Endesa e Iberdrola dejan sola a Naturgy y no planean reducir el valor de sus activos

  • La estrategia de Reynés en la antigua Gas Natural Fenosa supone un giro respecto a la actuación contable de las eléctricas en los últimos años
Central nuclear de Trillo (Guadalajara), participada por Naturgy.
Central nuclear de Trillo (Guadalajara), participada por Naturgy.
EP

En pleno proceso de transición energética, con el futuro de las centrales nucleares y de carbón en el aire, Naturgy -antigua Gas Natural Fenosa- ha movido ficha y ha reducido el valor en libros de sus centrales de carbón, gas y nucleares en 4.900 millones. Es una forma de admitir que el futuro del negocio energético ya discurre por otras vías -las renovables- y, de paso, una forma de apuntar con el dedo a sus rivales en el negocio. Ni Endesa ni Iberdrola se dan por aludidas. Las dos grandes eléctricas, que controlan la mayor parte del parque nuclear, no se plantean ajustes  en la valoración de los activos de generación tradicionales.

El anuncio del presidente de Naturgy, Francisco Reynés, supone un giro en la estrategia que han seguido las grandes empresas de energía, Gas Natural Fenosa incluida. Hasta ahora, las compañías aumentaban la vida útil estimada de sus activos de generación. Como consecuencia, reducían la partida destinada a amortizar las instalaciones.

En 2017, Endesa aumentó la vida útil de las centrales eólicas desde los 25 hasta los 30 años y la de las fotovoltaicas desde los 20 hasta los 30 años. En las centrales hidroeléctricas, subió de 35 a 50 años el aprovechamiento del equipo electromecánico y desde los 65 años hasta los 100 años el de la obra civil. Gas Natural Fenosa e Iberdrola también ampliaron la estimación de vida de sus ciclos combinados.

Los "pequeños ajustes" contables, según definición de una de las compañías, mejoraron el balance de las tres empresas el pasado año en cerca de 400 millones. No es una cifra despreciable, aunque sí muy inferior a la que se anotó Iberdrola en su contabilidad del año 2013.

En un contexto poco favorable para sus negocios en Estados Unidos, Ignacio Sánchez Galán se acogió hace cinco años a la norma aprobada por Cristóbal Montoro a finales de 2012 -Ley 16/2012- para revisar el valor contable de los activos de la compañía. Subió el valor de los activos en más de 6.300 millones a cambio de pagar a Hacienda un 5% del importe de la revisión. No hubo entrada real de dinero, pero generó unos beneficios fiscales diferidos que compensaron el deterioro de los negocios al otro lado del Atlántico.

En el caso de Naturgy, señalan fuentes de la compañía, no habrá ningún efecto fiscal favorable por el ajuste a la baja del valor de los activos. Los 4.900 millones de deterioro contable -2.000 millones del fondo de comercio-, que generarán pérdidas contables en 2018, no afectarán al pago de dividendos, pero tampoco a la caja de Hacienda.

Mensaje al sector

El ajuste en la valoración de los activos de Naturgy es una maniobra contable, pero lanza un mensaje que afecta al sector: las centrales tradicionales pierden valor y quienes no apuesten por las nuevas formas de generar electricidad pueden tener problemas. Además, con la decisión Reynés marca distancias con el anterior equipo gestor de Rafael Villaseca y se asegura un trampolín de mejora en los resultados para los siguientes ejercicios.

La política de abrir los libros de contabilidad para corregir, sanear las cuentas y hacer borrón y cuenta nueva con el pasado no es algo excepcional. La francesa Engie o la alemana E.ON -años 2014 y 2016- han ajustado las valoraciones de sus activos. Como lo hizo en el pasado y de forma espectacular la petrolera Repsol, ahora una recién llegada al mercado de generación de electricidad con la compra de activos de Viesgo.

En Repsol, la goma de borrar se empleó a fondo en el año 2006. Antonio Brufau, que llevaba poco más de un año al frente de la compañía, revisó y limpió los activos que figuraban en los libros de la compañía. En una decisión que conmocionó la bolsa, Brufau decidió retirar de sus activos 1.254 millones de barriles equivalentes de petróleo (bep), el 25% de sus reservas probadas, las que con certeza se podían extraer. Brufau calificó la medida -una enmienda a la totalidad de la gestión de su antecesor, Alfonso Cortina- de "trago duro".

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