"La situación no mejorará hasta después de verano"

La crisis del chip 'prodigioso' se ceba con Europa... y ya amenaza a España

Todas las empresas han sido golpeados por este tsunami logístico, que afecta a la mayoría de lanzamientos de los productos 'estrella' y pone en duda la autonomía estratégica del continente y el cambio de modelo económico.

Efe
La crisis del chip 'prodigioso' se ceba con Europa... y ya amenaza a España
EFE

La crisis del microchip ha llegado a Europa y lo ha hecho con una fuerza tal que está poniendo en cuestión tanto la autonomía estratégica del continente como el previsible cambio de modelo económico que ya empieza a sobrevolar por la geografía de los países miembros de la UE. Nadie está exento de sufrir las consecuencias de este recorte en la producción, puesto que afecta a los nuevos básicos del consumidor del siglo XXI: las videoconsolas, las tabletas, los móviles de última generación, las televisiones, las radios, los portátiles o los automóviles.

Sus implicaciones llegan, tanto a las más altas esferas políticas, como a la microeconomía, y es que la carencia que afronta el continente se extiende a todos los semiconductores: los materiales que hacen posible que un pedazo de metal se convierta en un procesador capaz de realizar millones de operaciones por segundo en una PlayStation 5.

“Los semiconductores son la punta de lanza de la cuarta revolución industrial. Son el vector de unión de los ecosistemas digitales, físicos y medioambientales”. Así se despacha AlixPartner, consultora especializada en la gestión del cambio en las organizaciones y sectores, cuando resalta la oportunidad de un mercado que, sí o sí, afrontará el reto de la soberanía tecnológica en Europa. La compañía admite que "el almacenamiento de semiconductores observado el año pasado (2020), seguido de la escasez de suministro en 2021 hasta ahora, solo sirve para sellar este punto de vista".

Todas las empresas están amenazadas por este tsunami logístico. Gran parte de los lanzamientos de productos 'estrella' se están viendo afectados, al no poder cumplir con las expectativas de adquisición por parte del cliente. El problema está afectando por igual tanto a fabricantes estadounidenses, como Xbox o Microsoft, como a los asiáticos de Sony y Samsung. Incluso la todopoderosa Apple, la mayor compradora mundial de semiconductores, que destina más de 47.000 millones de euros al año a su adquisición, tuvo que aplazar el lanzamiento del iPhone 12 debido a la carestía total de esta nueva materia prima del siglo XXI.

El caso más paradójico es el de Samsung, líder en la producción mundial de semiconductores. La compañía vende microprocesadores por valor de 56.000 millones de dólares al año, pero destina 36.000 millones a la compra de estos mismos materiales a su competencia. Aun así, el gigante coreano tuvo que retrasar varias presentaciones de productos debido a la discontinuidad en el suministro. Ni ellos mismos son capaces de atender la brutal demanda del sector tecnológico.

La crisis golpea directamente a Europa

La crisis ha llegado en el peor momento para Europa. El continente ha vivido en sus carnes los efectos del confinamiento, que ha obligado a gran parte de la masa laboral a dejar sus centros de trabajo para volcarse en el teletrabajo. Sólo en España, el INE cuantificó que, a finales de 2020, el 99,5% de los domicilios disponían de al menos un teléfono móvil. Una cifra muy similar al 95,3% de viviendas con conexión a banda ancha y del 81,4% de hogares que cuentan con al menos un ordenador. La penetración digital es similar en Europa donde, a los efectos del teletrabajo, se une la educación a distancia forzada por el coronavirus y que ha obligado a las familias europeas a equiparse para afrontar un curso muy problemático.

Comprar ahora un portátil se ha convertido en una auténtica odisea en la Unión, y lo que es más peligroso: no se vaticina un futuro en el que se solucione el problema. En declaraciones a la BBC, Richard Windsor, analista del Edison Investment Research, estima que en Europa se necesitarían entre “18 y 24 meses para comenzar a fabricar chips en una factoría después de comenzar a construirla”. Coincidente con este plazo son las previsiones de Gartner, INC., consultora especializada en la investigación de las tecnologías de la información con sede en Estados Unidos. Los de Gartner prevén que la escasez mundial de semiconductores pueda persistir durante todo el 2021 y pronostican una recuperación a niveles normales para el segundo trimestre de 2022, siempre en función del escenario de recuperación en la fabricación de componentes.

