Camino a la 'nueva normalidad'

¿Cañas con mascarilla? Los bares exigen que solo la distancia social regule el aforo

España ha batido su récord de consumo de cerveza.
España ha batido su récord de consumo de cerveza.
EFE

Llega otro viernes de nervios, desesperación y esa extraña sensación de 'talent show': mientras La Gomera y El Hierro podrían pasar a fase 3 de la desescalada este mismo lunes, Madrid Barcelona y algunas zonas de Castilla y León podrían quedarse en fase 0. Cosas de la desescalada por provincias, que no termina de convencer al sector comercial de nuestro país. Especialmente, al de la hostelería, que continúa lastrando las pérdidas de dos meses de inactividad en algunos de los principales núcleos urbanos. Y, ni siquiera en los lugares en fase 1 -la mayoría de España, en estos momento-, son capaces de remontar. ¿El principal escollo? La limitación de aforo impuesta por el Gobierno.

En este estadio, entre el 40% y el 50% del aforo habitual puede estar abierto al público en bares y restaurantes. Paralelamente, se exige a los locales que se guarde una distancia de seguridad entre comensales de dos metros; una doble limitación que las principales asociaciones hosteleras critican duramente por añadir una exigencia propia de la seguridad de eventos a un criterio estrictamente sanitario. El mayor problema es que se trata de restricciones que desaniman a en torno el 57% de los establecimientos a reabrir. Por eso, algunas agrupaciones como Hostelería de España reclaman al Gobierno que se suprima el requisito del aforo, que podría regularse simplemente manteniendo la distancia social entre los clientes.

En este sentido, piden al Gobierno que "revise el criterio del aforo, el cual es de un 40% para consumo en interior de local sentado en mesa o reagrupaciones de mesas, salvo discotecas y bares de ocio nocturno. Consideramos que este aforo es insuficiente y que, atendiendo a las recomendaciones sanitarias, el criterio que debería imperar es el de la distancia de seguridad, no el aforo, tal y como sucede en otros países, como en Alemania. En cuanto al aforo de las terrazas, de un 50%, se ha demostrado que es igualmente insuficiente".

De hecho, los primeros datos del sector en la desescalada son absolutamente devastadores: "Durante la primera semana de apertura de negocios de hostelería en la Fase 1, tan solo el 15% de las terrazas que podían abrir, lo han hecho. Y las que lo han hecho han registrado unas cifras de facturación realmente bajas, lo que hace imposible mantener sus negocios". La paradoja es que, mientras los bares y restaurantes sufren algunas de las mayores restricciones para la reapertura, la principal actividad que piensan realizar los españoles en la 'nueva normalidad' es precisamente irse de cañas. O al menos así lo manifestaba esta misma semana un 68% de los encuestados en el último CIS.

"Una caña y una mascarilla, jefe"

Pero la cuestión del aforo y la distancia social no es la única limitación: mientras dure el estado de alarma, el Gobierno ha convertido en obligatorio el uso de mascarillas, para los mayores de seis años en cualquier espacio público, también en los entornos cerrados con riesgo de aglomeración, como es el caso de los bares y restaurantes, siempre que no sea posible garantizar la distancia mínima de seguridad de dos metros entre personas. Se trata de una norma pensada en un principio exclusivamente para el transporte público en grandes ciudades como Madrid o Barcelona, pero que a última hora el Gobierno modificó antes de publicarla en el BOE del pasado miércoles.

La gran paradoja es que, teóricamente, esta norma habilitaría a cualquier persona a tomarse una caña a menos de dos metros de otra, siempre y cuando ambas usasen mascarilla. O, dicho de otro modo: la obligatoriedad del uso de mascarillas en entornos cerrados fuera del domicilio colisiona frontalmente con la doble limitación -aforo y distancia social- impuesta a los bares. Entonces, ¿se puede ir de cañas con mascarilla? ¿Y si nos tomamos las cañas en una terraza? De momento, el Gobierno no ha sido capaz de aclararlo. Más bien, todo lo contrario.

El último BOE no ha hecho más que rizar el rizo, ya que contempla cuatro excepciones para la obligatoriedad de su uso... y una de ellas es precisamente la ingesta de comida y bebida en las terrazas. "Su uso no será exigible en el desarrollo de actividades que resulten incompatibles, tales como la ingesta de alimentos y bebidas, así como en circunstancias en las que exista una causa de fuerza mayor o situación de necesidad", recoge el BOE. Es decir, que atendiendo a ambas normativas, los bares y restaurantes tienen que garantizar que se cumplan al mismo tiempo las limitaciones de aforo y de distancia social de dos metros. Además es preciso tener en cuenta que quien lleve mascarilla puede sentarse al lado de otra persona y que esa misma persona puede quitarse la mascarilla para tomarse una caña o un café...

Ante este guirigay normativo, los bares exigen "mayor claridad y transparencia para poder planificar la reapertura del sector". En juego está el cierre definitivo de casi 100.000 bares si no se establecen objetivos capaces de ser cumplidos por los establecimientos. Por eso, exigen que se hagan públicos esos "criterios e indicadores que se tienen en cuenta para que los territorios entren en las distintas fases de la desescalada. De lo contrario, empresarios y trabajadores no pueden organizar la reapertura de los negocios con anticipación suficiente, algo que perjudica gravemente al sector, y que se suma a la ya delicada situación que estamos atravesando".

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