Inquietud en la izquierda por la demora

¿Qué pasa con Podemos? El 'partido' de Iglesias no termina de arrancar con Díaz

Nadie sabe el papel que desempeñará Unidas Podemos dentro de la plataforma, ni el liderazgo que tendrá la ministra en un giro vital para sus objetivos y en el que no ha incluido a sus socias Montero y Belarra. 

Yolanda Díaz
¿Qué pasa con Podemos? El 'partido' de Iglesias no termina de arrancar con Díaz. 
CONTACTO vía Europa Press

“Quédense con este secreto que les voy a contar y que no siempre los historiadores sospechan: a veces, detrás de las grandes decisiones, no hay cálculos complejos ni análisis brillantes. A veces, simplemente, hay un nudo en la garganta. Este libro va de eso”. El libro que va de eso se llama 'Verdades a la cara. Recuerdos de los años salvajes', y relata la intensa y ajetreada vida de Pablo Iglesias, el político que más odios y más amores ha despertado en la última década. En el libro se habla de cualquier tiempo pasado, pero sobre todo, Iglesias intenta -a través del periodista Aitor Riveiro- poner orden en el presente y el futuro de Podemos.

Y claro, en él aparece de manera muy especial la elegida, Yolanda Díaz, que además en estos últimos días ha vuelto a estar de actualidad precisamente por las palabras de su “protegido”, Pablo Iglesias, que se convertían en una especie de bumerán doliente al reconocer que quizá se había equivocado al nombrarla como sucesora al frente del partido: "No tengo claro que fuera lo correcto. Quizá lo que tendría que haber hecho es dejar en manos de los partidos para que organizaran unas primarias. Eso seguramente habría sido mucho más previsible y, seguramente, más democrático que dar mi opinión, que decir que creía que esta compañera, si ella lo decide, debía estar al frente. Quizá me equivoqué, quizá eso no fue un acierto”.

Según algunos exegetas del imprevisible Iglesias, estas palabras recogidas hace unos días en La 2 de TVE no eran tanto una crítica a Díaz sino una respuesta sincera a los que le acusaron en aquel entonces de machismo por decidir el futuro de la titular de Trabajo sin consultárselo ni a ella misma, según cuenta en el propio libro. Es más, hace cinco días el propio exlíder del partido morado ha querido matizar parte de este embrollo al señalar que ha sido víctima de una campaña de manipulación orquestada, en este caso, por la propia “progresía” que buscaría dividir aún más al partido, y señala a sus vecinos y socios de coalición que pretenden que Podemos no esté en la futura plataforma con la que Yolanda Díaz pretende dar batalla electoral al PSOE.

¿Pero qué hay de esa famosa -por anunciada- propuesta con la que Díaz amenaza todos los meses, aunque todos los mismos meses sigue sin concretar ni ejecutar? Nadie sabe aún el papel que jugará Podemos en esa plataforma, ni el liderazgo que desempeñará la propia Yolanda Díaz, en un partido vital para sus objetivos pero en el que también tiene su dosis de buenas “enemigas”, como son las ministras Irene Montero e Ione Belarra, que siguen sin ver claro el destino de la ministra de Trabajo dentro de la estructura del partido, y el suyo propio en ese reparto de poder.

Las relaciones entre Díaz e Iglesias están peor que nunca, por el tipo de liderazgo que está ejerciendo la vicepresidenta segunda

Dice Iglesias, que él le recomendó a Díaz cuando le cedió la vicepresidencia, que cuidara sus alianzas dentro de Unidas Podemos para liderar un espacio confederal y que tejiera a su alrededor relaciones basadas en la lealtad, que él no disfrutó en muchas ocasiones, y entre ellas señala que esa falta de lealtad dinamitó la relación de Podemos con Manuela Carmena. Un aviso para navegantes justo en el momento en que las relaciones entre Díaz e Iglesias están peor que nunca, sobre todo por el tipo de liderazgo que está ejerciendo la vicepresidenta segunda, y que no satisface plenamente a su mentor. Aunque también le advierte de los peligros mediáticos que correrá cuando asuma el liderazgo ya que “los medios no serán menos crueles contigo”. Si bien no aclara, si su actitud con ella será de “lealtad” o de “crueldad”.