Kanishka Chaudan, analista principal de la compañía, considera que “la escasez de semiconductores interrumpirá gravemente la cadena de suministro y limitará la producción de muchos tipos de equipos electrónicos en 2021. Las fábricas están aumentando los precios de las placas base y, a su vez, las empresas de chips están aumentando los precios de los dispositivos”. Un plazo que la recuperación europea y española no pueden permitirse.

Los efectos de la escasez de semiconductores y componentes se extienden al otro gran sector de la industria europea: la automovilística. Aquí, las pérdidas ya se cuantifican en miles de millones. Ford cifró en más de 2.000 millones de euros al año el perjuicio que podría causar la caída en la cadena de suministro derivada de la ausencia de chips. Nissan ya anunció la paralización de sus fábricas en México y Estados Unidos, mientras que General Motors también estimaba en unos 1.600 millones de euros el roto en su cuenta de resultados.

La digitalización, el coche autónomo, eléctrico y las continuas mejoras en la seguridad de los automóviles, de la que Europa siempre ha hecho gala, hace que el número de chips necesarios para fabricar un coche medio europeo sea de alrededor de 100. Basta con que uno de ellos falle en la cadena para que la producción de un vehículo se vea afectada en su totalidad.

Para los analistas de ING, la problemática de los semiconductores sobre el sector del automóvil se debe, en parte, a la estrategia común de fabricación de gran parte de firmas europeas. “Cuando la producción automotriz bajó un 40% en los primeros días de la pandemia, se cancelaron muchos pedidos de repuestos para automóviles, incluidos semiconductores”. Una vez que la demanda de semiconductores se recuperó, la capacidad de producción de repuesto se asignó a los clientes de otras industrias, que no cancelaron su compra. En definitiva, “los fabricantes de automóviles parecen haber sobreestimado la disponibilidad” en el mercado de un producto ahora más esencial que nunca.

… y amenaza con extenderse por toda España

A la escasez se suman las interrupciones que sufren los países fabricantes por diversos motivos, como la pandemia, la demanda energética o las tensiones geopolíticas que vive Taiwán o incluso Corea de Sur. Las previsiones de ING no son especialmente optimistas para los europeos. “En términos de impacto, la disrupción se sentirá más en países con una dependencia relativamente grande de la fabricación de automóviles, como Alemania”.

En este sentido, los analistas consideran que las empresas de electrónica de consumo lidiarán mejor la crisis que las automovilísticas europeas ya que, a la demanda alta de productos tecnológicos de consumo, se unen las características propias de un mercado que produce de manera muy ajustada lo que cree que necesitará. En el momento que las condiciones sobre las que se había planificado la producción cambian, las previsiones caen como un castillo de naipes.

España es el segundo país fabricante de automóviles en Europa. Lógicamente, los efectos de la crisis ya se están notando. La producción de vehículos cerró el primer cuatrimestre de 2021 cayendo un 13,4%, con una reducción del 16,4% en el mes de abril, en comparación con el mismo mes de 2019 (antes de la crisis pandémica). Para Anfac, "el desabastecimiento de microchips está suponiendo un importante lastre para alcanzar el ritmo deseado en la fabricación de vehículos, tanto en España como en Europa y no es previsible que la situación mejore, al menos hasta después de verano".

Como respuesta a estas pobres cifras, las fábricas de Seat, Volkswagen, Ford y Mercedes en España anunciaron ERTES y recortes en su producción debido a la ausencia de semiconductores que montar sobre sus plataformas. La crisis se ha cebado en la planta de Stellantis en Vigo, que ha suspendido provisionalmente sus dos sistemas de producción "hasta nuevo aviso" debido a los problemas con el suministro. Como si de un gran dominó se tratara, una vez que cae la pieza maestra van las demás. La industria auxiliar está acometiendo reestructuraciones debido a la falta de producción de las plantas, reduciendo actividad, enviando a trabajadores a ERTES o reorientándose a otros sectores en una carrera que, sólo en Galicia, ha podido costar ya 22.000 empleos, según aseguran los sindicatos gallegos.

