2021, el año del cierre de operaciones

Bruselas da luz verde exprés a las ventas de fibra de Telefónica a KKR y CDPQ

La operadora logra la autorización para las 'joint ventures' en Chile y Brasil justo después de cerrar el círculo con el cierre de la operación de Telxius en Europa y la fusión de O2 en Reino Unido.

Álvarez-Pallete Telefónica
Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica.
Europa Press

El año 2021 va a ser el del cierre de las principales operaciones corporativas de Telefónica. Esta semana se han anunciado los cierres de la fusión de O2 con Virgin Media en Reino Unido y la venta de la práctica totalidad de las torres de telecomunicaciones de Telxius en España y Alemania a American Towers Corporation. No son los únicos. La operadora ha recibido también todos los parabienes regulatorios de la Comisión Europea a las dos 'joint venture' que va a constituir con el fondo de capital riesgo KKR y el fondo canadiense de pensiones CDPQ para gestionar y terminar de construir la red de fibra en Brasil y Chile.

En los dos últimos años se han ejecutado en el seno de la operadora dos tipos de operaciones: unas destinadas, en buena parte, a la reducción de deuda y otras más orientadas a la optimización de la inversión y a la búsqueda de socios financieros que ayuden a los futuros desembolsos. En este último grupo se encuentran las 'joint ventures' que ha formalizado en Alemania y Latinoamérica para gestionar la red fija actual y, sobre todo, para compartir todos los costes que van a implicar los futuros despliegues -hay que recordar que las redes 5G necesitan de fibra para optimizar aún más sus conexiones-.

Primero llegó la de Alemania. Telefónica creó una sociedad que compartía al 50% con Allianz. El objetivo que persigue la operadora es apoyarse en la fortaleza económica del grupo germano para poder desplegar red de fibra óptica más allá de las grandes ciudades, centrándose en zonas rurales y semirrurales. En total, preveían invertir 5.000 millones de euros en los próximos años. para alcanzar más de 2 millones de hogares. El planteamiento, que se basa en el alquiler mayorista de esta infraestructura como un operador neutro a la propia Telefónica y a otros, fue respaldado por la Comisión a finales del año pasado. Ahora llegan el resto de movimientos.

Bruselas acaba de dar luz verde, también por la vía rápida, a las otras dos transacciones. Una de ellas era la venta del control de la red de fibra en Chile a KKR para gestionar la infraestructura en el país. La nueva filial estará controlada por el fondo de capital riesgo con un 60% de las acciones. La otra operación es la 'joint venture' al 50% de la mano del canadiense CDPQ (Caisse de dépot et placement du Québec) para alcanzar los 5,5 millones de unidades inmobiliarias pasadas por fibra en cuatro años. En ambos casos no ha habido ningún impedimento por parte de la Comisión y las ha declarado "compatibles con el mercado interior".

Ninguna de estas operaciones tienen una reducción de deuda importante. De hecho, sólo la venta del 60% de las acciones de la sociedad conjunta a KKR -un viejo conocido de la operadora, pues ha sido desde el año 2016 el socio financiero en Telxius, la filial de torres de telecomunicaciones- permitirá ingresar unos 400 millones de euros que podrían ir a reducir aún más la deuda después de los casi 8.400 millones de euros que recortará este mismo mes de junio con los cierres de Telxius Europa y O2 en Reino Unido. 

¿Y España?

Con estas operaciones, la operadora ha logrado repartir la inversión de los próximos años en dos de sus mercados prioritarios: Brasil y Alemania. Pero, ¿y España? Desde hace varios años, analistas han puesto sobre la mesa la posibilidad de vender una parte minoritaria de su red -el mayor 'tesoro'- a un socio financiero que, como en otras transacciones, logra unos flujos de caja continuos y asegurados durante los siguientes años por el alquiler a la propia Telefónica. Pese a abrir la puerta hace varios trimestres, tanto el consejero delegado, Ángel Vilá, como la responsable financiera, Laura Abasolo, han tratado de reducir las expectativas ante una operación como esta. "Es un activo estratégico que probablemente no esté reflejado en nuestra valoración; podría darnos opcionalidad en el futuro... pero lo declaramos como estratégico; continuaremos explorando formas eficientes de implementar fibra en nuestra red", aseguraba Vilá el pasado 13 de mayo ante analistas.

Con todas las transacciones firmadas ya finalizadas o, al menos, encarriladas, queda la gran asignatura pendiente de Álvarez-Pallete: la venta de Latinoamérica. Después de más de un año y medio intentando vender los activos en la región aún no ha conseguido un avance claro ante la dificultad para lograr un comprador sin un precio 'de derribo'. Durante los últimos meses ha habido conversaciones con Liberty Latin America, sin que hayan fructificado. La única transacción encarrilada es la de Costa Rica que, después de que Millicom se negara a cerrarla (lo que desembocó en una demanda de la empresa española), el regulador de telecos del país ha autorizado la compra por la propia Liberty.

Este 2021 será, por tanto, el año de las operaciones corporativas, convirtiendo a Telefónica en una empresa menos endeudada, pero más pequeña -no consolidará en su perímetro el 50% de la 'joint venture' de Reino Unido tras completar la fusión y no tendrá el paquete con las mejores torres de telecomunicaciones entre sus activos-. Estos avances en las transacciones han sido premiados por el accionista, pero con cierta tibieza. Los títulos se han revalorizado algo más de un 16% en lo que va de año.

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