Amenazas, pánico y pistolas... la caída del chiringuito Arc contado por su secretaria

  • Lidia Merchán relata a la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal  (UDEF) el día a día de un ambiente de estrés y miedo.
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Apenas un año después de su constitución, el chiringuito financiero Arc Global Trader, fundado por el exfutbolista Raúl Cano, mostró las primeras debilidades de un negocio que, sostienen los testigos, daba rentabilidades semanales de hasta el 14% aún operando sin permiso del supervisor.

Una caída precipitada el pasado mayo por la alerta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), que desencadenó una situación cada vez "más caliente" en la que se sucedieron los ataques de pánico y las amenazas, no sólo de clientes sino también entre los protagonistas de esta presunta estafa cuya competencia ha asumido esta semana la Audiencia Nacional.

A este clima de tensión se refiere la que fuera secretaria de Arc Lidia Merchán, en un cronograma remitido a la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) de la Policía donde relata su experiencia desde que entrara en la sociedad en septiembre de 2016 hasta el pasado junio, cuando el trasiego ya era "destructible".

En el escrito, contenido en el sumario define de "extraordinaria" su relación personal con Raúl Cano en aquellos primeros meses, a pesar de que su contacto casi siempre era por vía telefónica pues él "no pasaba casi por la oficina".

Se convirtió así en "su persona de confianza" e interlocutora "en todas las órdenes de comisiones, bonos, sueldos, subidas y bajadas", dice la secretaria, que detalla que el fundador de Arc llegó a contratar a dos jugadoras de la A.D Alcorcón FSF, equipo al que patrocinaba, como becarias para que le "quiten un poco de trabajo".

El volumen de negocio alcanzado superaba entonces las expectativas de la gestora, quien "estaba muy perdida y asustada, se le hacía muy grande todo esto", motivo por el cual "Raúl Cano se quitó de en medio porque decía que necesitaba el tiempo sólo para 'tradear' y poder sacar el mayor beneficio semanal".

Coincidiendo con la marcha de tres de sus directores, José Luis Cogollo, José Ignacio Calvo y Javier Prieto, el exfutbolista empieza a gestionar la creación de un banco de inversión, Arc Bank, en el que se garantiza un 10 % mensual de bonificación por el traspaso de antiguos contratos suscritos por los clientes o aportaciones nuevas.

Sin embargo, esta alternativa no parece convencer a los inversores, que en marzo de 2017 "no paran de llamar y mandar 'emails' por sus rescates pendientes" en mitad de un ambiente "cada vez más caliente" que, apunta Merchán, llevó al extremo a su jefe, por quien llega a temer.

"Me pone 'wasap' sic despidiéndose de mí. La ansiedad mía es insoportable, la carga de estrés me empieza a superar. Le consigo calmar y entra en razones", añade, y carga contra la directora comercial de Arc, Silvia Villar, que "no aporta nada, está sólo preocupada por su dinero y no hace contratos".

Lejos de solventar los problemas, el proyecto del banco supone un nuevo quebradero para el equipo, pues para mayo, mes en el que se conoce el anuncio de la CNMV "se deben rescates, impuestos y seis meses del patrocinio del Alcorcón": comienza el "machaqueo diario".

Supuestamente atenazado por el miedo y en plena "guerra" con sus comerciales, a los que se les deja de abonar las nóminas, Cano llega a "mandar a la oficina a un señor con pistola y a otro con un puño americano" a enfrentarse con dos clientes que, más tarde, "comienzan a colaborar con Raúl (...) y liquidan por completo sus cuentas".

Un trasiego "destructible a nivel personal y sobre todo, emocional" en el que el fundador de la empresa cortó toda comunicación días antes de vender Arc a un supuesto testaferro que reconoció a la Policía que recibió 500 euros por la firma, a la que accedió porque "necesitaba el dinero para comer y consumir cocaína".

De este modo concluye Merchán su versión, contenida en la denuncia que interpuso junto con los igualmente investigados Calvo, Cogollo y Prieto, contra Cano, por posibles delitos continuados de apropiación indebida, estafa, falsedad documental, delito societaria, fraude fiscal y blanqueo.

En concreto, aseguraban que Arc "no se dedicaba a invertir en el mercado de divisas, sino que las supuestas rentabilidades que se iban abonando provenían de los depósitos realizados por los nuevos inversores, en un entramado (...) de estafa piramidal", hecho que aseveraban desconocer hasta entonces.

Argumentos que no sólo fueron rechazados por Cano en sede policial, cuando insistió en que no se ofrecieron rentabilidades hasta el proyecto Arc Bank, sino que tampoco eximen a los exdirectivos de formar parte de esta causa por la presunta estafa de unos 17 millones de euros a cerca de 800 clientes de toda España.

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