China tiene un plan ante los aranceles de Trump: controlar el mercado de baterías

  • Beijing ha lanzado una ofensiva para el control de las materias primas claves a lo largo y ancho del planeta, y ya controla el 60% del mercado.
EL presidente de China, Xi Jinping, en una reciente visita a Rusia / Kremlin
EL presidente de China, Xi Jinping, en una reciente visita a Rusia / Kremlin

Desde las saladas arenas del desierto chileno de Atacama hasta las sabanas del Congo, China ha encontrado en las baterías de ion litio un arma decisiva para poner freno a la ofensiva de aranceles emprendida por Donald Trump, con un aliado especialmente atractivo: el 'boom' del coche eléctrico.

Mientras Beijing lleva años acaparando poder en la producción de materias primas, claves para el futuro del automóvil, el líder estadounidense ha puesto piedras en el camino de sus más revolucionarias iniciativas en las nuevas formas de transporte, como el caso de Tesla, al eliminar los límites de contaminación impuestos por la Administración Obama.

Tal y como recoge un informe del 'think tank' de inteligencia Stratfor, el pasado mayo la china Tianqi Lithium se hizo con una participación mayoritaria de la chilena SQM. En paralelo, 35 empresas con actividad en el Congo se unieron el pasado 18 de junio en la Union of Mining Companies, con ayuda de capital del gigante asiático. La estrategia del Gobierno de Xi Xianping es clara: hacerse imprescindible para el mercado de las baterías, fundamentales para hacer mover el mundo del presente y del mañana.

Pero la ofensiva china no se queda en la minería, también ha dado un salto espectacular en el ámbito de la producción. Es el caso de la compañía Carmaker BYD, que ha levantado una nueva fábrica de baterías. Actualmente China controla el 60% del sector de las baterías de ion litio a escala global, cuando en 2013 solo alcanzaba a dominar el 50%.

Tesla se defiende

La defensa ante la ofensiva de Beijing se está jugando, por ahora, a nivel privado. Así, Elon Musk está haciendo lo posible para reducir el uso de cobalto en sus unidades de potencia. Pero mientras es obvio que Estados Unidos aún tiene potencial fabril para frenar el expansionismo chino en este campo, la Administración Trump no parece preocupada por las consecuencias de perder la carrera en este aspecto. Tesla sigue buscando alternativas con ayuda de la nipona Panasonic, y ha emprendido una búsqueda de fuentes alternativas de materias primas en Canadá y en Nevada, aunque se trata de iniciativas en estado embrionario.

Por contra, la presencia china sigue imperando en la industria del Tio Sam, ya que una de sus empresas emblemáticas como es Fiat Chrysler trabaja actualmente con A123 Systems, de capital mayoritario chino, para el desarrollo de sus baterías.

Más radical es la respuesta de Beijing al intento de entrar en este mercado de otros países. Corea del Sur intentó acceder de la mano de LG y Samsung, pero le cerraron la puerta en las narices alegando, dicen, el escudo antimisiles estadounidense THAAD instalado en el país por la amenaza de Pyonyang.

¿Y en Europa? El Viejo Continente parece funcionar al margen de los recelos de unos y otros, a pesar de la batalla emprendida por Estados Unidos contra la Unión Europea mediante la imposición de aranceles.

A modo de ejemplo, el gigante del automóvil BMW trabaja hoy día con el grupo chino CATL en materia de baterías, y no parece que se encuentre preparado para dar el salto a competir con el poder de Washington o Beijing en el dominio de las fuentes de energía que moverán el futuro del transporte.

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