El camino de la transición energética

Endesa da el pistoletazo de salida para desmantelar las centrales de carbón

La eléctrica está a punto de anunciar los contratos para desmontar las instalaciones de las centrales de Andorra (Teruel) y Compostilla (León).

Central térmica de Andorra (Teruel).
Central térmica de Andorra (Teruel).
EFE

Endesa va a adjudicar en las próximas semanas los primeros contratos a empresas especializadas para desmantelar las centrales de carbón que fueron el núcleo del negocio de generación durante décadas. El primer contrato se adjudicará la próxima semana para la central de Andorra (Teruel). Le seguirá la central de Compostilla (León). Los trabajos de demolición y de reconversión de las zonas afectadas se prolongarán durante años. El plan de la eléctrica, según su director general de generación Rafael González, no se limita a sustituir MW de carbón por MW renovables. La idea es atraer inversores con la participación de todas las administraciones para desarrollar proyectos que no sólo serán energéticos.

En otra de las centrales del grupo, la térmica de Carboneras (Almería), se ha esbozado ya por dónde deben discurrir los planes para aprovechar la clausura de un parque de generación con carbón que llegó a tener una potencia instalada de 5.167,8 MW, aunque con un alto precio, ya que colocó a la eléctrica propiedad dela italiana Enel en lo más alto del podium de las empresas contaminantes en España. Carboneras tiene previsto cesar la producción a lo largo del próximo año.

En Almería, Endesa ha contratado a una consultora internacional -LHH- para iniciar un proceso de búsqueda de empresas con planes de expansión que puedan estar interesadas en instalarse en el área de la central. En el escaparate expone terrenos propios, varias naves de gran tamaño, oficinas y laboratorios. Incluye la opción de utilizar la dársena del puerto Pucarsa. 

Financiación europea

Endesa, apuntan fuentes de la compañía, quiere proyectos para 250.000 metros cuadrados de suelo que ofrece a través del Plan Futur-e que contará con financiación europea y estará tutelado por la propia Endesa y el Ayuntamiento de Carboneras, además de contar con la  colaboración de la Universidad de Almería. El modelo se extenderá al resto de centrales clausuradas. En palabras del director de Generación se trata de "atraer inversores con la participación también de las administraciones públicas, el Ministerio, la administración autonómica y los ayuntamientos afectados".

El intento continuará en Compostilla (León). Endesa espera adjudicar su desmantelamiento en octubre. A partir de ahí, queda decidir qué hacer con las más de 300 hectáreas que ocupa la central y que engloban terrenos rústicos y vertederos. Como en el caso de Almería, la eléctrica espera contar con todas las administraciones implicadas. La compañía adelanta que cuenta con un presupuesto de inversiones para Compostilla que alcanza los 600 millones para los próximos cinco años.

La central de Compostilla (1.050 MW, 300 empleados) fue el embrión de la compañía hace 60 años, un símbolo. En principio, tiene que sustituir una instalación que durante su vida útil ha quemado 124 millones de toneladas de carbón por 700 MW eólicos y solares. No será una tarea fácil. En el emplazamiento de la central no hay muchas horas de sol ni de viento. Otra cosa es el entorno. En un radio de 75 kilómetros, la eléctrica sí ha  identificado proyectos de futuro que podrían sumar hasta 700 MW.

Cuatro décadas de actividad

El otro gran centro de inversión y de negociación de Endesa está en Aragón, con la central de Andorra (Teruel) -1.100 MW-. Es el cierre y demolición tras 40 años de actividad en los que ha producido 224.000 GWh, el equivalente al consumo de electricidad de toda España durante un año. En 2019 apenas produjo 1.536 MW. Ahora, tiene que recolocar 153 empleados y negociar el destino de hasta 1.427 millones en parques fotovoltaicos, eólicos y proyectos de almacenamiento en la zona durante los próximos seis años.

El carbón en España está a punto de epitafio. Casi dos años después del cierre de todas las minas —incapaces de sobrevivir sin unas ayudas públicas que ya están prohibidas por Bruselas—, el proceso de clausura de todas las centrales térmicas está en marcha. Siete de las 15 plantas que quedaba abiertas dejaron de estar operativas el 30 de junio. Las que quedan irán cerrando en los próximos meses. 

Es el broche de un proceso que comenzó en 2017 con la solicitud de Naturgy para clausurar la central de Anllares (León), seguida de las peticiones de Iberdrola para las instalaciones de Lada (Asturias) y de Velilla (Palencia). Desde entonces, el ritmo se aceleró. El remache para el sector lo puso el pasado año Endesa. Fue la última en poner el punto final a la quema de mineral, con el anuncio de cierre adelantado de las centrales que barajaba mantener a partir de junio de 2020: As Pontes (A Coruña) y Litoral (Almería).

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