La red de 288 fábricas de producción textil que trabajan para las diferentes marcas del imperio textil de Inditex en Bangladesh son seguras y cumplen con los protocolos de prevención de incendios estipulados en el Acuerdo Accord, el gran pacto global entre las principales marcas de producción textil y los sindicatos que se rubricó en 2013 después del dramático derrumbe del Rana Plaza, que le costó la vida a más de un millar de operarios que trabajan para las principales marcas de la industrial textil en el país del sudeste asiático.
Así lo ha acreditado el sindicato CCOO tras una intensa ronda de 674 visitas e inspecciones realizadas por personas expertas en ingeniería y seguridad en el trabajo a lo largo de este año 2019, que han terminado por acreditar que los espacios en los que desarrollan su trabajo los empleados de las empresas que trabajan para el gigante español de la fabricación textil cumplen con los estándares de seguridad y de normativa de prevención de incendios estipulados tras el año 2013.
Los exámenes de seguridad realizados durante el pasado año han verificado, a ojos del sindicato, que la firma con sede en Arteixo ha corregido el 93% de los déficits detectados en las revisiones iniciales -mientras que la media del resto de las marcas está en el 84%- y que además el grupo ha desarrollado en 221 fábricas el programa de formación de comités internos de seguridad y salud en el trabajo que preveía el Acuerdo Accord.
El sindicato se felicita de los avances impulsados por Inditex en su red de empresas contratistas en el país en los últimos años y asegura que "la mejora de las condiciones ha provocado que sean cada vez más las fábricas que producen para Inditex en Bangladesh". Según los datos que maneja la plataforma, hoy cosen en el país para la multinacional española 69 fábricas más que hace cuatro años. que en conjunto dan empleo a 143.341 personas.
El mundo de la fabricación textil cambió en abril de 2013. El dramático derrumbe de una gigantesca y vetusta nave de producción textil en las afueras de la capital de Bangladesh, el Rana Plaza, se cobró la vida de más de un millar de personas y generó una ola de indignación de tal calibre que obligó a un replanteamiento general de las pésimas condiciones en que trabajaban los cientos de miles de empleados que fabricaban en lugares como ese las prendas de las grandes marcas globales que luego se venderían en las principales avenidas comerciales del mundo.
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