El Gobierno vasco considera a Indra una empresa estatal y veta la compra de ITP

  • Los planes de Fernando Abril-Martorell para crear un grupo conjunto de Defensa tienen el apoyo del presidente de la empresa de Zamudio, Josep Piqué
El Gobierno Vasco no quiere que Indra se quede con ITP
El Gobierno Vasco no quiere que Indra se quede con ITP

El Gobierno vasco ha echado un jarro de agua fría sobre las expectativas que Indra tiene depositadas desde hace unos meses en la formación de un gran grupo de electrónica de defensa a partir de la compra de ITP Aero. La antigua Industria de Turbo Propulsores es una marca arraigada desde hace treinta años en el País Vasco y el Ejecutivo que preside Íñigo Urkullu ha puesto pies en pared contra una operación que supondría traspasar al Estado español una participación accionarial de referencia en una compañía que actualmente es controlada accionarialmente en su totalidad por la multinacional británica Rolls-Royce.

La amenaza del Brexit ha puesto en evidencia la necesidad de encontrar algún socio industrial que se haga cargo de ITP Aero después de que sus históricos accionistas españoles, el grupo Sener de la familia Sendagorta, liquidasen en diciembre de 2017 su participación mayoritaria en la empresa. Sener vendió entonces a Rolls-Royce su 53% de ITP en una operación que estaba previamente establecida en los acuerdos originales entre accionistas. La valoración total de la empresa se fijó también por razones históricas en 1.360 millones de euros, de manera que la multinacional británica pagó 720 millones pasando a controlar el 100% del capital.

La magnitud del importe desembolsado por Rolls-Royce ha situado el listón de la venta en un nivel prohibitivo para la mayor parte de candidatos que han mostrado cierto interés por adquirir una posición de relieve en el accionariado de ITP. En su mayor parte los aspirantes venían avalados por un ADN industrial vasco, tal y como ha sido el caso de la empresa vitoriana Aernnova, la antigua Gamesa Aeronáutica, a la que medios empresariales de Euskadi han considerado siempre el socio natural de ITP. Otros grupos como el mirandés Aciturri o la propia Gestamp de los hermanos Riberas sonaron también en su momento como potenciales inversores.

La última y verdadera opción que hasta ahora se mantiene firme en su posición de compra es la de Indra Sistemas, la compañía que preside Fernando Abril-Martorell, que ha orientado su estrategia por la vía del crecimiento inorgánico abordando operaciones pagadas a muy buen precio. El último botón de muestra fue la compra de Tecnocom en marzo de 2017 a través de una OPA valorada en más de 300 millones de euros. Una inversión por todo lo alto y que el mercado financiero entendió como como un extraordinario 'pelotazo' por parte de los vendedores encabezados por el que fuera presentador de Televisión España y actual empresario en el sector de la comunicación corporativa, Ladislao Azcona

Separación de negocios en Indra

La eventual adquisición de ITP Aero ofrece ahora a Indra la oportunidad de reforzar su negocio principal en el mercado de la Defensa que ha sido siempre el punto de apoyo sobre el que la empresa ha orientado su desarrollo corporativo. La reestructuración materializada hace tres años con la separación de las actividades de carácter civil, principalmente las soluciones tecnológicas y digitales, bajo la marca Minsait, es un claro indicio de las prioridades que tiene el actual equipo directivo que lidera Abril-Martorell. Los analistas que siguen los movimientos de Indra consideran que la unión con ITP permitiría concentrar los esfuerzos industriales en un mercado más cautivo y menos propenso a la competencia de las grandes marcas multinacionales.

Las negociaciones de Indra con Rolls-Royce se han prolongado durante varios meses, principalmente a raíz de la incorporación al grupo español de Ignacio Mataix, antiguo director general de ITP y persona de la máxima confianza de Abril-Martorell. Precisamente hace ahora justo un año que Indra hizo público el fichaje de Mataix como consejero ejecutivo con responsabilidad directa en la división de negocio que agrupa las actividades de Defensa, Transporte y Gestión del Tráfico Aéreo. Esta línea de actuación constituye el 'core business' de la empresa, lo que hace de Mataix el verdadero 'número dos' de Abril-Martorell.

La designación de Josep Piqué como presidente de ITP ha ayudado también a intensificar los contactos entre las dos empresas con vistas a cerrar un acuerdo de compra que convertiría a Indra en licenciatario de Rolls-Royce para la fabricación de motores de aviones de combate. La perspectivas de contratación del del Ejército del Aire, derivadas en parte de los programas multilaterales en los que participa España, convierte a ITP en una empresa estratégica. De hecho, el Ministerio de Defensa dilató durante casi un año y medio la venta de la participación mayoritaria que controlaba Sener. 

Los contactos entre los equipos de Piqué y Abril-Martorell podrían facilitar ahora las gestiones políticas con el departamento ministerial que todavía dirige Margarita Robles. La situación de especial interinidad que supone la convocatoria de elecciones generales para el 28 de abril constituye un arma de doble filo porque si bien podría inducir a una cierta parálisis de decisiones estratégicas también implica una ventana de oportunidad para sellar por la vía rápida un acuerdo de compraventa antes de que el fantasma del Brexit se convierta en una amenaza irreversible.

El problema de fondo, sin embargo, no está localizado en Madrid sino más bien en Vitoria, donde la consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras del Gobierno vasco, Arantxa Tapia, no está por la labor de asumir ningún riesgo y ha pedido al Ministerio de Defensa que la mantenga puntualmente informada antes de tomar ninguna resolución sobre un eventual acuerdo entre Indra e ITP. La dirigente vasca ha advertido al Gobierno central del criterio totalmente contrario a la compra que mantiene el Partido Nacionalista Vasco (PNV), para el que Indra es, hoy por hoy, una empresa bajo control del Estado español. 

La SEPI cuenta a día de hoy con cerca de un 19% de las acciones del grupo tecnológico, que fueron adquiridas bajo el argumento de preservar los intereses del Estado español en el accionariado de Indra, los mismos intereses que, en su caso, trata de salvaguardar ahora el PNV en la empresa vasca. Lo paradójico del caso es que el capital de ITP es ahora enteramente británico, una contingencia que no podrá prolongarse por  mucho tiempo dado el interés conocido de Rolls-Royce por salir de su filial española. El Gobierno de Urkullu considera que la búsqueda de compradores, aunque sea mediante una solución de tránsito a partir de fondos de inversión internacionales, es una alternativa que puede tomar carta de naturaleza en cualquier momento. Siempre y cuando Indra no se cruce en el camino.

Mostrar comentarios