2021, el pistoletazo de salida

La carrera del 5G arranca: de la polémica subasta a la batalla política por Huawei

Las operadoras llegan endeudadas y con unas cuentas maltrechas a un maratón que implicará más de 7.000 millones de inversiones, entre espectro y despliegues.

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El año 2021 será el del pistoletazo de salida del 5G en España.
EFE

El año 2020 que ahora toca a su fin estaba llamado a ser el del 5G en España y en muchos mercados internacionales. Todos los preparativos estaban listos y los calendarios ajustados. Pero la pandemia global del coronavirus hizo saltar por los aires todos los planes. Los gobiernos decidieron posponer todos los trámites y las empresas se concentraron en mantener vivo el servicio esencial de la conectividad en los meses más duros y en salvar las finanzas del ejercicio de la mejor manera posible en el resto del ejercicio. Ahora, con el 2021 a las puertas, se ultima el pistoletazo de salida real para las redes ultrarrápidas. Y ese pistoletazo llega con una batalla geopolítica sacudiéndolo todo, con las cuentas de las operadoras de telecomunicaciones especialmente maltrechas, y con una subasta que ha despertado las críticas por su “afán recaudatorio”.

El anterior salto en las telecomunicaciones en España se vivió en la primera parte de esta década. En aquel 2011, el Gobierno subastaba el espectro para las redes de cuarta generación (4G). Y dos años más tarde, Vodafone iniciaba la carrera tras los primeros despliegues. Le siguieron los demás. Ahora, casi diez años después, el sector se prepara para una pirueta mucho mayor. El 5G implica un cambio importante. No sólo por la velocidad, que supone una aceleración mucho mayor que en 2011, sino también por los tiempos de respuesta. Eso lleva a que esta nueva tecnología vaya a ser el armazón para servicios como la industria y el coche conectados (y autónomo) o el Internet de las Cosas.

¿Cómo se llega a este 5G? En el lado tecnológico, está todo prácticamente listo. Los estándares para las nuevas redes ya están ultimados, por lo que en cuanto haya espectro, las operadoras podrán desplegar. Y sí, lo desplegado hasta ahora es una red ‘5G descafeinada’. Es lo que se conoce como ‘Nonstandalone’, es decir, que la parte clave de la infraestructura (en el argot es el ‘core’) seguía siendo 4G. Ni las velocidades, ni las latencias -el tiempo de reacción de la red- eran las mismas. Vodafone se lanzó con esta modalidad el pasado año, cuando apenas había móviles que aceptaran estas conexiones y basándose en unas frecuencias altas y algo menos eficientes, adquiridas en la subasta de 2018. Un año después, como sucediera en 2013, llegaron los demás. En el caso de Telefónica, ha anunciado que ha llegado el 75% de la población con esta red ‘light’. Pero lo ha hecho con un ‘atajo técnico’, conocido como DSS, que permite utilizar de manera indistinta la red actual 4G y las de 5G.

En cuanto a infraestructura, pese al retraso causado por la pandemia, la subasta de la banda de frecuencias de 700MHz -idónea para estas redes por hacer más fácil la conexión en interiores- ya está encarrilada. El Gobierno de Pedro Sánchez ya ha enseñado sus cartas, con unas reglas que están en fase de exposición pública. Éstas han despertado enormes recelos entre las operadoras. No sólo por el precio de salida de 1.170 millones de euros, excesivamente alto según sus previsiones, sino también por las condiciones que se imponen de despliegues y de reventa de las redes a operadores más pequeños con contratos mayoristas. La licitación se hará en marzo y aún queda margen para retocar algunos aspectos. Las grandes compañías confían en que Másmóvil y Euskaltel se queden en un segundo plano y no haya una excesiva competencia que dispare el desembolso final, como sucediera en el mercado alemán.

