Costará un euro

El negocio de cobrar por ir al baño en Atocha, en jaque a causa de la pandemia

La empresa a la que Adif ha adjudicado la licitación de los aseos en cinco estaciones asume que afrontará un panorama de incertidumbre por no ser capaz de prever si lograrán beneficios por la falta de viajeros.

Los futuros baños de Atocha, que costarán un euro
Los futuros baños de Atocha, que costarán un euro
One Hundred

La crisis del turismo no solo ha golpeado a sectores como la hostelería o el hotelero. Otros negocios vinculados de manera colateral a esta actividad también han sufrido un parón considerable que ha afectado a su facturación y rentabilidad. El problema es que, a pesar de las vacunas, no está claro que vayan a poder darle la vuelta a la mala situación en el corto plazo. La pandemia de coronavirus ha provocado que la incertidumbre sea lo que marque la economía de todos los vinculados a los viajes o al movimiento de personas. Algo a lo que se enfrentan incluso quienes cuentan con contratos públicos para operar en infraestructuras públicas. Es lo que le ocurre a empresas como la que gestionará los baños de estaciones como Atocha, en Madrid, que a pesar de cobrar un euro por acceder a los mismos no sabe si podrá rentabilizar sus inversiones. 

Esta situación llega tras el anuncio de adjudicación por parte de Adif a la firma One Hundred Restrooms, que durante los próximos siete años se encargará de gestionar los aseos de pago de cinco estaciones de tren. Estas serán Atocha y Chamartín, en Madrid; Sants, en Barcelona; Delicias, en Zaragoza; y por último, la de Alicante. El contrato licitado asciende a 197.765 euros, cantidad que comprende esos siete ejercicios en los que la compañía se encargará de este servicio. Por lo que la adjudicataria estará encargada ahora de hacer reformas hasta en diez emplazamientos de esos cinco intercambiadores. Los cuales pasarán a costar un euro en cuanto estén operativos.

La opción de Adif de ampliar el pago por usar el baño en sus estaciones se ha saldado por esos poco más de 200.000 euros, que la compañía invertirá en remodelar los espacios actuales y en poner puertas de acceso que se abrirían en cuanto se abone el euro. Unos obras con un coste por determinar. Pero que podrían superar a la cantidad licitada, dado que los adjudicatarios pretenden hacer aseos de lujo en los que incluso haya duchas y todo tipo de servicios 'premium' para quienes los utilicen. La fórmula de contratación es la de la renta variable sobre las ventas brutas anuales. Lo que implica que One Hundred debería pagar algo más de alquiler conforme pasan los años, al abonar en el primero un 12% y en el último hasta un 24%.

Con esas cifras, a la empresa le costará algo más de 5.000 euros al año encargarse de cada aseo. Una cantidad que desde la empresa admiten que es "simbólica". Pero que responde a esa incertidumbre que provoca el coronavirus. Por la que insisten en que no son capaces de hacer estimaciones o de dar una fecha de cuánto podrán empezar a sacar beneficio de esta actividad. La cual es muy singular, ya que es un servicio esencial en lugares como las estaciones. Pero que puede generar rechazo y descontento entre los visitantes que no quieran tener que pagar por utilizar un baño. Incluso aunque el coste del mismo sea de un euro. 

Este tipo de licitación responde a que "no sabemos cómo serán las ventas estimadas, por lo que se ha optado por un alquiler variable que es algo superior a lo que costaría uno fijo", explica el director general de One Hundred en España, Niels Bakker. El ejecutivo, en conversación con La Información, no quiere desvelar cuáles son sus previsiones de ingresos para que este negocio le otorgue rentabilidad. Algo que justifica con que estas "pueden ser totalmente distintas en unos meses a causa del virus". Lo que sí tiene asumido es que es muy difícil que ganen dinero en el corto o medio plazo. "Vivimos de la afluencia. Y ahora mismo hay muchos menos viajeros. Se habla de que son el 30% de los habituales. Hay quien dice que con las vacunas todo mejorará. Pero otros no", explica. 

Bakker defiende aun así que su modelo de negocio es viable. Tanto que asegura que hay numerosas empresas que quieren entrar en un sector que conoce bien, ya que antes fue directivo en la empresa que gestionaba previamente los baños de Atocha. "Todos los operadores queremos estar. Incluso más allá del beneficio, porque es un sector bueno. A pesar de que la rentabilidad no sea muy alta en comparación con otros sectores", explica. Lo que sí apunta es que la amortización de la inversión "suele ser de tres o cuatro años". Y en este caso, afronta hasta un periodo de siete años en el que espera acabar teniendo números positivos conforme se acerque el fin de la licitación. 

Lo que sí asume es que esta actividad genera críticas por el simple hecho de que se cobre por poder usar un aseo. Práctica que comenzó en la década pasada en Atocha y en Sants, y que ahora llegará a Zaragoza y Alicante. Situación que justifica con "la gran inversión que hacemos para que sean espacios de calidad". "Tenemos a personal contratado para que atiendan a los clientes que entren. La limpieza es permanente. Las instalaciones son buenas. Y ofrecemos duchas a quienes vengan de un viaje largo o quieran hacerlo, sobre todo en verano", apunta Bakker. Además, recuerda que las obras serán en esos diez espacios. Tres de los cuales estarán en la principal estación madrileña. 

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