A esta complicada realidad se une la esperada recuperación económica impulsada por los fondos Next Generation, el salvavidas al que toda industria española desea agarrarse. Entre los deseos de la Unión Europea figura que los 750.000 millones de euros destinados al plan de recuperación se inviertan en crear “una Europa más verde, más digital y más resiliente”. Por desgracia, el pilar digital está directamente afectado por la crisis de los semiconductores. Sin ellos, proyectos como el despliegue de la red de 5G en Europa y la digitalización de las redes eléctricas o del sector del automóvil también están comprometidas y, lo que es más importante, ponen en alto riesgo la autonomía estratégica europea que, de nuevo, puede verse superada tanto por China como por Estados Unidos.

Europa ausente ante China y Estados Unidos

Son precisamente estos dos países los que han reaccionado inmediatamente sacando la chequera. Podría decirse que China es el país más afectado, debido a que es la nación que más ordenadores, teléfonos móviles o automóviles fabrica a nivel mundial. Como consecuencia, la empresa de investigación IHS predice que se producirán 250.000 vehículos menos en el país durante los primeros tres meses del año.

Por ello, Beijing siempre ha considerado que debía producir más semiconductores y aumentar su cuota de mercado, compitiendo de esta manera con Taiwán. El Gobierno del gigante asiático destinará más de 150.000 millones de dólares para la fabricación de estos productos, en un esfuerzo que tardará al menos de dos a cinco años en dar sus frutos, pero, para China, el factor tiempo es mucho más relativo que para la industria europea.

Taiwán y Corea del Sur copan el 83% de la producción de chips procesadores y el 70% de los chips de memoria. Estaríamos en una situación parecida a un cartel "como lo fue la OPEP para el petróleo"

Lo mismo veremos en Estados Unidos. El país todavía lidera el mercado en el desarrollo de diseños de componentes para software y hardware, pero Taiwán y Corea del Sur dominan por su parte la industria de fabricación de chips. El analista de TS Lombard, Rory Green, estima que las dos naciones asiáticas representan el 83% de la producción mundial de chips procesadores y el 70% de los chips de memoria. Para este economista, estaríamos en una situación parecida a un cartel "como lo fue la OPEP para el petróleo, Taiwán y Corea del Sur son productores monopolistas de chips", y la previsión es que ambos países crezcan aun más.

Biden ha reaccionado ante esta crisis reuniéndose con las principales empresas afectadas y comprometiendo 50.000 millones de dólares solo para la creación de industrias destinadas a la fabricación estratégica de microchips y asegurar una auténtica cadena de suministro 100% nacional que no dependa de los avatares en Corea del Sur o Taiwán. A esta cifra se le unirán pronto otros 110.000 millones para investigación de alta disponibilidad y dependencia que pilotará el departamento de Defensa para mantener la ventaja competitiva estadounidense en este campo.

En cualquier caso, es ahora cuando se prometen inversiones multimillonarias tanto en China, como en EEUU o incluso Europa, pero el problema viene precisamente de la ausencia de ellas cuando más necesarias eran: justo antes de la crisis. Un aumento de la inversión de capital para impulsar la capacidad de producción, siendo necesaria, surtirá sus efectos en el medio plazo, antes de que la oferta y la demanda vuelvan a sincronizarse estructuralmente y la crisis de producción pase. Mientras, Europa está observando y reflexionando sobre cómo reaccionar ante la situación, pero los efectos sobre la economía del continente están siendo ya brutales.

Neil Campling, analista de la firma Mirabaud, vaticina un futuro incierto para la UE. “No hay señales de que la oferta esté disminuyendo, mientras que los precios están aumentando en toda la cadena”. La crisis de los microchips llegará pronto a nuestros bolsillos. “Los automóviles costarán más, los teléfonos costarán más”. Por primera vez en la historia, “el nuevo iPhone no será más barato que el del año pasado”, concluye Campling. Nunca algo tan pequeño y prodigioso pudo hacer un daño tan grande en un continente tan viejo.

Mostrar comentarios