Robots, coches autónomos... El futuro no reside en Silicon Valley, está en Burgos

  • El grupo francés tiene en la ciudad castellana su factoría principal de productos capilares, que ha incorporado importantes novedades tecnológicas.
L'Oreal
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Cuando pensamos en cómo será una fábrica en el futuro, nos imaginamos robots haciendo la mayoría de tareas, todo lleno de máquinas que trabajan de forma autónoma y pocos trabajadores. Y casi siempre lo ubicamos en lugares como el famoso Silicon Valley, el reino de la tecnología. Pero no hace falta irse tan lejos para ver cómo será en unos años la realidad de la industria. Porque aquí, en España, podemos comprobarlo de primera mano en una ciudad que muchos no adivinarían... Burgos

A unos 240 kilómetros de Madrid, en el polígono de Villalonquéjar, la industria va un paso más allá y ya es 4.0 en la central que el grupo L'Oréal tiene en la ciudad castellanoleonense, dedicada íntegramente a los productos capilares. Desde allí, el gigante francés de la cosmética y la belleza produce la mitad de los productos de este segmento que despacha en todo el mundo. Una central que lleva operativa desde 1971 y que en los últimos cinco años ha invertido 50 millones de euros para adelantarse al resto con un modelo industrial en el que ya conviven los robots y los coches autónomos con los trabajadores, unos 500 en total.

De aquí salieron el pasado año unos 254 millones de productos, que van desde champús a tratamientos específicos o de coloración para las gamas de L'Oréal Professionel, principalmente Kérastase, Redken o Matrix, para la división de cosmética de lujo (por ejemplo, House 99, la marca de David Beckham) y la de cosmética activa (Vichy o La Roche Posey). Desde Burgos se distribuyen a 52 países, lo que convierte a esta fábrica en uno de los puntos neurálgicos para el grupo.

En estos últimos años se han ido incorporando novedades tecnológicas con el objetivo de hacer el trabajo lo más eficiente posible. Por ejemplo, la integración de tecnologías por las que se automatizan la mayoría de tareas pesadas, como el paletizado automático. Igualmente, las cargas las hacen los carretilleros automatizados sin conductor; es decir, una especie de vehículos automáticos que se mueven por la fábrica poniendo a punto los pedidos.

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Los carretilleros sin conductor de la fábrica de L'Oreal

Además, se han introducido sistemas de gestión de la información 'on time' de los procesos productivos y la integración de la impresión 3D "para solucionar más rápidamente las averías". El objetivo, como explica el director de la fábrica, Benoit Mocquant, es eliminar los procesos y trabajos "que no aportan valor y que, además, generan dolor físico a los trabajadores". Así, ahora son los robots los que se encargan de realizar todas aquellas tareas ingratas y mecánicas.

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Los robots han permitido que los empleados se centren en tareas de valor

Y todo ello, como cualquier empresa de vanguardia hoy en día, "con el constante análisis de los datos que se captan en las propias líneas para la anticipación de la producción, adaptando la organización a las necesidades omnicanales de los clientes (personalización de productos, necesidades de producción cambiantes, etc)".

Así, el futuro industrial es ya una realidad en esta ciudad de algo más de 170.000 habitantes, en la que el tejido industrial ha permitido que la tasa de paro esté por debajo del 9%, siendo la cuarta más baja de España, según la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre de este año. Pero, además de la importancia del sistema productivo, la central de Burgos de L'Oréal es un modelo para las más de 40 que tiene el grupo francés en todo el mundo por sus iniciativas sostenibles. De hecho, según señala Mocquant, estaría entre las cinco primeras.

La biomasa de la Junta de CyL, su alimento

Con el objetivo de reducir sus emisiones y, además, consumir los menores recursos posibles, la fábrica lleva desde 2015 abasteciéndose de la central de biomasa que está justo a unos metros, la cual se encuentra en suelo propiedad de L'Oréal pero ha sido financiada en gran parte por la Junta de Castilla y León, la cual se encarga también de su gestión. De este modo, más empresas emplazadas en el polígono de Villalonquéjar pueden 'enchufarse' a esta fábrica.

De hecho, actualmente lo hacen otras tres y la previsión es que se vayan sumando más a partir del próximo año. Esta central convierte la madera sobrante de los bosques de la comunidad en energía térmica que emplea L'Oréal para abastecerse, así como otras energías de origen renovable. Igualmente, la fábrica se convirtió en "seca" el pasado año, lo que supone que recicla todo el agua que consume, excepto la que es para consumo del personal o la que se utiliza en los productos.

En este sentido, de cara al año 2020 el objetivo del grupo es que todos los productos que salen de la fábrica burgalesa tengan un beneficio social y medioambiental. Respecto a las acciones que realizan con la sociedad, L'Oréal destaca los programas para detectar a niñas con talento desde el colegio, acciones con colectivos desfavorecidos o la localización del 80% de la producción para favorecer la economía local. 

De este modo, Burgos se ha convertido en uno de los enclaves principales de esta compañía, que solo en el primer semestre de este año ha elevado su beneficio un 11,7%, hasta los 2.275,2 millones de euros. Un total de 45.000 metros cuadrados en los que nada tienen que envidiar a las empresas más punteras de Silicon Valley. Y todo eso de momento, porque para el año que viene prevén inyectar otros 10 millones para seguir dictando el futuro de la industria desde el corazón de la Península Ibérica.

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