La mayoría de los viajeros que acoge la terminal ejecutiva del Aeropuerto de Barajas la forman rostros conocidos de una élite empresarial y política que viaja en jet privado y aterriza en plazas alquiladas. En ella tuvo lugar uno de los desembarcos más recientes (y polémicos) del país: el de la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez. Entre sus estancias, sus distinguidos usuarios disfrutan de los tiempos muertos en confortables salas vip que acogen reuniones de alto standing bajo la premisa de que allí se paga por cada minuto... y no solo a causa del equipamiento. Y es que la máxima de la terminal más exclusiva de la base madrileña responde a una garantía de discreción que roza la opacidad pues, según han apuntado fuentes policiales, en ella los pasajeros no tienen la obligación de sellar su pasaporte por lo que, técnicamente, se puede desembarcar sin entrar en España como tal e incluso sin 'pisar' suelo español. Esta particularidad es la que, días después de su encuentro con José Luis Ábalos, ha servido para apuntalar la versión con la que la 'número dos' de Nicolás Maduro trata de justificar su desafío a Bruselas.
La vicepresidenta habría aprovechado así el salvoconducto que Sky Valet Spain (antigua Gestair) y Spanish FBO Madrid, gestores de la terminal ejecutiva, ofrecen a sus clientes en aras de proteger su privacidad, para 'sortear' cualquier quebrantamiento del dictamen de las autoridades europeas que, desde el verano de 2018, aprobaron el veto a la mandataria sobre el territorio de la UE. Así, jurídicamente hablando y en base al auto 271/2008, del 15 de septiembre de 2008 del Tribunal Constitucional, se estipula que para las personas que se hallen en las "zonas de tránsito" o de "rechazados" de los aeropuertos españoles, no puede considerase que hayan entrado en territorio español. De este modo, el área más exclusiva del aeropuerto madrileño se ha convertido en un sostén crucial para la versión de Rodríguez y también para la de Moncloa.
Según los datos que aporta Aena en su página oficial, la terminal corporativa se encuentra al sur del complejo aeroportuario de la capital y cuenta con más de 26.000 metros cuadrados para cada una de las dos firmas gestoras que, además, disponen de más de 58.000 metros cuadrados de zonas comunes. A lo largo de toda esta superficie, la prudencia marca la política de las dos empresas que, al ser consultadas por La Información, han optado por pasarle la 'patata caliente' a Aena, la firma concesionaria que asegura que "no tiene información" sobre lo que pasa en la terminal.
El área destinada a terminal ejecutiva la componen tres dependencias. Por un lado se encuentran las naves modulares que se destinan al almacenaje, a las que hay que sumar el edificio del antiguo Terminal de Aviación General, en el que se ubican las oficinas de los gestores y de las compañías que operan y demandan espacios propios. Finalmente, se halla el edificio del antiguo Pabellón de Estado dedicado a la recepción y asistencia en tierra a pasajeros. A todo ello se debe añadir la zona para el estacionamiento de aeronaves, que cuenta con medio centenar de posiciones disponibles con sus correspondientes áreas de rodaje, accesos y un espacio especial para el deshielo.
El último contrato de arrendamiento de instalaciones para la gestión de dos bases fijas de operaciones (FBO por sus siglas en inglés), para aviación corporativa y de negocios en el marco del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, al que ha tenido acceso este diario, contó con un importe de adjudicación de más de 3 millones de euros, con Sky Valet Spain como adjudicatario y una vigencia de cinco años desde el pasado 8 de enero de 2019. Las cifras son notables y el negocio de la aviación privada muy rentable. De hecho, el aeropuerto de El Prat también cuenta con un área específica para este servicio que también es gestionada por la misma firma.
El Ministerio de Industria, Turismo y Comercio movió ficha para rentabilizar (aún más) este mercado a través de su Plan Estratégico para la Aviación, que busca fomentar y alcanzar un mayor nivel tecnológico para un subsector con un fuerte perfil industrial. En concreto, la estrategia buscaba generar un crecimiento de este tipo de vuelos del 16% entre 2007, cuando se registraron 400.000 operaciones, y el cierre de 2020, cuando se estimaba que acariciarían los 2 millones.
Desde que se inauguró la terminal, hace casi una década, el perfil del tráfico aéreo ha cambiado. El aeropuerto de Barajas ve desembarcar a altos mandatarios y grandes empresarios, que exigen nuevos servicios a las dos compañías responsables del espacio, las cuales cerraron 2018 con beneficios millonarios. No obstante, la garantía de la protección de los pasajeros vip sigue siendo una apuesta segura en un área cuya gestión escapa a la potestad de Aena, y cuyos usuarios recorren los pasillos del mayor centro de recepción de España sin dejar más huella en el registro que la marca de sus maletas sobre el parqué.
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