Alimentación

Cascajares, de la carambola criando mil capones al triple de las cenas virtuales

La compañía nacida en Dueñas, Palencia, trata de salvar el desierto sembrado por la Covid-19 con nuevas apuestas empresariales.

Alfonso Jiménez, CEO de Cascajares.
Alfonso Jiménez, CEO de Cascajares.
J. M. Lostau (Foto cedida por Cascajares)

La cosa comenzó con un error de cálculo empresarial y terminó en éxito inesperado. Criar capones -pollos capados- para consumo alimenticio en la Palencia de mediados de los 80 del siglo pasado era una idea entre arriesgada y disparatada. Cebar y vender mil animales de golpe, tras ‘experimentos’ con lotes de 100 ejemplares, era una carambola tan complicada que salió mal. Garrafal equivocación la de dos muchachos, Alfonso Jiménez y Francisco Iglesias, que se vieron con 700 ‘pájaros’ que nadie les compraba y que comían como limas. Pero del error, la solución y el éxito. Las 700 aves acabaron enlatadas, lo que garantizaba su conservación y, lo más importante, los pollos dejaban de comerse los cortos ingresos de los emprendedores de Dueñas. Salvados por la campana.

Esta es, a grandes rasgos, la historia de Cascajares, una compañía que surgió prácticamente de la nada y que ha encontrado su hueco en el mercado de la comida preparada: capones, pavos, pulardas, cochinillos, corderos, patos… "El plato preparado ha venido para quedarse", dice a La Información Alfonso Jiménez, CEO de Cascajares.

No son buenos momentos para casi ningún negocio, y Cascajares no iba a ser una excepción. La compañía mantiene mercado en España, Italia, Bélgica, Francia, Portugal… Desde hace 12 años tienen presencia en Canadá, con una fábrica en la que trabajan 30 empleados. "En América nos hemos reestructurado antes que en España. El Gobierno de Canadá nos ofreció llevar a nuestros empleados a formación pagando el Ejecutivo sus salarios. La verdad es que no podemos quejarnos”, dice Jiménez, que asegura que Canadá facturará 4 millones de dólares para la firma. “Queríamos hacer cinco millones pero allí ha cerrado la hostelería y eso se nota”.

Las cifras de Cascajares ha sufrido el zarpazo de la pandemia de coronavirus: la firma se ha dejado por el camino un 40% de su volumen de negocio "por el cierre de la hostelería, que nos abre en canal, por la crisis económica que ha bajado el nivel de gasto de los españoles y por las limitaciones para hacer celebraciones", sentencia Alfonso Jiménez. "Hemos cerrado ejercicio a 30 de junio con 9,7 millones de euros y a 1 de julio hemos previsto 7 millones hasta diciembre. Navidad es un tercio del negocio de Cascajares, aunque también lo son los banquetes de mayo y junio -comuniones y bodas que se han cancelado- y las celebraciones de empresa, asegura el empresario castellano y leonés.

De estas últimas, con la pandemia en plena ebullición, no se prevén muchas de ahí que ‘el señor de los capones’ haya tenido que tirar de imaginación para hallar una nueva vía de ingresos. "Hemos lanzado un proyecto de cenas de empresa; el servicio a domicilio adaptado a la tecnología presente. Consiste en organizar cenas de Navidad por videoconferencia a las que son invitados el trabajador y su pareja, estando conectados al tiempo todos los empleados, pero cada uno desde su hogar, evitando riesgos de contagio”. Puede parecer ciencia ficción pero ya han cerrado la contratación de 9.000 cubiertos con una gran empresa y otras 3.000 cenas en otros ámbitos.

Cascajares ha pasado el mismo desierto que cualquier otra actividad económica. Con 50 empleados en España, la compañía entro en ERTE, aunque ya todos se han reincorporado a sus puestos. Las gráficas del negocio son afilados dientes de sierra: ligera recuperación en julio y agosto, mala evolución en septiembre y octubre e incógnita para noviembre y diciembre. "Me preocupa más enero, febrero y marzo de 2021", dice Alfonso Jiménez. La Covid-19 está ‘limpiando’ trágicamente el sector. Pero en Cascajares creen que sortearán la quema. “Esto nos hará aún más fuertes”, sentencia el empresario que tiene claro que su negocio se verá obligado en cualquier caso a acometer una refundación.

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