'Castigo' corporativo para la filial

La dimisión de Colman Deegan aviva la 'tormenta perfecta' de Vodafone España

El éxodo de directivos en la cúpula, los problemas en el negocio con la caída de ingresos, el desacuerdo para fusionarse con Másmóvil y la falta de una operación para monetizar su red marcan dos duros años.

Colman Deegan, CEO de Vodafone, presenta su renuncia.
Colman Deegan, CEO de Vodafone, presenta su renuncia.
EP

Una 'tormenta perfecta' que se alarga durante los últimos años y que ahora se aviva con un nuevo cambio de consejero delegado apenas dos años después de su llegada en plena pandemia del coronavirus. La salida de Colman Deegan de Vodafone España es el colofón a un periodo especialmente duro para la operadora en un mercado castigado por una intensa batalla comercial. El éxodo de directivos en la cúpula ejecutiva, los problemas en el negocio con la caída de ingresos, el desacuerdo para fusionarse con Másmóvil y la falta de una operación para monetizar su red marcan estos ejercicios que ahora se cierran con la dimisión y, sobre todo, con un 'castigo' a la filial española restándole mucha importancia en el organigrama europeo y borrándolo de los mercados 'big four' para el grupo de telecomunicaciones.

Deegan ya llegó en un momento delicado para todo el grupo. En plena pandemia, la compañía trataba de digerir la discutida salida del fútbol televisado y la caída en los ingresos residenciales. El cometido era tratar de reconducir el negocio y, sobre todo, preparar el terreno para un previsible baile de fusiones. Ninguna de las dos cosas sucedieron. Ni el negocio ha esquivado el golpe en un mercado ultracompetitivo. Ni las conversaciones con Másmóvil, que se iniciaron justo después de su desembarco, llegaron a buen puerto, aunque en ellas el papel protagonista lo asumiera su 'jefe', el ya exCEO global, Nick Read.

Su llegada procedente de un mercado tan diferente al español como el turco no implicó en un primer momento una salida significativa de directivos y equipo de confianza. Pero en el primer año no logró retener una parte significativa de la cúpula. Del área residencial salió una parte relevante de la alta dirección con Andrés Vicente -quien estaba llamado a ocupar el puesto que finalmente ocupó Deegan como 'número 2' de facto- a la cabeza. Su sustituto en un área clave procedía de Tanzania, un mercado realmente alejado del español. Después llegaron otras salidas: el responsable de tecnología, Ismael Asenjo, y el del área digital, Bosco Aranguren. La última fue Esther Colmenarejo, sustituta de este último (que recaló en Dazn), que salió hace unos meses

El ejecutivo que presentó su dimisión esta semana no ha mantenido una tendencia al alza en los ingresos. Asumió una compañía que cerró ese ejercicio fiscal entre abril de 2020 y marzo de 2021 con una caída del 2,8 millones de euros en ventas por servicios, es decir, las correspondientes a los servicios tradicionales de conectividad. En el ejercicio siguiente, el primero completo bajo su mandato, el descenso fue del 2%. Pero el problema llegó en entre abril y septiembre de este año, su primer semestre fiscal. La caída en este capítulo fue del 4,5%. Más del doble. Y con un Ebitda plano. La marca 'low cost' del grupo, Lowi, fue la que mantuvo el pulso comercial.

España deja de estar en el 'big four' de los mercados para Vodafone y pasa a engrosar una lista de diez plazas menores en el continente europeo

Ante esta situación, la filial española ha recibido un castigo relevante que también ha contribuido a la salida de Deegan. Se trata de un 'bajón' corporativo en toda regla. La división local tenía entidad propia dentro de la estructura del holding y su CEO reportaba al homólogo del grupo. Esto ha dejado de ser así desde ayer mismo. Esta medida, que ha sorprendido mucho internamente, supone un golpe muy relevante, como explican fuentes internas. Significa que España deja de estar en las cuatro plazas con relevancia junto con Alemania, Italia y Reino Unido. Pasa a formar parte del grupo de una decena de mercados mucho más pequeños y con menos peso.

Como decisión estratégica, Deegan y la cúpula en Londres (Reino Unido) han optado más por optimizar la estructura en España. Es lo que en el argot corporativo llaman 'simplificación'. Implicó el cuarto Expediente de Regulación de Empleo (ERE) de los últimos años con más de 400 salidas y la decisión de desprenderse de las tiendas físicas propias con las que contaba. En la estrategia de crecimiento del negocio, la empresa planteó una modificación de las tarifas el año pasado que a la postre trasladaba los descuentos al precio final y el lanzamiento de la división de energía en un momento muy delicado del mercado eléctrico.

En esa optimización no se ha logrado ejecutar operaciones corporativas relevantes que dieran entrada a socios financieros para cristalizar el valor de sus infraestructuras, como han hecho algunos de sus homólogos como Telefónica o la propia Másmóvil. La venta parcial o total de su red de cable y fibra en España se sondeó en el año 2019, aún bajo el mandato de Antonio Coimbra. No se llegó a ninguna transacción. Con Deegan también se ha retomado el movimiento y se ha contratado asesor financiero. Tampoco ha habido resultado hasta ahora.

Mientras tanto, las conversaciones con Másmóvil para una potencial fusión han tenido muchos ojos puestos en eso. Ha supuesto una distracción que ha acabado en nada. Bien es cierto que Deegan no tiene responsabilidad sobre esto, pues todas las conversaciones las lideró Nick Read como CEO global. En la primera ocasión se levantó de la mesa por una diferencia de varios cientos de millones de euros en la valoración de los activos españoles. En la segunda, que fue a principios de 2022 cuando el cuarto operador abrió una suerte de 'subasta' entre los dos, tampoco ganó una operación que todas las fuentes consultadas coinciden en que era "un mal menor" que si no se firmaba tendría consecuencias mayores.

Ahora, con mucha menos relevancia en la estructura del grupo y con una fusión de Orange y Másmóvil en ciernes, Vodafone debe buscar un nuevo consejero delegado para España que trate de asumir el reto de mantener a flote la compañía en plena 'tormenta perfecta', sin mucha más salida corporativa que aguantar el pulso (o una compra de los activos de la rumana Digi para ganar tamaño). 

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