Glovo coquetea con una valoración de 1.000 millones en una nueva megarronda

  • La startup analiza otra operación, para la que ha mantenido conversaciones previas. Deberá poner de acuerdo a un nutrido y diverso accionariado.
El consejero delegado y fundador de Glovo, Oscar Pierre
El consejero delegado y fundador de Glovo, Oscar Pierre
GLOVO - Archivo

La startup Glovo maneja una valoración de unos 1.000 millones de euros para la próxima 'megarronda' de financiación que ya tiene sobre la mesa. La compañía ha mantenido contactos iniciales para la operación, que tendría que estar lista en los próximos tres meses. Esta ampliación implicará un reto para su equipo directivo: lograr un acuerdo en un nutrido accionariado, donde conviven varios socios industriales, entre ellos el dueño de La Tagliattela, numerosos fondos de capital riesgo y uno de sus rivales.

A finales del mes de abril, la startup cerró una ronda de 150 millones de euros liderada por el fondo de capital riesgo Lakestar, con la participación del dueño de la compañía de franquicias de restaurantes estadounidenses. La valoración en esa operación, con la que su máximo accionista -Delivery Hero- recortó su participación al aportar apenas un 10% de los fondos, se situó entre los 600 y 700 millones de euros. Su facturación en el año 2018 fue de 75 millones (y unas pérdidas de 90).

Seis meses después, la plataforma, con sede en Barcelona, tiene sobre la mesa una ampliación de una cuantía que sería superior a la de abril. Según confirman fuentes cercanas a la empresa, se está estudiando si finalmente se cierra. No hay nada decidido. En caso de que fuera así, debería estar lista en un máximo de tres meses. Al igual que sucedió en las anteriores estaría prevista una venta de acciones en secundario para algunos de los inversores iniciales que aún siguen en la empresa. 

Si finalmente se cierra la ronda, la valoración de la compañía, de acuerdo a las mismas fuentes, rondaría los 1.000 millones de euros -la barrera a partir del cual se conocen a los llamados 'unicornios'-. En caso de que finalmente se cierre, este 'precio' a toda la compañía la colocaría como la segunda startup que lo alcanza después de Cabify. Pero hay una diferencia importante: en el caso de esta última, se trata de una firma con un accionariado dominado (aunque no en derechos de voto) por parte del gigante japonés Rakuten que ha ido inyectando buena parte de los fondos de las últimas ampliaciones. Las dos comparten lo comparten como  accionista, al igual que al fondo español de capital riesgo Seaya Ventures. Para contextualizar, la última ronda anunciada por Deliveroo con Amazon como líder hace varios meses, y que ha sido suspendida por el regulador británico para investigarla, la valoró en unos 4.000 millones de dólares (3.600 millones de euros al cambio).

En los últimos meses, la compañía de reparto bajo demanda ha mantenido conversaciones con el gigante japonés Softbank (a través de su fondo con el que invirtió en WeWork o Uber) y también con otros potenciales inversores. El momento de mercado es peculiar para las startups, que en no pocos casos se están lanzando a recaudar capital (y a moderar sus costes) con el objetivo de protegerse ante un potencial empeoramiento de las condiciones durante el próximo año. En el caso de Glovo, decidió a principios de este año cerrar sus operaciones en Chile y Brasil a principios de este año.

Hay que tener en cuenta que de esta ampliación depende la última operación de compra anunciada por Glovo para adquirir el agregador digital de restaurantes polaco Pizza Portal a su accionista Amrest (dueño, entre otros, de la cadena La Tagliatella). ¿La razón? La startup española le paga por esta plataforma 30 millones de euros entre efectivo y acciones. Estos títulos, según explica la cotizada en la bolsa española, están vinculadas a una nueva ampliación. Con esta incorporación, Glovo abre un segundo centro tecnológico de desarrollo en el país del Este de Europa ante su intento por hacer crecer su equipo de desarrolladores.

Uno de los grandes retos que tiene el equipo directivo de Glovo, liderado por su cofundador, Óscar Pierre, en esta operación es poner a todos los socios de acuerdo dentro de un accionariado muy heterogéneo y con muchos perfiles muy distintos. Tiene a fondos de inversión como Lakestar, Korelya Capital o Seaya Ventures; socios industriales como Amrest o Drake (propietaria de Papa John´s); un rival como Delivery Hero, o un gigante tecnológico como Rakuten. Según confirmaron fuentes conocedoras a este medio, la relación con la propia Delivery Hero vivió altibajos, debido a las diferencias respecto a la intención de la alemana de ganar peso dentro del accionariado con la recompra de títulos a otros accionistas.

Deliveroo, en problemas

La batalla que hoy debe librar la startup española tiene entre los contendientes a grandes compañías con 'bolsillos profundos' como la propia Uber (con su división Eats) o la británica Deliveroo. En el caso de esta última, sí que ha sufrido un contratiempo importante en las últimas semanas porque el regulador de la competencia británico ha suspendido la última ampliación de 450 millones de libras esterlinas (575 millones de dólares al cambio actual) liderada por Amazon. Esta suspensión le ha llevado a tener que frenar la inversión y salir de Alemania, según explicaba The Telegraph. Esperan tener el visto bueno en un mes.

El sector de entrega de comida a domicilio -buena parte del negocio de la española depende de estos servicios- está en pleno proceso de consolidación. La agencia estadounidense Bloomberg adelantó el pasado verano que la startup había mantenido conversaciones preliminares con Uber o Deliveroo ante una posible compra parcial (por regiones) o total de todo su negocio. En ese contexto se ha producido la batalla por Just Eat entre Prosus -el brazo inversor de la firma sudafricana Naspers, accionista de referencia de Delivery Hero, que a su vez es el máximo accionista de Glovo- y Takeaway.com. Los sudafricanos han lanzado una OPA sobre Just Eat, con un valor de 5.690 millones de euros.

Junto a la consolidación, Glovo se enfrenta a los problemas regulatorios por su modelo laboral, no sólo en España sino en otros mercados. El debate sobre si sus repartidores son o no empleados está sobre la mesa no sólo en otros países europeos y latinoamericanos sino también en Estados Unidos, donde varios estados ya están presionando a plataformas como Uber para que convierta a sus conductores en trabajadores por cuenta ajena. En España se enfrenta, junto a Deliveroo, a más de una veintena de juicios en los próximos meses por las actas levantadas por la Inspección de Trabajo contra ella.

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