BBVA tropieza con el banco móvil Simple: 180 millones de pérdidas en cinco años

  • El banco ejecuta tres recortes de valoración de la compañía de 80 millones de euros, pero confirma que lo mantendrá activo.
Francisco González, presidente de BBVA
Francisco González, presidente de BBVA

BBVA salía de compras en 2014. Su entonces presidente, Francisco González, había puesto el ojo en Simple, uno de los pioneros de la banca digital móvil en Estados Unidos. La compró por 117 millones de dólares (104 millones de euros al cambio actual). Era su primera gran adquisición de una startup. Hoy, cinco años después, la compañía acumula recortes de valor y 207 millones de dólares (184 millones de euros) de pérdidas. La entidad española confirma que la mantendrá viva, al menos por ahora.

González conoció por primera vez al equipo fundador de Simple, liderado por los emprendedores Shamir Karkal y Joshua Reich, en 2012. Fue en una presentación a inversores del proyecto, llamado a ser uno de los grandes del sector 'fintech'. Dos años después, en marzo de 2014, se produce la compra, a través de BBVA Compass, la filial estadounidense del banco español. En total puso sobre la mesa 98 millones de dólares en efectivo. Se comprometió a pagar otros 13 millones en función de objetivos. Y contabilizó otros 3,5 millones de costes vinculados a la adquisición, según reflejó en su informe anual de ese ejercicio fiscal.

“La experiencia de cliente de Simple no tiene parangón en el mundo de la banca digital”, afirmó el ya expresidente, Francisco González. “Simple reforzará nuestra transformación digital global y, al mismo tiempo, BBVA proveerá a Simple de los medios para maximizar su enorme potencial de crecimiento”, apostilló.

En aquel momento, la estadounidense, que había recaudado 15 millones de dólares en capital de diferentes fondos internacionales, tenía un equipo de casi cien personas y más de 100.000 clientes. Ofrecía no sólo herramientas de gestión de las finanzas -con su herramienta estrella 'Goals'- sino una tarjeta Visa Simple. Era una de las grandes promesas del sector 'fintech'. Y, de hecho, fue pionera en un sector donde han surgido otros 'neobancos' como N26, Revolut o Monzo.

Ese primer año ya se tiñó de rojo. Primero en las cuentas, con unas pérdidas de 11 millones de dólares. Y también en el valor que BBVA otorgaba a este activo bajo su paraguas. Según quedaba reflejado en la memoria anual del brazo estadounidense de la entidad, se hizo un primera ajuste de la valoración de 12,5 millones de dólares. Era sólo el principio.

En los dos años siguientes, BBVA asestó otros dos recortes a la valoración de los activos: uno de 17 millones y otro de casi 60. ¿La razón? Hay que encontrarla en el rendimiento económico de la empresa, con sede en Oregón (Estados Unidos). Desde 2014 hasta el pasado 2018 la empresa acumula unas pérdidas de 207 millones de dólares, según los reportes que ofrece BBVA en los informes anuales presentados en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

¿Qué pasó durante el pasado ejercicio? Las pérdidas fueron de 30 millones, la cifra más baja desde 2014. La startup estadounidense tocó suelo en 2016, debido al ajuste de valoración, tras sufrir unos números rojos de 92 millones. 

Cambios de jefes

Todas estas cifras han ido acompañadas de varias sacudidas en el equipo. La última importante: la salida del consejero delegado y cofundador, Joshua Reich, en mayo del año pasado y su sustitución por David Hijirida, directivo veterano de Amazon. Pero no fue la única. También se ejecutaron despidos para reducir un 10% la plantilla (algo más de una treintena de personas, incluyendo cinco miembros ejecutivos del consejo) durante el el verano de 2017.

"Nuestro problema más reciente por resolver era convertirnos en una empresa de producto. Desde 2014 -fecha en la que fue comprada por BBVA- hasta 2017 nos centramos en proyectos de infraestructura", lamentaba Reich en un artículo publicado en el blog de Simple tras su marcha. "Eran proyectos importantes que teníamos que hacer como negocio pero hicimos poco por ayudar a nuestros clientes", remató. En parte se refiere al acoplamiento en la estructura de la entidad española -algo muy complejo para una startup más ágil y pequeña-. Un proceso en el que se incluía la migración de cuentas desde su banco proveedor desde el inicio (The Bancorp Bank) al propio BBVA y que generó algunos problemas, alargándose más de lo previsto.

Sobre sus resultados, Reich se felicitó por haber reducido las pérdidas. "Si bien todavía hay trabajo por hacer, nunca hemos sido más fuertes financieramente; en el primer trimestre [de 2018] hemos superado expectativas de ingresos, margen bruto y rentabilidad neta", apostillaba. 

Pese a todas las dificultades, y las diferentes inyecciones de capital para compensar las pérdidas, BBVA sigue manteniendo bajo su paraguas a la compañía. Y no hay planes, al menos así lo aseguran fuentes oficiales del banco presidido por Carlos Torres, de cerrar la compañía.

Cuenta atrás para otra apuesta: Atom

Si Simple fue la primera gran apuesta 'fintech' de BBVA, Atom Bank fue la segunda. Un año después de la compra de la primera, la entidad entró en el capital del segundo, un 'neobanco' móvil con sede en Reino Unido. Inyectó 64 millones de euros (45 millones de libras) para controlar una participación del 29,5%.

Tras diversas ampliaciones, el banco español subió la apuesta en 2018: invirtió casi 100 millones de euros (85,4 millones de libras) en la compañía para ampliar la participación hasta el 39%. Pero había una novedad: tenía un año por delante para decidir si finalmente se hacía con el control de la compañía. Ese plazo concluye a finales de este mes y no ha habido aún ningún movimiento. Se le acaba el tiempo.

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