En pleno verano

La falta de personal y los carburantes azotan el tráfico aéreo en Reino Unido

La cancelación de vuelos en los principales aeropuertos británicos ponen en duda la capacidad del sector para gestionar la explosión de la demanda que se ha generado tras el fin de las restricciones por la Covid. 

Aeropuerto de Gatwick
La falta de personal y los carburantes azotan el tráfico aéreo en Reino Unido. 
DPA vía Europa Press

El verano posCovid no está siendo tan idílico para el sector aéreo como preveían. El repunte del precio del queroseno y la escasez de personal ante un nivel de demanda más alto del que esperaban ha golpeado a los dos principales aeropuertos de Londres, forzando a implementar planes de contingencia improvisados que van desde la imposición de límites en el número de aviones que aterrizan, hasta la cancelación de vuelos en última instancia. Es por ejemplo el caso de Gatwick, donde Easyjet ha anunciado la cancelación de hasta 26 vuelos casi sin preaviso para los pasajeros, debido a escasez de personal por las bajas por enfermedad. Las ausencias de empleados de última hora se han dado en la torre de control de tráfico, obligando a anular 13 trayectos de vuelta y otros 13 que partían de un total de 180 itinerarios programados para la jornada. 

A comienzos de este verano, Gatwick contrató a 400 personas extra de personal de seguridad a fin de tratar de suavizar las filas de pasajeros durante el periodo de vacaciones. Sin embargo estos esfuerzos no han servido para cubrir la explosión de la movilidad que se ha producido en la temporada estival, lo que ha repercutido en una situación de caos en las instalaciones aeroportuarias. Según la Oficina Nacional de Estadísticas del Reino Unido, alrededor de un tercio de pasajeros ha experimentado alteraciones al viajar al extranjero en las últimas 8 semanas en este país. De los viajeros afectados, cuatro de cada cinco indicaron que sus vuelos habían sido retrasados o que habían esperado más de lo habitual en los aviones, mientras que uno de cada cuatro sufrió cancelaciones. 

En Heathrow, por su parte, el otro gran aeropuerto de la city londinense, British Airways, propiedad IAG, ha decidido cancelar 10.000 vuelos desde y hacia este aeropuerto entre los meses de octubre y marzo. La compañía ya había recortado 30.000 vuelos entre los meses de abril y octubre, por lo que con este nuevo recorte, las cancelaciones alcanzan las 40.000 en un periodo de doce meses. Los itinerarios afectados son de corta distancia y la mayoría de cancelaciones son en rutas que tienen otros vuelos diarios, por lo que los pasajeros afectados recibirán un vuelo alternativo o una devolución del dinero. Por otro lado, la empresa también tiene previsto cancelar algo más de 600 vuelos adicionales hasta finales de octubre, sumándose a los vuelos que ya había cancelado previamente y que representan alrededor del 11% de las rutas programadas entre abril y octubre. 

Las cancelaciones se enmarcan en las restricciones que ha impuesto el propio aeropuerto y que limitan a 100.000 los pasajeros que pueden despegar cada día desde sus instalaciones, una medida que, según sus responsables, ha permitido mejorar la puntualidad de los vuelos y reducir las cancelaciones de última hora. La intención del aeropuerto es extender la medida hasta el 29 de octubre, aunque la revisará de forma periódica, según la evolución del tráfico aéreo, e incluso podría levantarse antes si hay un aumento sustancial de los recursos, especialmente en algunos servicios de asistencia en tierra de las aerolíneas, que "siguen siendo una limitación fundamental de la capacidad en el aeropuerto". 

El pasado mes de julio, Heathrow pidió a las aerolíneas que no vendieran más billetes de verano para evitar retrasos, colas o cancelaciones de última hora. En ese momento, el director general del aeropuerto de Heathrow-Londres, John Holland-Kaye, argumentó que el sector de la aviación mundial se estaba recuperando de la pandemia, pero que "el legado del Covid-19 sigue planteando retos" y admitió que hay algunas funciones "críticas" en el aeropuerto que todavía no cuentan con los recursos necesarios, en particular, los empleados de tierra. Advertencia que ha azotado al sector en su conjunto, que se ve incapaz de satisfacer la demanda embalsada generada en los últimos dos veranos. 

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