Enagás y REE esgrimen sus buenas notas de crédito contra el control de la CNMC

  • Los grandes fondos de inversión alientan operaciones de inversión que impulsan el reparto de dividendos
Dividendos Enagás y REE.
Dividendos Enagás y REE.

Los planes de la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia para atar más corto a las empresas con actividades reguladas y, sobre todo, a Red Eléctrica de España (REE) y Enagás, vienen con polémica. Las empresas creen que ya están suficientemente vigiladas por las agencias de calificación de deuda que han evaluado su solvencia con notas tan buenas o incluso mejores que las del Reino de España. Las compañías, participadas por el Estado (5% en Enagás y 20% en REE) argumentan además que han separado jurídicamente las actividades reguladas de las que no lo son para evitar riesgos.

La CNMC sabe que las compañías propietarias de las redes de gas y de electricidad -y sobre todo sus grandes inversores, los fondos internacionales- no se sienten cómodas con normas que pueden afectar a sus inversiones y, al fin, al dividendo. Pero va a aprobar nuevos parámetros de solvencia para controlar más su salud financiera y  determinar si se autorizan -o no- las operaciones (toma de participaciones) que pudieran emprender y que están obligadas a comunicar.

La propuesta de la CNMC, que será sometida a consulta pública en las próximas semanas, es una vuelta de tuerca sobre las empresas que controlan activos estratégicos, si bien, de acuerdo con la Ley de creación de la CNMC (Ley 3/2013, disposición novena), la última palabra sobre las operaciones de REE y Enagás la tiene el Ejecutivo.

Infraestructuras estratégicas

El objetivo último es tener la seguridad de que las compañías reguladas  no van a empeñarse en políticas de inversiones que pongan en riesgo las infraestructuras estratégicas tanto del sector eléctrico como el gasista. La CNMC ha reclamado reiteradamente a los Gobiernos de turno el desarrollo reglamentario de los ratios de solvencia de las transportistas y distribuidoras de energía, pero sigue siendo un tema pendiente.

Mientras el limbo normativo se achica, las empresas siguen acometiendo inversiones en el exterior. En diciembre, REE cerró la compra al grupo Cobra (filial de ACS) de activos de líneas de alta tensión de luz en Perú. La operación, valorada en 180 millones de euros, fue la mayor compra de REE en solitario en el exterior y el primer movimiento estratégico de la etapa de Jordi Sevilla como presidente del grupo.

Gráfico negocio redes.
Gráfico negocio redes.

También Enagás -2.000 millones de liquidez en sus arcas- ha apostado por operaciones en el exterior como la compra en diciembre pasado -junto a Snam y Fluxys- del 66% de Desfa, el operador de la red de transporte de gas natural de Grecia, por 535 millones. La empresa mira al exterior porque el mercado interior está saturado. Sobran infraestructuras y faltan oportunidades para alimentar la maquinaria del dividendo.

Mercado interior saturado

En España, expertos y supervisores coinciden en que hay exceso de infraestructuras gasistas. Por eso, la CNMC se ha opuesto a proyectos como la regasificadora que Enagás defiende en Granadilla (Tenerife). En su informe sobre el proyecto, Competencia concluyó que la planta no era viable para el sistema gasista, ya que generaría más costes que ingresos.

Los recelos de la CNMC chocan con la obligación de las empresas de contentar a sus socios, principalmente grandes fondos de inversión, atraídos por la rentabilidad y seguridad de la inversión en redes -el Estado garantiza la retribución anual- y los buenos dividendos (ver gráfico).

En los últimos años, los fondos han invertido en empresas distribuidoras grandes como Iberdrola o Gas Natural Fenosa (ver gráfico); en las empresas participadas por el Estado que gestionan redes de transporte como Enagás o REE y en sociedades de menor tamaño como Reganosa -en la que participan la argelina Sonatrach y el grupo japonés Sojitz- o Madrileña Red de Gas. Hay presión.

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