Los analistas apuestan por otra intentona

El noviazgo roto de BBVA y Sabadell deja el tablero de las fusiones en 'stand-by'

Ambas entidades rompieron las negociaciones casi antes de empezarlas y la catalana trata ahora de vender sus activos menos rentables y más problemáticos: TSB y el negocio en México.

Carlos Torres era el máximo beneficiario de una fusión que Josep Oliu rechazó desde el primer momento
Carlos Torres y Josep Oliu, máximos representantes de ambas entidades.
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El noviazgo entre BBVA y Sabadell no solo no llegó al altar, ni siquiera se plantearon el nombre de los invitados o el lugar de la ceremonia. La fusión fallida entre ambas entidades se rompió antes casi de empezar las negociaciones, en una especie de primeros contactos en los que quedó patente que las aspiraciones de unos y otros no iban a acercarse. Tras confirmarse la ruptura, Sabadell daba un giro completo a su estrategia, con cambio de CEO incluido, con el fin de refrendar su valor en solitario, mientras que BBVA continuaba en la senda marcada. Pese a ello, los analistas ven la posibilidad de que en unos meses, con la venta de los activos menos rentables de la catalana ya cerrada, las conversaciones puedan volver a surgir. 

Apenas once días desde la confirmación de conversaciones formales hasta la ruptura definitiva bastaron para ver que entre ambas partes de la pareja no había sintonía. Fuentes del sector financiero achacan el fracaso a, entre otras cosas, la publicación de las conversaciones muy al inicio del proceso formal pese a que los contactos habían surgido meses antes. La presión de los mercados y los reguladores, que están actuando como padrinos en los matrimonios de esta nueva ola de fusiones que comenzaron CaixaBank y Bankia y han seguido Unicaja y Liberbank, ha terminado en divorcio exprés.

Las principales discrepancias surgieron con respecto a la valoración de Sabadell por parte de BBVA. En el seno del consejo de administración de la entidad de orígenes vascos se mostraron discrepancias en un inicio, con diferentes voces internas que se mostraban claramente reacias a lo que consideraban que podría ser un "rescate" a la entidad catalana. Mientras que JP Morgan, Garrigues y Deloitte abordaban el inicio de un proceso de 'due diligence', los propios ejecutivos de la entidad, en público y en privado, quitaban peso al análisis. El propio consejero delegado de la entidad, Onur Genç, llegaba a señalar que era solo "el comienzo de un análisis" y que competía "con muchas otras oportunidades de creación de valor". Un aviso a navegantes que terminó por catapultar la operación.

En el seno del consejo de BBVA pesaba como uno de los puntos más destacados, según fuentes financieras, la situación actual de la filial británica de Sabadell, TSB. Este hecho fue determinante a la hora de romper definitivamente las negociaciones. Tanto fue así que, el mismo día en que se anunció el fin del noviazgo, la catalana presentó un plan que contemplaba la venta de esta parte del negocio y de otro de sus activos menos rentables, la filial mexicana. Este gesto es entendido por el sector como un movimiento para "tratar de ponerse guapa" de cara a una futura nueva intentona, algo que los analistas contemplan como una opción probable. 

Más allá de esto, fuentes conocedoras de las negociaciones recuerdan lo importante de la digitalización en momentos como los actuales. En este sentido, señalan que en los últimos años BBVA se ha sometido a un profundo proceso de saneamiento y se ha volcado en las nuevas formas de negocio, lo que ha llevado a la entidad al punto en el que está actualmente. En cambio, los movimientos de Sabadell en este campo habrían sido más lentos y pese a la firma de un plan de salidas y el comienzo de importantes estrategias en lo que a digitalización se refiere, ambas entidades se encontraban en puntos y momentos diferentes. 

Sabadell presentará un nuevo plan estratégico en 2021 y BBVA continuará con su estrategia tras la venta de EEUU

Este punto, también clave a la hora de fijar un hipotético precio de cara a la ecuación de canje, también ha sido un revulsivo para Sabadell. Apenas unas semanas después de la ruptura, la entidad hacía efectiva la salida de Jaime Guardiola como CEO -se mantendrá en la presidencia del negocio en México-, una de las personas que había remado a favor de la unión, y nombraba a César González Bueno, todo un experto en digitalización por su experiencia como primer espada de ING en España, como su sustituto. 

Para tener la fotografía completa del fracaso de las negociaciones, hay que  añadir la importante exposición a pymes, las más afectadas por la pandemia, con la que cuenta el banco catalán. Este hecho habría sido entendido como un posible lastre si se tiene en cuenta la situación macroeconómica actual, en la que se prevé, como consecuencia de la Covid-19, un aumento de la morosidad ahora embalsada por las ayudas públicas de los decretos para luchar contra las consecuencias de la pandemia. 

Pese a todo ello, los analistas no ven esta separación como un divorcio definitivo. Por ello, consideran que durante 2021 y una vez que se produzcan las desinversiones esperadas, podría tener lugar un segundo acercamiento que, esta vez sí, podría terminar en boda. Ejemplo de ello es la unión entre Unicaja y Liberbank, que tras un primer fracaso en 2019 llegará ahora al altar, esta vez sí, con invitados -Menéndez como CEO y Azuaga como presidente ejecutivo- y capilla -la ciudad de Málaga-. 

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