
Su historia, la de Bankia, cuenta con todos los ingredientes para explicar cómo ha sido la revolución que ha vivido el sector en España a lo largo de casi una década. Crisis financiera y estallido de la burbuja inmobiliaria, fusiones, nacionalizaciones, recapitalizaciones, salidas a bolsa y rescates fueron solo el principio. Más adelante llegaría la pelea por sobrevivir en un entorno cada vez más hostil con los tipos de interés en mínimos históricos en la zona euro y una competencia feroz con la aparición de las 'fintech'. Tras años de rentabilidades en estado comatoso, el 'shock' del coronavirus ha catalizado una nueva etapa de reestructuración del sistema financiero europeo de la que España se ha colocado ya en la avanzadilla.
En ese tiempo Bankia ha pasado de tener que enfrentarse al estigma del rescate, de la salida a bolsa y del escándalo de las tarjetas 'black' a poner en marcha un cambio radical en su gestión bajo la batuta de José Ignacio Goirigolzarri, apuesta personal del entonces ministro de Economía, Luis de Guindos, que también ha sido clave -ya como vicepresidente del Banco Central Europeo- a la hora de forzar el matrimonio con CaixaBank. Tras la fusión por absorción con la entidad catalana, Bankia formará parte ahora del mayor banco español por activos y del décimo en Europa, aunque ya no lo hará de cara al público con el verde y negro corporativos que han sido su signo de identidad a lo largo de este tiempo.

La crisis financiera internacional que arrancó en el año 2008 provocó un tsunami en un sector sobredimensionado en España, con una dependencia excesiva del ladrillo y con problemas notables de capital a los que poco beneficiaba la estructura de las cajas de ahorros y su alta dependencia del poder político, que ha dado pie a no pocos escándalos (Caja Castilla-La Mancha, CAM, Novagalicia...).
Con la presión del Banco Central Europeo (BCE) y la mirada atenta del Banco de España y del Gobierno, arrancó el proceso de bancarización de las cajas y de fusión entre entidades con un objetivo claro: que el sector ganase músculo para capear la crisis y que las nuevas firmas mejorasen su solvencia, con los criterios cada vez más estrictos dictados desde Europa.
De ese proceso, que en España ha supuesto el cierre de casi la mitad de las oficinas y la eliminación de un 38% de los empleos, el 3 de diciembre de 2010 nació el Banco Financiero y de Ahorros (BFA). Era lo que por entonces se llamó fusión fría o SIP (Sistema Institucional de Protección) que conformaban las antiguas Caja Madrid, Bancaja, Caja de Canarias, Caixa Laietana, Caja de La Rioja, Caja Ávila y Caja Segovia. BFA, dueño de Bankia, pasaría a considerarse el 'banco malo' de la entidad y asumiría todos los activos tóxicos, procedentes en su mayoría de la actividad inmobiliaria.
La solicitud, poco después, de un préstamo de 4.465 millones de euros al Frob, sería el punto de inflexión que acabaría desencadenando en su nacionalización por parte del Gobierno de Mariano Rajoy. El Estado pasaría a convertirse en principal accionista de la entidad con un porcentaje del capital que no ha bajado del 60% desde entonces. Un quebradero de cabeza, con promesas e intentos de privatización constantes que se han visto obstaculizados por la pérdida de valor en bolsa.
Salida a bolsa para atraer al pequeño inversor
Bankia se estrenó en el parqué a bombo y platillo el 20 de julio de 2011 con el objetivo de recabar el capital 'extra' que le reclamaban el Banco de España y el supervisor europeo. Debutó a un precio de 3,75 euros por título, lejos de los 1,389 euros a los que cotizaba este viernes, si bien, por el camino se han producido también varias ampliaciones de capital y dos contrasplits (agrupación de acciones). La imagen de un Rodrigo Rato exultante se convirtió en el mejor ejemplo de la ingente campaña publicitaria con la que se intentaba convertir a cualquier ciudadano de a pie en accionista de Bankia. Y lo lograron: 340.000 pequeños accionistas acudieron a una opv que también captó la atención de institucionales como Iberdrola.

Ni tan siquiera había transcurrido un año desde entonces cuando el Estado nacionalizó la matriz de Bankia (BFA), cesó a Rodrigo Rato en mayo de 2012 y se vio obligado a inyectar 22.000 millones de euros para evitar el colapso de la entidad. La cuantía de ese rescate se ampliaría hasta superar los 24.000 millones de euros tras incluir las ayudas a Banco Mare Nostrum (BMN), con el que se fusionó en 2018. Otras cuatro antiguas cajas se aglutinaban así bajo ese paraguas: Caja Murcia, Caixa Penedès, Caja Granada y Sa Nostra.
Fue un mes de mayo muy movido, en el que Bankia tuvo que reformular las cuentas del ejercicio previo y admitir un agujero de 2.979 millones. Ese momento marcó un paréntesis en el que la entidad desapareció del Ibex 35, al que no regresaría hasta finales de 2013. También arrancaría poco después un largo proceso judicial que sigue abierto. De hecho, la aprobación de la fusión con CaixaBank ha llegado antes incluso de que la Audiencia Nacional haga pública su sentencia sobre la salida a bolsa.
Bankia, cuya gestión por parte de Goirigolzarri ha pasado a convertirse en un modelo, sigue bajo el control mayoritario del Estado (61,8%) sin haber podido devolver aún las ayudas recibidas. Tras el proceso de unión esa participación pública se verá diluida al 16% del capital. Ahora -afectada como el resto por un entorno de tipos en mínimos o negativos, y con los mensajes constantes del BCE para que el sector europeo se 'ponga las pilas' y en la creación de campeones nacionales o supranacionales- Bankia y CaixaBank dan el pistoletazo en Europa a la nueva oleada de fusiones, y elevan los rumores sobre otros posibles candidatos a buscar compañero de viaje, como Sabadell -en casa- o Banco Santander -en el exterior-. Termina una etapa que se ha vivido con emoción en el seno de Bankia, como recordaba este viernes su directora de comunicación, Amalia Blanco.
Hoy es un día de sentimientos econtrados. Pena porque ves finalizar un proyecto que empezó hace 8 años con la alegría de pensar que el trabajo de estos 8 años lo ha hecho posible
— Amalia Blanco 🖤🖤🖤🖤🖤🖤 (@AmaliaBlanco2) September 18, 2020
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