Solo cuatro islas abren sus terrazas

Entre copas (vacías): la semana perdida en el limbo de los bares con el 'delivery'

Bar cerrado por el estado de alarma
Bar cerrado por el estado de alarma
EFE

En su vuelta a la actividad, en los bares ya no se escucha el clásico "ponme otra cañita, jefe", ni siquiera se atisban manos alzadas entre el gentío. Desde este lunes, los camareros intercambian las tapas por improvisados imanes para la nevera con el número de teléfono impreso para hacer pedidos. Hasta el comienzo de la fase 1, el 'delivery' y la recogida en local son los únicos servicios autorizados en la hostelería, lo que la sitúa en una suerte de limbo a la espera de poder abrir las terrazas al 50%, teóricamente el próximo lunes 11 de mayo. Por eso, no todos han abierto esta semana y, por eso también, la rigidez de las medidas de desconfinamiento ya empieza a afectar no solo a los bares, sino también a los proveedores de productos tan básicos como la cerveza.

La gran pregunta es: ¿sirve de algo permitir a los bares servir solo a domicilio o para recogida? "En ningún caso compensa las pérdidas del negocio físico, ya sea en terraza o en local. Hay negocios que estaban orientados a la venta online, como Telepizza, que a lo largo de estas semanas, seguro que ha tenido un incremento. Pero para los que no están en la venta online, la situación es pésima", explica a 'La Información' Pablo Machado, profesor de Economía y Empresa en la Universidad de Europea de Canarias... y propietario de un restaurante en Tenerife.

En la capital canaria se mira con un ojo al oeste, donde La Gomera y El Hierro han empezado directamente en la fase 1 el desconfinamiento, y con el otro a la península, en el mismo estadio que Tenerife. Para Machado, la fase 0 no tiene mucho sentido, ya que en estos últimos dos meses "la tendencia del consumidor ha sido hacia cocinar en casa". Es decir, que poco cambia el hecho de pedir a un bar cuando uno de los servicios que lleva abierto desde el inicio del estado de alarma es el del 'delivery'. Sobre todo, no aporta el componente social que define a cualquier bar en España.

"Los negocios cada vez son más de cubrir experiencias, que en el caso de la sociabilidad no se cubre con la comida a domicilio; solo se cubre la utilidad material", añade Machado. Actualmente, hay cerca de 100.000 bares en riesgo de cierre por culpa de la inactividad de los últimos dos meses y entre 500.000 y 800.000 trabajadores que podrían perder su empleo definitivamente, dependiendo de las cifras que manejan empresarios y sindicatos. Por eso, desde el sector se reclaman medidas como la prórroga del pago de impuestos, la flexibilización de la recontratación de empleados afectados por un ERTE o acabar con el límite del aforo en terrazas y locales.

Por eso, "solo los que son propietarios y cocineros al mismo tiempo se animan, porque no tienen que pagar a plantilla", explica Machado, que apunta que las necesidades económicas son proporcionales al interés por abrir un bar lo antes posible, incluso sin que sea del todo viable: "Todo lo que sea facturar por debajo del 80% de las ventas precrisis, puede suponer el cierre". Especialmente si hay personal a cargo con obligación de ser recontratado con las mismas condiciones económicas que antes del estado de alarma. Así, "el 50% de ocupación del aforo es inviable".

Sin alcohol no hay bares, y viceversa

Otro problema paralelo es de los proveedores, a los que los bares empiezan a adeudar cantidades importantes, según explica Machado. De hecho, aunque buena parte de la alimentación se termina consumiendo por otras vías como los supermercados, el negocio de las bebidas alcohólicas ha sufrido especialmente el cierre de los bares durante la crisis del coronavirus: según la consultora Nielsen, en marzo se vendieron 34 millones de litros más de cerveza, vino y alcohol destilado en los supermercados, un 79,5% menos que en un mes 'normal' solo en los bares, situado en los 166 millones de litros.

Dicho de otro modo: aunque se haya producido un 'trasvase' desde bares a hogares a través de los supermercados, las pérdidas del sector de las bebidas alcohólicas ya empiezan a ser históricas. Cabe recordar que los bares representan 48% de las ventas de bebidas alcohólicas en total y el 57% de las de alcohol destilado. Por eso, aunque se hayan 'recolocado' 34 millones de litros de bebidas en los estantes de alimentación, hay al menos 132 millones de litros que se dan por perdidos en marzo.

Por eso, este 'trasvase' de consumo no compensa el volumen perdido de un canal con más de 300.000 establecimientos. El director general de Aecoc, José María Bonmatí, explica que estos datos "confirman las afectaciones que para el conjunto de la economía y para buena parte de los sectores integrados tiene el cierre de la hostelería, un sector claramente motor. Por ello, es fundamental trabajar para tratar de agilizar el plan de desescalada y reapertura segura", recalcando la necesidad de que la reapertura inmediata de la hostelería es necesaria siempre y cuando cumpla con todas las garantías de seguridad.

Aunque aún no haya datos de abril, sí hay indicios de un cambio de tendencia en el consumo a partir de Semana Santa: los españoles, tras unas primeras semanas de confinamiento en las que compraron y almacenaron productos de primera necesidad, empezaron a adquirir más alcohol que nunca. Durante esa semana, productos como el vino incrementaron sus ventas un 62,6%, justo por detrás de la cerveza (70,1%) y el alcohol destilado (79%). Tal vez, porque los españoles somos capaces de llevarnos el bar a casa, de pura añoranza, como en aquella canción de Extremoduro: "Cierro los bares y se me abre la imaginación; cierro los ojos y el recuerdo me mata".

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