"Antes, hace 10 años, las mejores petroleras y gasistas eran las que tenían las mayores reservas probadas. Esto ha perdido importancia". El presidente de Repsol, Antonio Brufau, justificaba así, a principios de semana en una entrevista a 'Financial Times', que las grandes compañías del sector han recortado en los últimos años sus inversiones en producción, lo que tendrá consecuencias en el precio del crudo.
Sólo dos jornadas después, la petrolera reconocía al mercado que su producción se ha reducido durante el tercer trimestre del año y la consecuencia fue una significativa corrección en bolsa de su acción. Pese al aviso a navegantes de Brufau, el mercado ha castigado esta semana a Repsol con una caída del 5,8% en dos sesiones.
El porqué de este traspiés bursátil está en la citada evolución de las reservas de la compañía petrolera. Repsol reconoció este miércoles que su producción diaria se quedó en 691.000 barriles equivalentes de petróleo durante el tercer trimestre. Una cifra que sólo representa un 0,2% menos que en el mismo periodo de 2017, pero que es un 4,3% inferior a la del segundo trimestre de este año.
Pese a ello, la compañía es optimista, porque mantiene su objetivo de producción para el conjunto de 2018: por encima de los 700.000 barriles diarios. En cambio, en esa misma línea descendente, Repsol comunicó que, en España, su margen de refino también se recortó durante los meses estivales. Se situó en 6,7 euros por barril, un 4,3% menos que en el tercer trimestre de 2017 y un 6,9% inferior a lo alcanzado entre marzo y junio de este año.
Tras desvelar a los inversores cómo van sus reservas -y a la espera de que informe de sus resultados financieros durante el tercer trimestre, el próximo 31 de octubre- la acción de Repsol vuelve a situarse en el entorno de los 16,3 euros. Regresa así al suelo que tocó el pasado 21 de septiembre, justo después de que CaixaBank anunciara su marcha del accionariado de la petrolera, rompiendo así una alianza que ha durado casi dos décadas.
El daño colateral a Caixa
CaixaBank comunicó el 20 de septiembre, que había decidido dar un paso atrás y desprenderse de su 9,36% de Repsol. La entidad financiera decidía salir de su accionariado tras el ‘giro verde’ de la petrolera, hacia un enfoque más dirigido hacia los negocios eléctrico y fotovoltaico. También, para no chocar con su propia posición en Naturgy (la antigua Gas Natural Fenosa), donde Caixa se mantiene como primer accionista con más del 24% del capital.
Para CaixaBank la evolución en bolsa de Repsol puede ser un problema por cómo estructuró su salida de la petrolera. No colocó de golpe toda su participación, sino que lo hizo a través de dos movimientos. Por un lado, liquidó un 4,61% con derivados ('equity swap'). En concreto, uno a 1,91% a 15,39 euros la acción; y otro 2,70%, a 15,55 euros, según indicó entonces. Su restante 4,75% en el capital de la petrolera lo iba a ir colocando en el parqué poco a poco, desde finales de septiembre y a lo largo de invierno.
El objetivo de la entidad financiera: finalizar esa operación antes de que concluya el primer trimestre de 2019 y con una limitación, porque sólo coloca en el mercado un máximo de 15% del volumen negociado de Repsol en cada sesión. Por ello, para CaixaBank, la evolución en bolsa de la compañía encabezada por Brufau es clave para saldar una alianza que, además, dejará a Repsol sin el mayor accionista de referencia de su accionariado.
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