El cierre de Embassy: fin del concurso de acreedores y el fallecimiento de su dueña

  • María Teresa Sarmiento Blanch falleció en abril y con ella se cierra una etapa del Madrid más vip. Su empresa Embassy S.L. acaba de extinguirse. 
Facha de la antigua cafetería Embassy, en el paseo de la Castellana, Madrid.
Facha de la antigua cafetería Embassy, en el paseo de la Castellana, Madrid.
EFE

La muerte de María Teresa Sarmiento Blanch, viuda del empresario Oscar Rivera Larraya, el pasado 13 abril pasó inadvertida para la prensa, que se llenó de titulares en 2017 cuando cerró en el paseo de la Castellana el mítico local Embassy, famoso por ser el nido de espías más vip de la capital en época de entreguerras y por alojar a las damas de alta sociedad donde disfrutaban de los 'scones' preferidos de Isabel II. María Teresa Sarmiento, conocida por sus empleados como doña Pizca, fue la gestora de este local y la administradora única de Embassy S.L. durante más de tres décadas, una sociedad que ayer mismo finalizó el concurso de acreedores en el que estaba inmersa. Se ha procedido a su liquidación.  

La firma mercantil que administraba la cadena de cafeterías se vio obligada a declararse en concurso de acreedores tras cerrar en 20017 su establecimiento de Paseo de la Castellana. En concreto, la firma, que contaba con tres establecimientos en Madrid (La Moraleja, Aravaca y la madrileña calle Potosí en el barrio de Nueva España), conserva las facultades de administración y de disposición de su patrimonio, pero sometidas a la intervención de la administración concursal. 

Ahora el proceso ha terminado y las tres tiendas siguen a pleno rendimiento, al igual que su página web, gestionadas a través de la mercantil Ssybaem Pasteleria Artesana S.L. La nueva sociedad que gestiona las cafeterías Embassy tiene como administrador único al empresario del sector Manuel Canalejas, que inyectó en Ssybaem Pasteleria Artesana S.L. casi 600.000 euros el pasado abril. En el nuevo accionariado no aparecen los tradicionales apellidos vinculados con la familia: ni los Rivera ni los Sarmiento. 

Con el fallecimiento de María Teresa Sarmiento se cierra una etapa mítica del local situado en el número 12 del Paseo de la Castellana que sigue a día de hoy sin actividad. Según la revista 'Vanity Fair', además de un nido de espías, el mencionado salón de té se convirtió en cobijo y medio de escape para judíos y otros colectivos perseguidos por los nazis. Los refugiados llegaban desde toda Europa a través de la frontera francesa y acudían a Embassy simulando ser clientes para ser evacuados a través de un pasadizo secreto cercano a los baños que los llevaba al tercer piso del inmueble, donde se encontraba el domicilio de la propia doña Margarita. 

"Allí eran atendidos por el médico de la embajada británica, Eduardo Martínez Alonso, tras lo cual se les facilitaba documentación falsa y se les llevaba en un coche con matrícula diplomática rumbo a un exilio más seguro en Portugal o Sudamérica", relataba el mencionado medio en un reportaje en el que entrevistaba a doña Pizca y a Patricia Martínez de Vicente, hija del doctor Martínez Alonso, que relató la historia en un libro titulado 'La clave Embassy'. 

Los judíos y Serrano Suñer

La idea de salvar a judíos perseguidos por el nazismo no fue de doña Pizca, que se hizo con el local en 1975, sino de la primera propietaria: Margarita Kearney Taylor. Esta dama británica enamorada de la repostería fundó el local en 1931, y desde  el inicio trató de convertir a la zona en una aproximación de los elegantes barrios londinenses, como Mayfair o Belgravia. La confitería, convertida también en restaurante, recibió el nombre de Embassy por su proximidad con varias embajadas, especialmente con la británica y la alemana, ubicada esta última a unos pasos, junto a la escondida iglesia evangélica Friedenskirche - que data de 1909- y que sigue actualmente en funcionamiento y es punto de reunión de la comunidad alemana en Madrid en fechas clave como la Navidad. 

El sótano de Embassy, donde se hallaba un horno para la elaboración de los pasteles de la confitería, cobijó a miles de indocumentados judíos que recibían atención, comida y algo de dinero. Se calcula que la embajada británica gastó más de 1.000 libras al día para acometer tal empresa. Hoy el local sigue vacío, flanqueado por otros de moda, regentados por el Grupo El Paraguas, y con uso todavía no definido más allá de mostrar al público las nuevas localizaciones de Embassy en Madrid y Alcobendas. 

Por cierto, y solo a modo de curiosidad, Margarita Kearney Taylor se mantuvo como accionista y alma del local una vez traspasado su negocio a María Teresa Sarmiento. Murió el 2 de diciembre de 1982 y fue enterrada en el Cementerio de los Ingleses de Madrid. La empresaria siempre contó con la protección de un pequeño grupo de amigos influyentes, como Ramón Serrano Suñer, cuñado de Carmen Polo, mujer de Franco.

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