Ese proceso de “escucha” que Yolanda Díaz anunció que iniciaría en breve por las bases y centros de los partidos de extrema izquierda, y no tan extrema, con el objetivo de aglutinarlos, sigue pendiente de ser una realidad y de crear esa plataforma política, y ya van siendo unos cuantos los que se están inquietando con el retraso y su falta de concreción. Uno de ellos es Alberto Garzón, líder de Izquierda Unida que apoya abiertamente a Díaz, el que le urge a ponerse en marcha: “Los procesos no deben forzarse pero tampoco dilatar en exceso y tras las elecciones en Castilla y León, a meses de las andaluzas y a menos de año y medio de las locales, autonómicas y generales, ya toca seguir con la apuesta y ponerla en marcha”. Estas palabras del ministro de Consumo realizadas a través de una revista cultural que él dirige, intentan animar a Díaz a que salga de su “elefante en la habitación” y se ponga manos a la obra para construir una coalición amplia de izquierdas y evitar a la postre pactos apresurados, sobre todo cuando el tiempo apremia y nadie sabe qué decidirá Pedro Sánchez si las encuestas siguen dándole malos resultados.

Yolanda Díaz no lo tiene fácil, y no sólo porque las comparaciones sean odiosas, que suelen serlo, sino porque la alargada y comparativa imagen con Pablo Iglesias también suele ser perjudicial para su figura mucho menos potente. Son dos estilos opuestos y las bases de los morados no pueden esperar que Díaz sea el 'álter ego' del exlíder. No gusta su estilo conciliador y algo melifluo, y no soportan que justificara apoyar el envío de armas de Pedro Sánchez a Ucrania. Pero hay más heridas y tragos amargos, entre ellos el cambio de postura del presidente sobre el Sáhara, que han tenido que soportar los de Unidas Podemos, empezando por Yolanda Díaz, con la actitud displicente, por no decir despótica, de un Sánchez que parece dispuesto a romper relaciones con sus socios sin problema alguno.

Existen a su vez problemas formales que los morados no ven con buenos ojos, como es el plan de Díaz de apoyarse en referentes de la sociedad civil y de otros partidos para trascender las siglas de Unidas Podemos y primar la plataforma política que ella construya con otras siglas, consiguiendo diluir el peso del partido morado dentro de la posible coalición, algo que no aceptan las mencionadas Belarra ni Montero, y posiblemente tampoco Pablo Iglesias, que la ha invitado a unir “los espacios y liderazgos para que todos se sientan a gusto y respetados”. Algo nada fácil de lograr, y menos en una izquierda tan competitiva y radicalizada en formas y fondo. El aparato del partido ya ha advertido que no tolerará que las confluencias moradas se entreguen alegremente y por su cuenta al dictamen de Yolanda Díaz. Veremos cómo se articularan estas tomas de poder y sus previsibles enfrentamientos.

También tendrá que aclarar y esperar a ver qué sucede con los graves problemas con la Justicia de dos de sus posibles socias regionales, como son Mónica Oltra (Compromis), vicepresidenta valenciana, y Ada Colau (En Comú Podem), alcaldesa de Barcelona, ambas pendientes de resolver sus contenciosos con los Tribunales: la primera, por un posible caso de encubrimiento de los abusos sexuales de su exmarido a una menor tutelada; y la segunda, investigada por presunta malversación, prevaricación, fraude y tráfico de influencias en la concesión de subvenciones a entidades sociales afines.

En definitiva, por muy vicepresidenta del Gobierno que sea Yolanda Díaz su futuro político va a tener que peleárselo duramente a la hora de imponer la unidad y el poder. Son muchos los pretendientes que querrán mojar en el control de la 'salsa' morada de Unidas Podemos, y no perder su cuota de influencia y de dominio; quizá para conseguirlo Díaz deba recurrir al libro de los sabios consejos de su admirado Iglesias, y recordar lo que el exlíder dice acerca de los afectos y antipatías que sufren los políticos: “Lo que define a uno no son sus amigos, sino sus enemigos”. Que Yolanda prepare la larga lista de los suyos, por si acaso.

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