Casa con 'bicho': "Hasta que no estire la pata no me van a sacar de mi hogar"

Angelines. / Jose Gonzalez
Angelines. / Jose Gonzalez

"No me trates de usted, que no me gusta". Fueron las primeras palabras de Angelines, una madrileña de 73 años que volvió a permitirse los lujos de su juventud desde que un "matrimonio encantador", formado por un estadounidense y una china, compró la nuda propiedad de su piso. Con el dinero que recibió al contado pudo saldar una deuda de 17.000 euros por los gastos de los cuidados de su perro 'Whisky' cuando enfermó y ahora vive con holgura, disfruta de su casa y no tiene miedo de que la expulsen de su hogar: "Hasta que no estire la pata ellos no entran". A esta fórmula de vivienda se le conoce popularmente en España como 'casa con bicho'. 

"La transacción me cambió la vida. Ya no tengo que tener tanto cuidado con las pesetas: en vez de comprar filetes compro solomillos, tengo dinero para viajar, ceno fuera todos los días y puedo ir a los musicales que me gustan. Hago lo que me da la gana". Angelines se vio en aprietos por los altos precios de las consultas y medicamentos de 'Whisky', que sufría leishmaniasis. Su perro falleció a los cinco años, pero estuvo enfermo desde los dos. Fueron tres años de muchos gastos: "Me arruiné. Me ahogué en unas deudas que iban cada vez a más como una pescadilla que se muerde la cola". No se arrepiente de nada porque "al final son familia. Es como un hijo". La venta del inmueble le ayudó a salir de un lío "bastante jodidillo" y mantener el usufructo vitalicio de su propiedad le dio la tranquilidad de que no habrán nuevos inquilinos en la casa en que vivió desde los 13 años hasta el día de su muerte. 

La vida de Angelines tras la nuda propiedad. / Jose Gonzalez
Algelines en su hogar. / Jose Gonzalez

Angelines es una viajera con mucha experiencia. Durante sus años de trabajo viajó a China, Tailandia, Jordania, Cambodia, Vietnam, Europa… "He recorrido el mundo". Tras la muerte de Whisky adquirió otro compañero, Toby, y comenzó a viajar menos para encargarse de él. Sin embargo, esto no ha evitado que aproveche el dinero de la venta para completar la lista de sus viajes soñados. Hace dos años voló a Viena para presenciar una ópera en Nochevieja y el año pasado se embarcó en un crucero por el Rin (Alemania). 

"Disfruto de lo que tengo, con la casa a mi gusto. No me importa lo que ocurra con ella cuando muera". Desde el cuarto de estar, su rincón favorito, cuenta que todos sus recuerdos son buenos. Vivió en el inmueble de 108 metros en el barrio Estrella desde los 13 años y disfrutó de su terraza y jardines toda su vida. Es la casa de sus padres y no quiere irse a ningún lado: "Muchas personas me preguntan por qué no alquilo la casa y me mudo, pero yo me quiero quedar en mi entorno, en mi urbanización de 360 viviendas. Además, alquilar un piso en mi zona cuesta más de 2.000 euros. Las cuentas no salen. Vendí en nuda propiedad para disfrutar de mi casa con Toby".

Angelines juega con Toby desde el salón de su casa. / Jose Gonzalez
Angelines juega con Toby desde el salón de casa. / Jose Gonzalez

Angelines está feliz con su decisión. No mira hacia atrás. Antes de vender la casa se lo pensó mucho: "Soy una persona desconfiada, leo bastante bastante y veo lo que pasa en las noticias. He escuchado muchos chanchullos contra personas mayores. Los han dejado en la calle". La madrileña conoció esta modalidad de venta a través de un anuncio en la televisión, pero se asesoró con unos amigos abogados antes de dar el paso. El servicio de la inmobiliaria de Eduardo Molet "fue impecable. Pero, como soy yo, hice preguntas hasta el último momento".

Al final, iba a vender su hogar a un precio inferior al del mercado. "El notario se rió de mí en el momento de la firma de la venta porque no dejaba de preguntar si me iban a dejar en la calle". Por eso, Angelines pidió que en la transacción se le diera un cheque con el importe total de la venta: "Yo no hubiera aceptado pagos mensuales ni de coña por miedo a quedarme sin dinero y sin casa. Los trámites fueron muy cortos y en un par de meses todo estaba hecho". Ahora tiene la propiedad en usufructo y  vive en paz porque "es como si fuera mía".

Angelines y Toby. / Jose Gonzalez
Angelines y Toby en el cuarto de estar. / Jose Gonzalez

Esta práctica es cada vez más habitual. Eduardo Molet, un experto en la nuda propiedad, ha asegurado a La Información que los compradores de este tipo de productos" suelen ser personas de unos 50 años que tienen dinero ahorrado y están dispuestos a hacer una inversión a largo plazo". Molet ha detectado que a estos inversores les da miedo la bolsa, piensan que los bancos no aportan rentabilidad y no quieren aventurarse con otro tipo de productos financieros. 

El hecho de que paguen al contado es una ventaja para ambas partes. La persona mayor recibe un dinero para disfrutar de sus últimos años y el comprador se hace con una casa "que puede costar hasta el doble en otras condiciones". Este tipo de adquisiciones se suelen hacer en zonas de alto nivel adquisitivo como Salamanca, Chamberí y La Moraleja. Es una práctica que se lleva a cabo hace mucho tiempo, pero el el equipo de Molet lleva dos años trabajando de forma intensa en una campaña de marketing para impulsarla. Solo el año pasado la venta de estos pisos se multiplicó por tres.

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