Llegó a valer 200 millones

Fin al sueño móvil español: BQ enfila la liquidación tras el fiasco en Vietnam

El administrador concursal inicia los trámites después de dos años bajo el paraguas de Vingroup con una pelea accionarial. La deuda de la española asciende a 41 millones.

Firma del acuerdo entre BQ y Vingroup
Firma del acuerdo entre BQ y Vingroup en 2019
BQ

Finales de 2014. El fabricante de teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos BQ es valorado en casi 200 millones de euros tras la primera ronda de financiación con el fondo español Diana Capital. Era una de las cifras más altas del ecosistema de startups español. Estaba llamado a ser el bastión local en una industria de gigantes. Algo más de seis años después, la compañía enfila la liquidación ahogada por las deudas. La venta con un precio de derribo a la principal empresa cotizada de Vietnam, presente en infinidad de mercados y con una capitalización de más de 13.000 millones de dólares, no ha implicado su salvación. En el último año se ha vivido un 'tira y afloja' entre estos accionistas mayoritarios y el equipo gestor.

El pasado 8 de febrero, después de meses de muchos problemas financieros y con numerosos atrasos en los pagos, se declaró el concurso de acreedores voluntario de BQ (la sociedad cabecera del holding español es Mundo Reader). Se ha procedido por el juez del juzgado de Lo Mercantil número 7 de Madrid a la apertura de la fase de liquidación ante el "estado de insolvencia actual" de la compañía. En concreto, la empresa cuenta, según queda reflejado en el auto al que ha tenido acceso La Información, con una deuda de 40,9 millones de euros -con entidades financieras, proveedores y empleados- frente a un activo de apenas 13 millones.

Más allá de la deuda se desconocen los números actualizados de los ingresos y las pérdidas de la compañía. En los informes periódicos de Vingroup no quedan reflejados. La última cifra oficial la aporta en el informe anual de 2019. El grupo diferencia entre el periodo entre enero y finales de febrero (fecha de la adquisición) y el que va desde esa fecha hasta el final del año. En el primero se registraron unos ingresos de 24,9 millones de euros (698.000 millones de dong vietnamitas) y unas pérdidas antes de impuestos de 1,9 millones de euros. Para el segundo sólo aporta los 'números rojos': más de 29 millones.

La venta a Vingroup se hizo efectiva en febrero de 2019. El comprador, un holding industrial del Sudeste asiático más centrado en el mercado inmobiliario, se hacía con el 51% de los derechos de voto (el 40% de las acciones totales) de la española. Lo hacía a un precio de derribo: unos 36 millones de euros al cambio de aquella fecha. Lejos quedaba aquella valoración cercana a los 200 millones de un lustro atrás. La llegada de este inversor se producía en un momento especialmente delicado de la compañía española, que tenía que lidiar contra la durísima competencia, precisamente, de fabricantes de móviles asiáticos, con precios bajos y estrechos márgenes.

Pero desde esa entrada en el accionariado, con la que -en teoría- salvaban la situación y se convertían en socio industrial para la fabricación de móviles con marca vietnamita, la relación entre el socio y el equipo directivo no ha sido especialmente fácil en un 'tira y afloja' que ha pasado factura también a la gestión. Y prueba de ello es lo que quedó reflejado en el informe anual de 2019 de Vingroup, presentado ante el regulador del país asiático. En él se dice que, a cierre del 31 de diciembre de ese año, casi doce meses después de efectuar la compra, estaban "en proceso de determinar el valor razonable de los activos identificables y deudas" de BQ. Ese es uno de los asuntos que alegaba el grupo: no se facilitaron datos por parte de la empresa española.

En este contexto, BQ 'perdió' a su socio financiero clave. El fondo Diana Capital, fundado hace dos décadas por el financiero Francisco Gómez-Zubeldia (exdirectivo de BBVA), puso sobre la mesa en 2014 casi 15 millones de euros para comprar el 10% de la compañía. A mediados del año pasado, el ex-BBVA salía del consejo de administración, donde ejercía como consejero como principal accionista externo junto al equipo fundador (y gestor) y el grupo vietnamita.

A la situación accionarial se debe sumar también la coyuntura económica de Vingroup -la mayor cotizada del país, fundada por el hombre más rico del país, el multimillonario Pham Nhat Vuong-, que ha recortado más de un 15% sus ingresos durante el pasado año y más de un 40% sus beneficios netos. Esto ha llevado a la compañía a analizar la venta de sus negocios de salud y escuelas, especialmente implantadas por el coronavirus, y a desechar los planes para lanzar la sexta aerolínea en el país asiático el pasado mes de enero. Y se ha elevado la preocupación por su endeudamiento, después de que el pasado año las agencias de calificación S&P Global y Fitch recortaran su perspectiva a negativa.

Activos más allá de los móviles

BQ intentó desde principios de la década pasada hacerse un hueco en un negocio de gigantes como el de los dispositivos móviles, donde se ha tenido que ver las caras con compañías como Xiaomi, Huawei o Samsung. En febrero de 2013 lanzaba su propio dispositivo con la marca Aquaris. Salía con un precio de 180 euros y se convertía en el primer fabricante español. Con la financiación de Diana Capital, se lanzaron a por el mercado español, con acuerdos de distribución con gigantes con El Corte Inglés, Carrefour o Woarten. Pero todo se torció en 2016, precisamente por esa pelea comercial con el resto de rivales. Los ingresos se desplomaron un 25% y las pérdidas se dispararon. Ese fue el punto de inflexión que, finalmente, llevó a la venta a Vingroup tras meses de dificultades y de mucha especulación con un posible cierre de las puertas.

Ahora, se enfrenta a la liquidación. Y queda por ver si se hace, como sucedió con el reciente concurso de la tecnológica catalana de voto electrónico Scytl, una venta de unidades productivas por separado. Hay que tener en cuenta que la compañía española no sólo tiene el negocio de dispositivos móviles, sino que también tenían activos vinculados a la fabricación de impresoras de 3D, al Internet de las Cosas y a la educación. Con este paso se pone fin al sueño del móvil español.

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