BlaBlacar frena en sus cuentas en España y declara un nuevo recorte de sus ventas

  • La compañía sumó 800.000 euros de ingresos en 2018, que no proceden de sus comisiones por viaje compartido, que son cobradas desde Francia.
BlaBlaCar
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EFE

Dos años consecutivos. El gigante de los coches compartidos Blablacar ha declarado una nueva bajada de ingresos en su filial española. La compañía francesa regresa a niveles de ventas de 2015, por debajo del millón de euros. En estos últimos años ha mantenido la pelea contra otros competidores como Amovens y contra medios de transporte tradicionales como el bus o el AVE. La estructura fiscal sigue intacta: las comisiones cobradas al conductor por cada viajero que lleve en su vehículo se registran desde Francia. La empresa justifica este nuevo descenso del negocio en la menor imputación de gastos a la matriz.

La multinacional gala, que hoy está valorada en más de 1.500 millones de euros y que ha levantado casi 500 millones de euros en diferentes rondas de capital, opera en España desde hace casi una década. Los primeros pasos los dieron en 2010. Pero cuenta con una filial propia desde 2014. Es una plataforma de la llamada economía colaborativa que pone en contacto a conductores de vehículos con potenciales viajeros que quieren compartir el viaje. Desde esos inicios hasta el año 2017 su crecimiento ha sido rápido tanto en usuarios -hoy cuenta con más de 5 millones de usuarios registrados- como en ingresos. Fue en ese ejercicio cuando comenzó un descenso que ha continuado.

En 2018, según las cuentas recién presentadas y consultadas por La Información, los ingresos declarados cayeron por debajo de la barrera del millón de euros. En concreto, los ha dejado en 850.000 euros. ¿Por qué declara una facturación tan escasa? Básicamente por su estructura fiscal. La filial española hace las veces de comisionista, como ocurre en otras compañías tecnológicas, por trabajos de marketing y promoción de sus servicios en el país. La comisión cobrada a los conductores, de hasta el 18% del precio por asiento ocupado, llega a la caja de la matriz francesa. Aunque con una salvedad: su sede se sitúa en un país en el que no hay grandes ventajas fiscales, como sí sucede en otros como Holanda o Irlanda. "No se basa en criterios fiscales, sino en las oportunidades de desarrollo de nuestro negocio", defienden desde la firma.

¿Cuál es la razón que esgrime la compañía para esta bajada continuada de los ingresos en los dos últimos años? "Aunque nuestra actividad en España continúa creciendo a doble dígito, los ingresos han decrecido por una distribución más eficiente del gasto; por ejemplo, por nuestro traslado a unas oficinas más pequeñas", apuntan fuentes oficiales. Inciden en que su aportación de IVA en España ha crecido en un 10%, "directamente relacionada con los gastos de gestión recibidos en España y, por tanto, al crecimiento de nuestro país".

Durante estos últimos años, lo que era un dominio prácticamente total en el terreno de juego de lo que se denomina como 'car-sharing' (compartir coche) se ha convertido en una pelea más intensa. No sólo contra el otro actor del sector, Amovens, sino también contra los usuarios que decidieron organizarse por su cuenta a través de otras plataformas como Whatsapp. A estos 'competidores' hay que sumar los dos medios de transporte 'tradicionales' como el bus y el AVE.

Más allá de los competidores, BlaBlacar se encuentra en un momento de cierta tranquilidad en lo regulatorio. En el pasado se enfrentó a una batalla judicial con Confebús, que lo demandó por competencia desleal y que perdió en dos ocasiones tanto en primer como en segunda instancia (no decidió recurrir ante el Tribunal Supremo). También tuvo que lidiar con varias sanciones de la Comunidad de Madrid, que 'cazó' a varios de sus usuarios por entender que estaban prestando un servicio de transporte sin la correspondiente autorización.

Sus otros negocios

Con todo, la compañía mantiene como único servicio el de compartir trayecto de larga distancia. Sigue dejando en suspenso el lanzamiento de su herramienta para viajes cortos, que ya opera en Francia (Blablalines). En su momento estudió la puesta en marcha en el mercado español, aunque quiere seguir puliéndola para poder expandirla. Esos ajustes no son sencillos. Y la razón está en el funcionamiento de la plataforma: al ser sólo para usos regulares, deben convencer a los conductores de no ponerse delante del volante y subirse al vehículo de otro para compartir el trayecto al trabajo. En Francia, donde lleva operativo desde abril del año pasado, han tenido que incentivar a esos pasajeros con viajes gratis.

El otro gran proyecto que Blablacar ha arrancado en Francia y en otros mercados como Alemania o Italia es su servicio de autobús Blablabus tras la compra de Ouibus el año pasado. En España siguen sin plantearse la entrada, pues se trata de un mercado muy regulado, basado en concesiones administrativas para líneas concretas. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) inicia ahora un estudio a fondo sobre este sector, con el objetivo aumentar la competencia mediante la revisión del actual sistema. Algo que sería aplaudido por compañías como la francesa.

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