Movimientos en el sector de la energía

Las claves de la operación EDP-Viesgo que agita el mercado: cables por clientes

Los planes para impulsar las renovablesy la entrada de las petroleras en el negocio eléctrico anticipan nuevas operaciones de grandes inversores como la china Three Gorges.

El nuevo consejero delegado de EDP Miguel Stilwell (centro) en una imagen de archivo.
El nuevo consejero delegado de EDP Miguel Stilwell (centro) en una  presentación de resultados.
EFE

El miércoles 15 de julio, el consejero delegado de Energias de Portugal (EDP) Miguel Stilwell informó a la ministra de Transición Ecológica Teresa Ribera de que la compañía iba a anunciar la compra del 75,1% de  Viesgo al fondo australiano Macquarie por 2.700 millones. Stilwell, nombrado apenas una semana antes para sustituir a Antonio Mexia -investigado por corrupción-cumplía con las reglas de cortesía habituales y, de paso, presentaba su carta de intenciones: EDP aspira a ser un factor más relevante en la transición energética de la Península Ibérica. 

No es el único. Las petroleras Repsol y Total y nuevos actores, como la asiática Three Gorges -accionista de EDP que fracasó en un intento de OPA- pelean para hacerse un hueco en el negocio eléctrico y en el negocio renovable. Three Gorges ha puesto los ojos en los parques solares fotovoltaicos de X-Elio. Interés llama interés y en el sector se esperan nuevos movimientos, especialmente de empresas como Cepsa, que ya movió ficha en su momento con la creación de su filial de renovables y comercializadoras de luz y gas.

El sector se agita, pero con nuevas claves. Las de la operación de EDP son tres: aumentar los ingresos regulados del grupo -los que asegura el Estado- con la compra de más de 30.000 kilómetros la red de distribución de Viesgo ; sumar más potencia renovable y "atar" un socio estable al accionariado del grupo con Macquarie, que se queda un 24,9% de las acciones.

Ingresos seguros

De las tres claves, la de mayor peso es la inversión en redes. Suponen ingresos seguros y una buena rentabilidad -por encima del 5%- durante al menos los próximos cinco años. En tiempos de incertidumbre, la apuesta de EDP tiene sentido. Los informes del grupo portugués lo detallan: un 95% del beneficio bruto de Viesgo -238 millones- proviene de los ingresos regulados, los que decide la Administración y respalda el recibo de los 25 millones de usuarios.

La diana de EDP en la operación Viesgo es compartida. En tiempos de tribulación económica, las compañías energéticas quieren asegurar el negocio. Las eléctricas quieren adelantar una parte sustancial de su inversión en las redes durante la década, superior a los 30.000 millones de euros. El presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán sostuvo en la cumbre empresarial organizada por la CEOE  que deberían eliminarse los límites de inversión anuales. 

Ribera ha recogido -en parte- ese guante. Ha aumentado el porcentaje de inversión anual en la red de transporte en relación al producto interior bruto (PIB) del o,065% al 0,075% mientras que el límite en la red distribución -la que importa a las compañías como EDP- se ha elevado también del 0,13% al 0,14%. Invertir en cables es más rentable que competir por clientes -sobre todo hogares- que dejan márgenes de beneficio muy pequeños -50 euros al año, se quejan las empresas- para el esfuerzo de captación que suponen. El escenario es complejo y, especialmente, después de la entrada en la pelea eléctrica de las petroleras, que tienen más canales para llegar a nuevos potenciales clientes.

Segunda lectura

En este momento, todo tiene una segunda lectura. EDP ha comprado Viesgo -700.000 puntos de suministro- dos meses después de vender a la petrolera Total su cartera de clientes de luz y de gas de 2,5 millones de clientes-  y adquiere centrales térmicas de carbón -Los Barrios en Cádiz y Puente Nuevo en Córdoba- mientras anuncia el cierre adelantado de sus propias centrales en Asturias. Parece contradictorio, pero no lo es si se observa todo el tablero. EDP quiere más red de distribución y Viesgo la tiene en Cantabria, Galicia, Asturias y Castilla y León; quiere asegurar también su posición en renovables y las centrales térmicas tienen potencial más allá de su cierre porque conllevan derechos de conexión para futuros proyectos de energía limpia. 

Todas las empresas, grandes y pequeñas -en España operan 322 compañías distribuidoras de electricidad, al menos sobre el papel- otean el horzionte. Para colocarse o para no quedar descolocadas. Mientras llega el futuro, lo importante es asegurar el presente. De ahí el interés por controlar las infraestructuras de distribución, los cables. Cada año, según los números de la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC), las distribuidoras reciben 5.300 millones por las redes. Endesa e Iberdrola reciben la parte del león -en torno a 4.000 millones-. Los pequeños -más de 300 millones- se reparten apenas 200. Hay pelea por el hueco.

La agitación en el sector energético se empieza a parecer a lo que vivió el sector de las telecomunicaciones a principios de siglo. Las compañías energéticas ya no venden sólo electricidad, sino paquetes de servicios, algo más tangible que la electricidad. La esperanza es que el aumento de la competencia y la extensión de las energías renovables beneficie a los clientes vía precios. Es posible que al fin haya empezado la guerra por el cliente. 

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