Luces y sombras en el legado de FG: un banco digital... pero deprimido en bolsa

  • La salida del actual presidente tras más de 18 años deja uno de los bancos tecnológicos más avanzados, pero con problemas en alguno de sus mercados.
Carlos Torres y Francisco González
Carlos Torres y Francisco González
BBVA

La salida de Francisco González de la presidencia de BBVA deja atrás luces y sombras, tras más de 18 años de gestión. El legado que le queda al que se convertirá en nuevo presidente ejecutivo, Carlos Torres Vila, será el de profundizar en la transformación digital de la entidad, que era prioridad para González. Aunque también otros trabajos más costosos como estabilizar la situación de alguna de sus filiales internacionales y con ello convencer al mercado del potencial que atesora la entidad.

La llegada del lucense a la presidencia de BBVA se produjo tras la fusión de Banco Bilbao Vizcaya con la entidad pública Argentaria, de la que era presidente, en el 2000. Ese mismo año, el propio González se convirtió en presidente -compartió el puesto durante un año con Emilio Ybarra- para finalmente asumir el cargo al año siguiente. Por lo que realmente, el actual BBVA, según se conoce hoy en día, no ha conocido otro presidente que no haya sido Francisco González.

Ese mismo año, en el que González asume la presidencia del banco, comienzan a cotizar las acciones de la entidad. Quizás, este es el punto menos afortunado en la gestión del actual presidente de la entidad, el de la valoración que da el mercado. La primera capitalización oficial de BBVA fue de 50.620 millones de euros, que contrasta con los 37.200 millones de ‘market cap’ con los que cerró ayer. Por lo que, los 18 años de gestión de González se han cerrado con una rentabilidad negativa del 26% para el inversor más fiel del banco.

El contraste es todavía peor cuando se le añaden más datos con los que comparar. Su gran rival, Banco Santander, que en el año 2000 tenía una dimensión similar a la entidad vasca, ahora vale casi el doble. Si se profundiza más, teniendo en cuenta los dividendos, la cosa no varía en exceso: si bien la entidad vasca ha retribuido en 22.000 millones a sus accionistas, también ha pedido una cantidad similar en ampliaciones. Una situación similar a lo ocurrido en el Santander.

Si se prefiere hacer la cuenta en lo que habría rentado la inversión en el banco, se ve más claramente como el mercado ha castigado con mayor dureza a BBVA. Una inversión de 100.000 euros a la llegada de González ahora serían 74.000 euros, frente a los 138.000 que tendría el inversor de optar por Santander o los casi 150.000 euros de mantener el dinero a depósito fijo de tan solo el 2%.

Torres Vila hereda los frentes internacionales del BBVA

Las tensiones económicas en los países emergentes, es una de las principales razones del desplome de la acción de BBVA. Principalmente, los vaivenes económicos en su tercer mayor mercado, Turquía, ahora será uno de los puntos calientes en la gestión de Torres Vila. La apuesta por el país otomano lleva la firma de González, que vio en Garanti uno de los bancos con mayor desarrollo tecnológico no solo en dicho país sino en toda Europa. La entidad ha pagado hasta 8.500 millones de euros en adquirir el 49% de Garanti; en libros está contabilizada en 4.400 millones, pero su valor actual apenas supera los 2.200 millones tras la fuerte depreciación de la lira.

Los problemas con las filiales internacionales ha sido una nota común en el mandato de González, más allá de Turquía o el colapso de Argentina. Una de las pugnas menos conocidas de la entidad fue la propuesta del actual presidente de sacar el banco de México, según cuentas fuentes cercanas a BBVA. La idea principal de González era salir del país azteca, para entrar en Brasil -donde entró Santander- aunque finalmente no se llevó a cabo. También resuena todavía la salida de BBVA de China, que supuso importantes minusvalías. Aunque no todo han sido fracasos, ya que México finalmente ha dado alegrías al banco y la salida de Chile ha generado plusvalías.

En España, González ha tenido que hacer frente a diversos contratiempos aunque los manejó con mejor soltura. Por ejemplo, BBVA fue el único banco que se negó a participar en el banco malo, Sareb, que finalmente ha sido bastante menos rentable de lo que se prometía al principio. También la negativa de González de vincularse con Bankia, ni en la OPV -donde el Gobierno le presionó, según explican fuentes conocedoras- o en una eventual operación de compra.

El legado digital de González

Más allá del aspecto más puramente económico y financiero, González puede presumir de dejar uno de los bancos con mayor desarrollo tecnológico. La entidad fue pionera, entre los gigantes de la banca tradicional, en reconvertir digitalmente su estructura. González nunca escatimó en inversiones multimillonarias para lograr un fuerte desarrollo y colocar al banco como punta de lanza de la banca tradicional en nuevas tecnologías. De hecho, desde fuentes del sector fintech, el hermano pequeño tecnológico de la banca, reconocen que BBVA es una entidad puntera en tecnología tanto en España como en Europa.

En el entramado digital de BBVA destacaba un nombre por encima del resto, el del que será nuevo presidente ejecutivo, Carlos Torres Vila. El salmantino desde su llegada al banco, hace una década, ha ocupado puestos relacionados con la tecnología. En 2014, asumió el papel de la dirección del área global de banca digital y 14 meses después, González le nombró consejero delegado en un claro mensaje de que el banco apostaría con fuerza por la digitalización. Un discurso que ahora con la sucesión se refuerza todavía más.

La realidad es que pese a la actual valoración que da el mercado al banco, marcada por los problemas en sus filiales, la entidad se encuentra bien posicionada para los nuevos retos que llegan. BBVA es una organización con unos ritmos de trabajo ágiles capaces de generar "cambios trimestrales", que le permiten adaptarse con rapidez al entorno. Una de las premisas que tendrá en los próximos años la nueva banca y que BBVA ya trabaja con ellos.

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