La temporada alta 'más baja'

¿Calma antes de la tormenta? El litoral español espera un 'septiembre negro'

Los negocios de la costa, en especial los hoteles, viven una situación de "falso optimismo" que, en muchos casos, concluirá el 31 de agosto cuando haya que enfrentar las deudas.

Calma antes de la tormenta
¿Calma antes de la tormenta? El litoral español espera un 'septiembre negro'.
EFE

"Un 55% de los hoteles de la ciudad de Málaga están cerrados en temporada alta". Al otro lado del teléfono, Luis Callejón, presidente de la Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol (AEHCOS), avisa de que la tragedia empieza en ese 55% —y en el resto de establecimientos cerrados a lo largo y ancho de la Costa del Sol— pero no acaba ahí: "Para los que han conseguido abrir, el drama llega a partir del 31 de agosto", algo extensivo a todo el litoral español. "Una ocupación mínima no es rentable ni suficiente y nos vamos a dar cuenta en septiembre", tercia al tiempo que recuerda que, en abril, su asociación previó que el 25% de los hoteles no iba a poder volver a abrir en la zona. Hoy, en pleno julio, cuando, en condiciones normales, la Costa del Sol estaría repleta de alemanes, británicos y rusos comiendo espetos, lamenta que se quedaron cortos. La magnitud del desastre podría ser mucho mayor.

A pesar de los múltiples (y cada vez más crecientes) brotes que aparecen aquí y allá de la península, los primeros turistas llegaron a las playas españolas hace unas semanas y el goteo no ha cesado. "Por eso se ha instaurado en el sector turístico un clima de falso optimismo", apuntilla Callejón. Desde su punto de vista, la crisis en el turismo provocada por la COVID-19 tiene tres fases y España atraviesa, a estas alturas, la segunda de ellas. Cuál fue la primera es evidente: "la desesperación; esto es una ruina". Sin embargo, los más intensos lamentos dieron paso —en una parte de los casos, que no en todos, ni siquiera en la mitad— a la fase número 2: el optimismo. "Parece que estamos salvando el verano", piensan muchos. Pero ni Callejón ni la asociación que lidera se suben al carro de esa 'alegría'. Hacerlo sería, a su modo de ver, una completa irresponsabilidad.

Luis Callejón, presidente de AEHCOS: "Se ha instaurado un clima de falso optimismo en el sector turístico"

La tercera fase es la insolvencia económica. A los propietarios se les caerá el mundo encima, opina el presidente de AEHCOS, cuando se den cuenta de que "la ocupación no es ni siquiera la que se preveía hace un mes". Entonces, relata Callejón, "llegará el banco y les dirá: oiga, la carencia aquella que yo le facilité... pues ya se ha acabado". Y no solo eso. "También deben empezar a devolver los fondos ICO que le dejé... Ah, y los IBI del año pasado, que los aplazamos, pues comiencen a pagarlos ya junto con los de este año". La conclusión de la avalancha de pagos tras un verano en el dique seco (o, como mucho, húmedo) será la "insolvencia por parte de muchos empresarios", un problema cuya estación final será "el cierre de sus negocios".

Sin apoyo público será imposible

Pero hay una solución: las ayudas directas por parte de la Administración. En esto, como en otros muchos campos, las distintas asociaciones hoteleras hacen piña, habida cuenta de que tienen los mismos problemas; atraviesan el mismo desierto. El propio Callejón, pero también Cristina Seguí, gerente de la asociación 'Hoteles de Alicante', o Jorge Marichal, presidente de CEHAT, la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos, coinciden en la importancia de que el Gobierno de Sánchez no deje en la estacada a un sector que "siempre ha dado alegrías a este país", tal y como clamó Marichal en una comparecencia en el Congreso de los Diputados a mediados de junio. 

En respuesta a las preguntas de 'La Información', Cristina Seguí ha cifrado en un 30% la ocupación de los hoteles de la costa alicantina, "la peor de la historia", y ha asegurado que con esos números "no se podrá compensar la pérdida de ingresos" de unos meses "facturando cero euros" y otros tantos ganando mucho menos de lo habitual. Por eso unos y otros insisten en el apoyo de la Administración. Callejón arguye que tendrían que darles ayudas "hasta diciembre de 2021" para tener garantías. Por su parte, en su discurso en el Congreso, Jorge Marichal fue contundente cuando espetó: "O tomamos medidas claras ya en este país en torno al turismo, o el otoño va a ser muy complicado". Severo, el presidente de CEHAT remarcó que los empresarios quieren trabajar... "Lo contrario", continuó, "es suicidarnos".

No se puede hacer malabares con un hotel

En la costa conviven muchos tipos de negocio distintos. Restaurantes, bares, chiringuitos, discotecas, establecimientos comerciales u hoteles, todos ellos dedicados al turismo. No obstante, obedecen a reglas muy distintas. "Quien monta un hotel", explica Luis Callejón, "tiene que montar simultáneamente una cafetería, una recepción, un bar, un restaurante, decenas o centenares de habitaciones, una piscina" y un largo etcétera. Por eso el sector hotelero es uno de los que más acusa la excepcionalidad provocada por la pandemia. Mientras que los bares y restaurantes pueden plantearse aguantar el tipo generando solo una parte de los beneficios potenciales, los hoteles lo tienen más complicado. El experto insiste en lo mismo que apuntaba al comenzar la conversación: "Para abrir nuestros servicios, el hotel tiene que operar al 100% y con la ocupación mínima que tenemos eso no resulta rentable". 

El dato

  • Ninguna previsión de ocupación en la Costa del Sol supera el 60% para agosto: las cifras más bajas de la historia.

Datos concretos. La zona de Benalmádena, una de las más turísticas de la Costa del Sol y, por ende, de toda España, presenta, hoy por hoy, poco más de un 43% de ocupación, según AEHCOS. La previsión para agosto sitúa la cifra en un 55%, la más alta de la región. Pero los poco halagüeños números podrían ser todavía peores si se consuman las predicciones más pesimistas en cuanto a los rebrotes. Por todo ello, y como ya aseguró a este diario meses atrás Callejón, "este verano lo damos por perdido". Eso sí, para los hosteleros será de vital importancia no tener que volver a bajar el ritmo. Ahora, el sector funciona al ralentí, pero para cada hostelero de cada zona costera española, la diferencia entre confinarse de nuevo o no, entre recibir una pequeña cantidad de turistas y no hacerlo, es el abismo entre tener posibilidades de salvar el pellejo y la "catástrofe" absoluta. 

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