liderazgo en solvencia: su pretensión en conservar un 12% de capital de máxima categoría o CET1 fully loaded; pero la entidad ha abierto la puerta a devolver al accionista cualquier exceso de recursos propios que superen dicho umbral.

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