Cada año el fuego arrasa en España miles de hectáreas. Sin ir más lejos,
en 2017 ardieron en nuestro país 174.788 hectáreas, nada menos que el
0,63% del territorio español. Cada verano las administraciones públicas
dedican una ingente cantidad de recursos económicos y humanos para
luchar contra la plaga del fuego, pero inevitablemente, las labores de
extinción de los incendios deben de paralizarse durante la noche cuando los hidroaviones de extinción no pueden volar. Esto le daba “mucha rabia” a Pablo Flores (Madrid, 1978), un ingeniero aeronáutico madrileño que se puso manos a la obra.
Así nació Drone Hooper, una startup dedicada al diseño y fabricación de
drones autoguiados para la extinción de incendios y la fumigación de
grandes cultivos, a la que el Colegio Oficial de Ingenieros Aeronáuticos de España (COIAE) ha reconocido con el ‘Premio innovación aeronáutica
2017’. "En ningún caso queremos sustituir, sino complementar aquello que los hidroaviones y helicópteros actuales no pueden cubrir, o que es muy costoso", explica Pablo Flores. La mayor diferencia de Drone Hooper con respecto a los medios aéreos convencionales “es la capacidad de operar de noche y de no poner en riesgo la vida de ningún piloto. Además permite un tipo de operación muy precisa y económica, complementaria a lo que pueden ofrecer los medios convencionales, creando cortafuegos y líneas de defensa”.
Y, de momento, ya hay varias autonomías como Cantabria, Extremadura o Valencia que se han interesado en este ‘bombero nocturno’ y además
“participaremos en un concurso de adjudicación para extinción de
incendios que ha sacado la Xunta de Galicia, probablemente la región
española que más padece el azote del fuego cada verano.
Pero la mayor sorpresa se la llevó el creador de Drone Hooper en una feria internacional cuando un ciudadano de la India se le acercó y habló a Pablo Flores de las enormes posibilidades que sus drones tendrían en la extinción de fuegos en las abigarradas megaurbes de su país como son Calcuta, Bombay o Delhi donde los medios convencionales apenas pueden acceder al caótico y estrechísimo enjambre de calles y casas de muchos de sus barrios en los que se apiñan millones de personas. “Hoy en día aquel ciudadano indio es nuestro partner y la principal fuente de financiación con la que contamos además de algunas ayudas públicas del CDTI o la ESA”.
Había nacido Urban Hooper y las tres líneas de la compañía ya estaban en
marcha: One Hooper, para la extinción de grandes incendios y que en el
futuro podrá llegar a cargar hasta 600 litros de agua nebulizada; la opción
intermedia, Urban Hooper, para operar en ciudades; y el drone más
pequeño, que carga 60 litros, el Agro Hopper, para fumigación y
tratamientos de precisión de cultivos agrícolas.
Pero, ¿cómo funciona el ‘bombero de noche de Drone Hooper? Por ahora, los drones tienen una capacidad de nebulizar hasta 300 litros de agua, su principal hallazgo tecnológico, en una estructura de 160 centímetros de diámetro y 50 de alto, y cuentan con sistemas de control, cámaras térmicas y navegación y geolocalización de precisión para ubicar el punto exacto para la extinción. Operan de dos modos, desde tierra, desde un lugar cercano al incendio, o desde el aire, ya que el sistema puede adaptarse a diferentes aeronaves y pueden lanzarse a cierta altitud por encima del fuego y se podrían usar “como una escuadrilla de varios drones lanzados contra el fuego”. La empresa espera sacar sus drones al mercado “en un año, más o menos”.
Drone Hooper, que cuenta con la Universidad Carlos III de Madrid como
colaborador preferente y que hasta ahora lleva ya gastados unos 300.000
euros en el proyecto, casi todos provenientes de fondos propios, de su
partner indio y de alguna ayuda pública, ha logrado patentar su sistema de nebulizado de agua. “Es una patente inicial”, explica Pablo Flores, y con seguimos nebulizar el agua sin embarcar en el drone una presión adicional,ya que logramos nebulizar el agua utilizando la energía de los rotores del drone. Conseguimos un chorro muy saturado de agua, con una gota, a mucha velocidad, y eso te permite tener una cortina de agua que actúa directamente sobre el fuego. Está muy estudiado en entornos cerrados y es muy eficiente porque por un lado enfría, desplaza todo el oxígeno e incluso hace de pantalla de la radiación. Nuestro método es mucho más preciso que el de los hidroaviones porque lo tiramos de una manera mucho más precisa, sin requisitos de velocidad horizontal…”
Drone Hooper, donde en la actualidad además de Pablo Flores trabajando
otras tres personas, realiza en la actualidad una ronda de captación
financiación y además de todas las ventajas técnicas de su ‘invento’ habla
también de sus ventajas económicas. “Un hidroavión antiincendios cuesta unos 30 millones más otros 6.000 euros anuales de mantenimiento. Nuestros drones son mucho más asequibles, pueden durar alrededor de 30 años, apenas necesitarán mantenimiento y su precio tendrá una relación de 6.000 euros/litro embarcado”, o sea que se moverán, según el tamaño, entre
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