La pelea geopolítica en el centro

Mientras la tecnología y la infraestructura ya están encauzadas, lo que sigue en plena ebullición es la batalla geopolítica en torno al 5G. El inminente despliegue de las redes ha disparado el intento por parte de algunos gobiernos de tener un mayor control sobre lo que sucede en ellas. ¿La razón? Esta nueva generación tecnológica de la conectividad será mucho más sensible, porque se generarán muchos más datos y más delicados, con todo la conexión del hogar, del coche o de la industria. Estados Unidos inició la batalla hace casi dos años contra Huawei, para tratar de expulsarla como proveedor de infraestructuras de red, ante lo que ellos entienden como una amenaza para la seguridad nacional. Ese boicot ha llevado a que otros países hayan hecho lo mismo, como Reino Unido. ¿Y España? El Ejecutivo de Sánchez ha decidido no vetar al gigante asiático de manera previa en la nueva ‘ley de ciberseguridad’, cuyo anteproyecto acaba de ser expuesto públicamente. Pero eso no cierra la puerta a expulsiones futuras, pues el Ministerio de Asuntos Económicos será el que elabore una lista con los suministradores de bajo, medio y alto riesgo, con el objetivo de tomar medidas más drásticas en caso de que entiendan que es necesario.

Las operadoras llegan en un momento delicado, con sus cuentas maltrechas por la fuerte deuda y exhaustas tras muchos años de inversión

Esa decisión ha dejado a las compañías en una tesitura “complicada”, según reconocían a La Información varias fuentes del sector. Esa lista negra no estaría completada hasta pasados unos meses de la aprobación de la ley, prevista para mediados del año próximo. Esto implica que tendrán que tomar decisiones de contratación de proveedores ‘a ciegas’. ¿Conclusión? “Se irá sobre seguro”, aseguraban las mismas fuentes. Eso quiere decir que se podría reducir la exposición de proveedores asiáticos como Huawei o ZTE en esta primera fase. Hasta ahora, Vodafone ha excluido a la primera del ‘core’ (el ‘corazón’ de la red, donde residen los datos más sensibles). Telefónica la contrató para los despliegues en España y Alemania, aunque luego dio marcha atrás y anunció que progresivamente los iría expulsando poco a poco. Quedan por ver los siguientes movimientos.

Los números para las telecos

Más allá del ‘tira y afloja’ de los países, por mantener el control sobre estas redes, la realidad es que la tecnología para la conectividad ha ido más deprisa que los casos de uso. Durante varios años, el Gobierno ha incentivado con dinero público la puesta en marcha de proyectos piloto que enseñen servicios con los que se pueda explotar al máximo sus posibilidades. Según los propios números del Ministerio de Asuntos Económicos, España cuenta con 32 de las 245 experiencias pre-comerciales en marcha en la Unión Europea. Pese a todo, aún queda camino por recorrer para tener servicios comerciales que exploten a fondo todo el potencial del 5G y que le den sentido económico a tanta inversión.

Por último, este nuevo salto llega en un momento especialmente delicado para el sector de las telecomunicaciones. Después de años de un fuerte desembolso inversor para el despliegue del 4G y la red de fibra -que va a a tener una importancia significativa, precisamente, por su capacidad para transportar las señales de 5G-, las operadoras tienen un alto endeudamiento financiero en sus balances y unos ingresos estancados o en caída por la alta competencia en el mercado. Ahora deberán abordar pagos de más de 1.500 millones de euros por el espectro, además de otros 5.000 millones para el despliegue en todas las ciudades de España en el próximo lustro. Todo ello con la alargada sombra de las grandes compañías tecnológicas, que sin hacer esa fuerte inversión, amenazan con acabar exprimiendo más todo el jugo comercial a esta revolución.

Como sucediera en aquel lejano 2011 con el 4G, la subasta del espectro será el arranque del 5G ‘real’. Hay algunas piezas que ya están encajadas, como la parte más tecnológica y de infraestructura, y otras que están por encajar, como la pelea geopolítica o la explotación comercial de esta nueva arma. La carrera va a comenzar.

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