Antes de final de verano

Brookfield gana enteros para hacerse con el cable submarino de Telefónica

El fondo de infraestructuras se posiciona en la carrera y presenta sus credenciales para comprar este activo, valorado en más de 1.500 millones de euros, ante la puja final.

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José María Álvarez-Pallete, presidente ejecutivo de Telefónica.
EFE

La venta del cable submarino de Telefónica avanza y el fondo de inversión de infraestructuras canadiense Brookfield se posiciona en la carrera en la que también presentaron sus credenciales otras gestoras de fondos especializadas en este sector. La valoración que la operadora de telecomunicaciones impuso a este activo, el último que le queda a la filial Telxius tras la operación con American Tower, asciende por encima de los 1.500 millones de euros. El objetivo del grupo es cerrar la transacción antes del parón veraniego, para lograr la firma en la última parte del año después de todas las autorizaciones regulatorias.

Este año 2021 será el del cierre de las grandes operaciones corporativas de la teleco presidida por José María Álvarez-Pallete. Primero fue la venta de las torres, después la fusión de O2 y Virgin en Reino Unido. La tercera es la del cable submarino. Durante el pasado mes de abril, se recibieron un puñado de muestras de interés de diferentes fondos de capital riesgo, gestoras de infraestructuras y algún socio industrial. El gigante Brookfield es uno de esos que han presentado sus credenciales y ahora gana posiciones ante la presentación de las ofertas vinculantes dentro de la fase final de todo el proceso de puja, según explican a La Información fuentes conocedoras.

Brookfield será, con toda probabilidad, uno de los que presenten su oferta vinculante final antes de que se elija una última terna que acabe en la elección de comprador. Con los plazos que se manejan en el seno de la operadora española, el nombre definitivo se debería saber antes del 'parón veraniego'. Posteriormente vendrán las autorizaciones regulatorias. El objetivo es tener listo el cierre definitivo en la segunda parte del año, para así poder apuntarse la reducción de la deuda neta financiera. Las primeras ofertas que se recibieron contaron con una valoración, según explicaron fuentes conocedoras, de en torno a 1.500 millones de euros.

Brookfield es una de las grandes gestoras de inversión especializadas en infraestructuras, con más de 600.000 millones de dólares en activos bajo gestión. Siempre ha estado en la órbita de Telefónica en los últimos años dentro de las diversas operaciones de venta de infraestructuras de la operadora. Ya en 2016 estuvo en el grupo de aspirantes a quedarse con el 40% de Telxius, que finalmente fue adquirido por KKR (hoy vendedor junto con Telefónica de este activo del cable submarino). En 2019 también mostró interés por hacerse con los centros de datos, que finalmente fueron adquiridos por Asterion por 550 millones.

En la primera fase de la puja, en la que opera Société Générale como uno de los asesores, también presentaron las primeras credenciales otros grandes actores de la inversión de infraestructuras como la sueca EQT, que acaba de lanzar una opa sobre Solarpack por 880 millones de euros y que en el último año ha comprado compañías españolas como Idealista o Freepik, o como Cerberus. El interés mostrado por los diferentes actores del sector ha sido vivo, pues se trata de un activo vinculado a la conectividad que, como sucede con las torres de telecomunicaciones o los propios centros de datos, generan flujos de caja continuos -con contratos de 'lease-back' a largo plazo con operadores y otros grandes clientes- y previsibles pese a sus significativos costes de mantenimiento. 

Después de las últimas inversiones, Telefónica cuenta con 94.000 kilómetros de fibra submarina. En el año 2020, los niveles de tráfico gestionados a través de esta infraestructuras se dispararon un 36,5% hasta alcanzar los 14 terabits por segundo (equivalente a 14.000 gigas por segundo). Y la razón hay que encontrarla en los resultados de la pandemia del coronavirus y el incremento del consumo por parte de empresas y familias. Durante el tercer y el cuarto trimestre de 2020, Telefónica firmó extensiones de contratos con varios clientes, incrementando su valor neto contractual en aproximadamente 620 millones de dólares, con un efecto positivo a largo plazo pero un impacto a corto. Más del 65% de todos los ingresos generados son con clientes más allá de la propia Telefónica, lo que da un mayor atractivo por su diversificación. En total, las ventas ascendieron el pasado año a 416 millones de euros.

Más reducción de deuda

Esta transacción, por la que Telefónica aspira a acercarse a los 2.000 millones en ingresos, llega después de que se haya formalizado el traspaso de las más de 30.000 torres de telecomunicaciones (y los 250 empleados) de Telxius en Europa y Latinoamérica a American Tower. El precio final abonado por el gigante estadounidense, que se convertirá en rival directo de Cellnex, es de 7.100 millones de euros. Hay que recordar que hoy Telxius está en manos de la propia teleco española (50,01%), junto con KKR (40%), que entró en el año 2016, y Amancio Ortega (9,99%) que irrumpió en el accionariado en 2018 a través de su sociedad patrimonial Pontegadea.

Queda por ver cómo queda la deuda neta financiera del grupo español después de la venta del cable. Sólo con las torres y los ingresos que generará la fusión de O2 con Virgin en Reino Unido (8.400 millones), aspira a dejarla en unos 27.000 millones. La cuenta atrás ha comenzado, con Brookfield como uno de los candidatos clave.

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