Un nuevo modelo para un escenario incierto

Los supermercados 'mutan' en tiempo récord para superarse ante el coronavirus

Supermercados Carrefour
Supermercados Carrefour
EFE

Cuando Pedro Sánchez decretó el estado de alarma el pasado sábado, el pánico ya se había extendido entre la población más rápido que el propio coronavirus. El ejemplo más gráfico se veía desde días antes en los supermercados de toda España: estantes vacíos de papel higiénico, ternera fresca y otros productos más útiles para la supervivencia a un hipotético apocalipsis. Y, casi sin tiempo de reacción, las grandes superficies han tenido que 'mutar' para adaptarse a una nueva realidad que redefine el sector con tres máximas: capacidad de abastecimiento, protección de la salud y aislamiento de las personas en mayor riesgo de contagio.

La imposición de medidas se ha acelerado exponencialmente en cuestión de días, incluso de horas, conforme se iba constatando el cambio de tendencia en el consumidor: en la semana del 24 de febrero al 1 de marzo se observó un incremento del 113% en ventas sumando todos los canales de distribución, que se disparaba hasta el 154% el 10 de marzo y al 180% el 11 de marzo, según datos de Kantar. Esto significa que, incluso cinco días antes de la declaración del estado de alarma, los supermercados ya estaban registrando un abarrotamiento absolutamente inusual.

Al principio, algunos supermercados empezaron reduciendo el aforo y manteniendo un metro de seguridad entre los clientes, que pasaron a hacer cola en la calle. El objetivo era doble: por prevención sanitaria y para garantizar el abastecimiento, ya que a pesar de que nunca ha estado en riesgo el acceso a alimentos, ciertos productos sí han desaparecido de los estantes antes de lo previsto. Al margen del misterio del papel higiénico, hay otros que escasean y ni siquiera se pueden comprar online, como las galletas, los huevos o el tomate frito.

"La gente compra solo a primera hora de la mañana", explicaban esta misma semana desde Mercadona. Por eso, a pesar de que otra de las recomendaciones generalizadas es la de espaciar las compras a lo largo del día, muchas veces varios estantes de los supermercados están prácticamente vacíos a las pocas horas de abrir, incluso aunque la mayoría de las empresas haya hecho esfuerzos sobrehumanos para garantizar la reposición constante de artículos. De hecho, algunas grandes superficies como Alcampo o Carrefour han reubicado a parte de su plantilla para que apoye como reponedores o trabajando en los almacenes.

Auge de las ventas online, pero no para todos

Y, por el mismo motivo anterior, algunas empresas como Mercadona o Dia han recortado su horario de atención al público, porque "no tiene sentido mantenerlas abiertas todo el día si nadie va a comprar a última hora", explican fuentes del sector. La buena noticia es que, al margen de que hay quien utiliza la excusa de ir a hacer la compra para dar tres paseos al día (con el consiguiente riesgo de multa), la restricción de horarios también ha contribuido a concienciar a la población de la necesidad imperiosa de quedarse en casa durante el estado de alarma por el coronavirus.

Ante los problemas que acarrea ir a comprar a una tienda física (colas, riesgo para la salud, etc.), los clientes empezaron a cambiar su modo de comprar: en los primeros días de la crisis, el canal online llegó a aumentar un 138% sus ventas, lo que empezó a dar lugar a una alteración de los calendarios de entrega y a un colapso temporal del servicio en algunos casos. Otro cambio drástico que obligó a los supermercados a readaptarse sin apenas tiempo y que mientras dure la crisis del coronavirus ha establecido un nuevo patrón a la hora de ir al supermercado: compras masivas por internet que tardan como poco una semana en llegar, mientras que las idas y venidas a las tiendas más cercanas sirven para cubrir necesidades cada dos o tres días.

En esencia, este vertiginoso cambio (en apenas una semana casi toda la población ha pasado a este nuevo modelo de compras) no ha hecho más que acelerar la tendencia natural del mercado: la transición al canal online. El problema es que existen colectivos que, bien por una discapacidad, bien por su avanzada edad, pueden sufrir bastante a partir de ahora. Por eso (y por su especial riesgo si se contagian) esta misma semana varios supermercados han empezado a dar preferencia a estos colectivos -y a otros considerados de riesgo, como las embarazas-a la hora de acudir a comprar y al pagar en caja.

Y es que cambiar las costumbres de los más arraigados a barrios o pueblos de toda España puede resultar complicado. En los primeros días de la crisis del coronavirus, las ventas de las tiendas de barrio se dispararon casi tres veces más. En buena parte, para encontrar alternativas para comprar productos de primera necesidad más allá de internet o los abarrotados supermercados. Pero también porque se trata de establecimientos de toda la vida, donde pesa más la confianza que el miedo a la epidemia.

Mostrar comentarios